BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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jueves, 20 de enero de 2011

PANCHO VILLA: DE CARNICERO A LEGENDARIO


Por Jaime Pérez Mendoza

Francisco Villa fue un carnicero…
Al triunfo de la revolución maderista, el apóstol de la democracia le entregó 15 mil pesos que invirtió en la apertura de un negocio de carnes.
Pero no solamente dedicó sus afanes a la venta de cortes de ganado cara blanca. La historia ofrece un abanico de oficios que van desde el salteador de caminos, hasta el brillante estratega militar, general de impresionantes batallas, amigo de los niños, el azote de la comunidad china, efímero gobernador de Chihuahua, amigo de Madero, Carranza, enemigo de Obregón, Benjamín Hill y Calles y mártir de un complot organizado por los generales que se afianzaron al volante del lujoso carro de la posrevolución .
Instaló un negocio de carnes en Hidalgo del Parral, a fines de 1909, el mismo ramo comercial que dominó en la ciudad de Chihuahua.
El historiador Enrique Krauze (Francisco Villa, Entre el angel y el Fierro) da cuenta de las andanzas del legendario personaje revolucionario:
“Entre 1900 y 1909 Villa cometió cuando menos cuatro homicidios, uno de ellos por la espalda. Participó fehacientemente en diez incendios premeditados, innumerables robos y varios secuestros en ranchos y haciendas ganaderas”
John Reed lo llamó el Robin Hood mexicano.
Personaje de leyenda.
Villa sufrió cárcel en la prisión de Santiago Tlatelolco. Allí, el general Bernardo Reyes le dio clases de civismo.
El novelista Rafael F. Muñoz describe la fuga del Centauro del Norte: con una lima proporcionada por el escribiente del juzgado Carlos Jáuregui, Villa abandona la prisión y marcha rumbo a El Paso, Texas.
Cuando asesinan a Madero, viaja a Tucson, planea organizar su ejército. “Los soldados lo esperaban por legiones”, afirma su biógrafo, el doctor Ramón Puente.
Diez mil hombres contribuyeron al éxito de sus hazañas. A fines de septiembre de 1913 toma Torreón y “se hace de los trenes”. Ya pasaba por su mente la toma de Ciudad Juárez.
Fue —expresa el historiador Krauze— “su primera acción deslumbrante…Es su entrada no sólo a una aduana de los Estados Unidos, sino a un escenario mayor: la historia mexicana y, por momentos, la celebridad mundial.”
Krauze relata que el ataque villista a Ciudad Juárez fue tan espectacular que el mismo general Scott, en el Fort Bliss, la comparó con la guerra de Troya.
Siguieron otras batallas: Tierra Blanca, San Pedro de las Colonias, Paredón y la imponente toma de Zacatecas.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas. La suerte de Villa quedó sellada en las batallas del Bajío. Fue Obregón, en Celaya y León, en abril de 1915, quien provocó su derrota militar y política. Tiempo de deserción y la época del guerrillero que culminó con el ataque a Columbus y su correspondiente respuesta con la expedición punitiva, al mando del general John Pershing.

VILLA EN COLUMBUS

ataque a Columbus
Recompensa tras el ataque a Columbus.
El historiador Katz escoge un adjetivo para el ataque de Villa a Columbus: impactante.
Villa intuía una conspiración entre Carranza y los Estados Unidos. Y él, aislado y derrotado, quería la unidad de los mexicanos para contrarrestar esta conspiración. Eso fue lo que lo llevó a atacar Columbus, conjetura el doctor Katz.
Ve el ataque de Columbus de una manera muy diferente de como se vio tradicionalmente. Se ha dicho que el ataque fue una acto de venganza de Villa, irresponsable, porque pudo llevar a la guerra entre Estados Unidos y México, y que felizmente no tuvo consecuencias.
Yo creo que Villa creía sinceramente que Carranza había hecho una alianza con Estados Unidos, que convertiría a México en un protectorado. De hecho, no era el caso, pero diplomáticos americanos habían propuesto tal alianza a Villa que éste había rechazado. Por eso atacó a Columbus. Esperaba una intervención norteamericana limitada que provocaría el rompimiento entre Carranza y los Estados Unidos.
Eso lo obtuvo. Después de la expedición punitiva, los Estados Unidos impusieron un bloqueo económico y prohibió la venta de armas al gobierno de Carranza.
El resultado es que Carranza no pudo vencer a los zapatistas, no pudo vencer a los villistas, no pudo devolver todas las haciendas confiscadas a sus antiguos dueños y sin el ataque de Columbus, yo creo que el movimiento zapatista no hubiera sobrevivido.
Finalmente, cuando Obregón toma el poder, sí hizo un compromiso con las fuerzas populares, reconociendo la reforma agraria zapatista, haciendo la paz con Villa, impulsando cierta reforma agraria en Chihuahua, lo que Caranza nunca quiso hacer.
Si Carranza hubiera tenido el apoyo norteamericano que Villa le quitó atancando a Columbus, Carranza hubiera tenido la oportunidad de aplastar a todas las fuerzas revolucionarias del país.
En tal sentido, el ataque de Villa a Columbus, con todos los problemas que implicaba (obviamente, era un acto que ponía en peligro la estabilidad de México) sí contribuyó a salvar a las fuerzas revolucionarias del país.

