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jueves, 29 de septiembre de 2011

DEMASIADOS POLÍTICOS VEN A BOB ESPONJA


Estudio señala deficiencias de atención de corto tiempo y problemas de aprendizaje en niños que ven Bob Esponja

El personaje de dibujos animados Bob Esponja Pantalones Cuadrados está en entredicho después de la difusión de un estudio que señala deficiencias de atención de corto tiempo y problemas de aprendizaje en niños de cuatro años que vieron brevemente su programa.

Se percibieron los problemas en un estudio realizado entre 60 niños seleccionados al azar, a quienes se les asignaron que miraran “Bob Esponja” o los dibujos animados de ritmo más lento “Caillou” que trasmite PBS (servicio de televisión pública) , o bien que se dedicaran a dibujar.

Inmediatamente después de estas asignaciones de nueve minutos, los niños fueron sometidos a pruebas de funciones mentales. Aquellos que vieron “Bob Esponja” realizaron las tareas con un rendimiento mucho más bajo que los otros.

En investigaciones previas se vinculó a la televisión con problemas de atención de largo plazo en los niños, pero el nuevo estudio señala que pueden ocurrir problemas más inmediatos después de un breve período de exposición, resultados que deberían poner en alerta a los padres de niños pequeños, dijeron los autores del estudio.

Los dibujos animados para niños muestran típicamente unos 22 minutos de acción, por lo cual, mirar un programa completo “podría ser de mayor detrimento”, conjeturaron los investigadores. Pero agregaron que se requiere de mayor evidencia para confirmar esa conclusión.

Los resultados deberían ser interpretados con cautela debido al tamaño reducido del estudio, pero el resultado parece ser sólido y refuerza la idea de que la exposición a los medios constituye un asunto de salud pública, destacó el doctor Dimitri Christakis, especialista en desarrollo infantil del Hospital del Niño de Seattle.

El experto escribió un editorial que acompaña al estudio publicado el lunes en el sitio cibernético de la revista Pediatrics.

Christakis recomendó que los padres necesitan darse cuenta de que los programas muy rápidos no parecen ser los adecuados para los niños muy pequeños.

“Lo que los niños miran tiene gran importancia, no se trata de cuánto tiempo miran”, destacó. Angeline Lillard, catedrática de Psicología de la Universidad de Virginia y directora del estudio, afirmó que “Bob Esponja”, trasmitido por Nickelodeon, no debería ser señalado individualmente.

La experta dijo se hallaron problemas similares en niños que miran programas de dibujos animados muy rápidos.

Lillard agregó que los padres deberían tomar conciencia de que a los niños de muy tierna edad se les afecta la capacidad de aprendizaje y el dominio de sí mismos inmediatamente después de ver programas de ese tipo.

“No recomendaría que vieran esos programas antes de asistir a la escuela o en cualquier etapa en que se espere que presten atención y aprendan”, agregó.

David Bittler, portavoz de Nickelodeon, refutó los resultados y destacó que “Bob Esponja” está dirigido a niños de 6 a 11 años de edad, y no a los niños de 4 años.

“Al reunir a 60 niños de grupos no diversos, que no pertenecen a la audiencia a la que está dirigida el programa, y que miran nueve minutos del programa es una metodología dudosa y posiblemente no sentaría las bases para resultado válido alguno en que los padres puedan confiar”, agregó.

Lillard señaló que se eligió a niños de 4 años porque esa edad “es el período clave durante el cual se ve el mayor desarrollo” de cierto autocontrol de su capacidad.

Este estudio no podría determinar si acaso los niños de otras edades podrían ser afectados de la misma manera. La mayoría de niños eran blancos y procedían de familias de clase media o adinerada.

Estos recibieron pruebas de función mental comunes después de mirar dibujos animados o de dibujar. Los niños que vieron Bob Esponja tuvieron un promedio de 12 puntos menos que los otros dos grupos, cuyo rendimiento fue casi idéntico.

En otra prueba, que medía el dominio de sus facultades y la impulsividad, los niños fueron catalogados por el tiempo que esperaban para comerse unos bocadillos que se les ofrecieron cuando el investigador salió del salón.

El grupo de “Bob Esponja” esperó un promedio de dos minutos y medio, mientras que los otros dos grupos esperaron un promedio de por lo menos cuatro minutos.

El estudio contiene varias limitaciones. Por un lado, los niños no habían sido sometidos a pruebas antes de mirar televisión.

Pero Lillard señaló que ninguno de los niños estudiados había sido diagnosticado con problemas de atención y todos tuvieron puntajes similares en evaluaciones de sus padres sobre su comportamiento.
Fuente: Estamos de la Chingada



Bob esponja - soy un cacahuate por RayoMcQueen

lunes, 7 de febrero de 2011

FAMILIAS ROTAS POR HIJOS HIPERACTIVOS

Entre un 3 y un 7% de niños padece Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, una enfermedad que da lugar a menores impulsivos, desordenados o traviesos y cuyos padres, en muchos casos, no saben que se enfrentan a un problema mental

INMA ZAMORA, MADRID
Cuando a María Jesús le dijeron que su hijo padecía un trastorno mental creyó ver la luz al final del túnel. Acababa de poner punto y aparte a años de incógnitas, médicos y culpabilidad por no haber solucionado el aparentemente irremediable problema de su hijo, cuyo origen se basaba en cuatro letras: TDAH. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una enfermedad genética que se presenta en entre un 3 y un 7% de niños en edad escolar. Su principal problema es el desconocimiento, ya que es un trastorno silencioso y confuso que se camufla entre otras características propias de la personalidad.
NEOGABOX (FLICKR)
No existen test biológicos o pruebas psiquiátricas para detectar este trastorno. Tampoco hay síntomas ni dolencias específicas, sino alteraciones en la personalidad y las facultades de quienes lo padecen. «No es una enfermedad, es su carácter», es una de las muchas frases que pueden convertir a un chico con TDAH en un ignorante acerca de su trastorno. «Vago», «travieso» o «desordenado», son los adjetivos a los que día a día se enfrentan con impotencia miles de padres.
Roberto se enteró siendo adulto de que padecía TDAH. A partir de ahí logró explicarse muchas cosas. «Ya entiende por qué era la oveja negra», explica su mujer, María Jesús Ordóñez. Juntos, se lanzaron hace tiempo a la aventura editorial para explicar en un libro, «No estáis solos», la larga travesía que recorrieron junto a su hijo, con un TDAH no diagnosticado hasta los 14 años a pesar de consultar a varios especialistas.
El trastorno no tiene por qué ser excesivamente traumático si se detecta en edades tempranas, aunque, precisamente, tiempo y silencio son dos factores que juegan en su contra. En el caso de los niños, no saben por qué son como son, por qué se caen con frecuencia o pierden continuamente sus cosas. En cuanto a los adultos, se culpan por lo que creen que es su personalidad. Los padres, por su parte, se castigarán por no conseguir enderezar la conducta del niño.«El número de divorcios es muy elevado en padres que tienen hijos con TDAH. Hay familias con un hijo hiperactivo que están totalmente rotas», comenta María Jesús, quien además asegura que en cada clase puede haber «hasta un niño o dos con este trastorno».

Los «típicos niños malos»

El diagnóstico del TDAH solo es fiable a partir de los seis años,pues antes de esta edad los síntomas pueden confundirse con el comportamiento habitual del niño en la infancia. La llegada a la educación primaria y el aumento en el nivel de exigencia hacen que pueda llegarse al diagnóstico. «Los niños con TDAH se portan mal, tienen malos resultados escolares, algo muy común en otros compañeros», apunta María Jesús, para quien «el chico malo o el adolescente ni-ni sí puede tener una explicación psiquiátrica y puede ser fácilmente un chico con TDAH».
Isabel Rubió, presidenta de la Fundación ADANA, cuya finalidad es mejorar la calidad de vida de personas con este problema, explica que, aunque es necesario alertar de la enfermedad y dar a conocer este trastorno, hay que tener en cuenta que «no todo niño hiperactivo o joven problemático tiene TDAH». Hay, de hecho, una premisa que ha de cumplirse en todos los casos: «La enfermedad tiene que acarrear un severo impedimeento en la vida personal del paciente. Si no, las causas de su conducta serán otras, como una mala educación».

Dinero, tiempo y silencio

Pero el silencio no es la única barrera que juega en contra de este trastorno. Palabras como «medicación» y «psiquiatría» llevan a los padres a buscar explicaciones distintas a las de la enfermedad mental. «Tienen mucho temor a los efectos secundarios y a llevar al niño al psiquiatra», explica Rubió. «Se están estudiando alternativas a la medicación, pero por ahora es la mejor herramienta para que el cerebro del niño crezca al ritmo de sus compañeros y amigos».
El dinero es otro obstáculo. «Un niño con TDAH es el doble de caro que uno normal solo por la cantidad de accidentes que puede tener a lo largo de su infancia», señala María Jesús. Rubió considera, además, que la intervención terapéutica del TDAH es realmente cara. «Muchos tratamientos tienen que hacerse desde la asistencia privada porque la sanidad pública tiene carencias en el tratamiento de trastornos mentales».
Con la medicación adecuada y un correcto tratamiento por parte de padres y profesores el trastorno, aunque crónico, puede sobrellevarse con normalidad durante la edad adulta. «Tenemos niños con TDAH que ahora estudian carreras universitarias con muy buenos resultados», comenta Rubió. De hecho, el hijo de María Jesús y Roberto comenzó hace poco sus estudios universitarios. «Ha sido una plena liberación». Ahora, además, conocen a su hijo. «No sabíamos nada de nuestro hijo, era un perfecto desconocido. Ahora es un niño normal».

Claves del TDAH