VILLA, EL HOMBRE

clasica
Gran estratega militar
¿Cómo describir al controversial personaje?
El doctor Friedrich Katz, destacado historiador del villismo, considera que estamos ante un personaje que cambia mucho con los tiempos y con la situación objetiva en que se encuentra.
Sin antecedentes políticos, forajido, el auge de Villa resulta de la revolución maderista; antes, no. Es un hombre nuevo.
Lo salvan sus méritos militares. El doctor Katz afirma: el hombre tuvo un talento tremendo como organizador. Si piensa en el hecho de que en diciembre de 1913 este hombre semianalfabeta tuvo que encargarse de la gubernatura de Chihuahua, un estado económicamente avanzado, desarrollado, advertimos que tuvo que resolver cuatro tareas:
—Ganarse apoyo popular
—Organizar un ejército regular, capaz de enfrentar al ejército federal
—Mantener la economía
—Y ganarse la confianza de los norteamericanos.
Fueron retos que finalmente logró dominar.
Organizó la División del Norte, un ejército regular, fuerte y capaz en campaña abierta y en una guerra convencional. Continuó ganándose apoyo popular; siguió siendo una de las personalidades más populares. Y se ganó el respeto norteamericano.
No se puede idealizar a Villa. Era un hombre que podía ser muy sanguinario. Aunque debe reflexionarse sobre un hecho: Las decisiones para fusilar a todos los prisioneros vinieron de Carranza; no fueron de Villa. En todos lo comunicados que enviaba, siempre se decía que por órdenes del Primer Jefe he fusilado a tantos y tantos prisioneros, y no eran todos; eran básicamente -hasata 1915- los oficiales, los orozquistas, pero a los soldados rasos los dejaba ir.
Finalmente, hay otro rasgo muy interesante de Villa. Si hubiera sido un vulgar bandido, a fines de 1915, cuando estuvo derrotado, fácilmente hubiera podido hacer lo que hicieron Batista, Somoza y los tradicionales caudillos latinoamericanos, es decir, tomar todo el dinero de la tesorería de la División del Norte y gozar de la buena vida en el exilio.
Wilson le ofreció asilo. Pero se quedó aquí cinco años, llevando a cabo una vida de constante retos y peligros, sangrienta, de guerrillero, difícil, problemática.
Fue la época de las escaramuzas villistas en Chihuahua, Canutillo y Torreón.
Vino la alianza con Felipe Ángeles, etapa de sueños y utopías. Murieron todos sus aliados.
Finalmente, llegó la hora del retiro. Lo esperaba la Hacienda de Canutillo.
Después de una frustrada alianza con Adolfo de la Huerta contra Obregón y Calles, Villa murió acribillado, cuando conducía un Dodge sobre la avenida Juárez en Hidalgo del Parral, el 20 de julio de 1923.
El historiador Enrique Krauze retoma la importancia de los novelistas de la revolución y describe los últimos momentos de la vida del general Francisco Villa:
“…El carro dobla la esquina y en ese instante se escucha una cerrada descarga. Todos los individuos de aquella casa misteriosa, en cuya puerta siempre se ven hacinadas algunas pacas de pastura y un entrar y salir de hombres armados, como si fuera un cuartel, disparan sobre los ocupantes del Dodge, que luego se desvía y va a chocar contra un árbol. Mientras casi toda la tripulación perece entre murmullos y quejas, que instantáneamente se apagan…”
Krauze redacta el epitafio del villismo:
“Se le sepultó al día siguiente. En muchas partes de México el pueblo lo lloró porque veía en aquella vida una metáfora de la suya propia. La más compleja de las metáforas, hecha de ignorancia y aspiración, de coraje y piedad, de violencia y luz…”
tropas villistas en ciudad juarez
Tropas villistas en Ciudad Juárez.

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