MÉXICO (Por Marjorie Miller, de AP).- Casi dos décadas después de que me fui de México, regresé en el Día de los Muertos, un festejo tan colorido como macabro, que se remonta a los tiempos de los aztecas pero que se celebra en el Día de Todos los Santos.
En el Día de Muertos las familias realizan comidas en los cementerios y decoran las tumbas de los seres queridos fallecidos con caléndulas, velas y calaveras de azúcar. La celebración de cada 2 de noviembre siempre fue una de mis favoritas, como le conté a un amigo que me recibió en el aeropuerto de la Ciudad de México en las mismas fechas del año pasado.
"Ahora todos los días son el Día de los Muertos", me respondió secamente. "Tenemos 40,000 días de muertos".
Mi amigo aludía a la cantidad de gente que se cree falleció desde que Felipe Calderón asumió la Presidencia y lanzó una ofensiva contra los carteles que trafican drogas. Mientras recorríamos una capital más moderna y próspera que la que dejé en 1993, me habló de un país en el que ha habido muchos avances pero que al mismo tiempo padece una barbarie.
Había más familias visitando más tumbas.
El México que yo dejé era gobernado todavía por el PRI, que detentó el poder casi 70 años mediante una mezcla de asignaciones de fondos con fines proselitistas y de fraude.
La retórica política era antiestadounidense. Todavía no se anos modernos construyen sobre las ruinas de generaciones pasadas. Han sido derribados viejos edificios del Paseo de la Reforma en la capital. La Bolsa den caros. Internet estaba apenas comenzando y la mayoría de los mexicanos se informaban a través de medios subsidiados por el gobierno que resaltaban las actividades del Presidente y las obras públicas.
Ya operaban los carteles de las drogas, que transportaban cocaína sudamericana y mariguana mexicana al norte para abastecer el voraz apetito de Estados Unidos por drogas ilegales. Sin duda, había violencia en la década de 1990.
El arzobispo de Guadalajara fue asesinado por barones de la droga en lo que fue catalogado como "un error" y también al candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio, en un caso jamás aclarado.
Además, apareció la guerrilla el El EZLN en Chiapas para exigir justicia.
México, no obstante, no era visto como un país particularmente violento por entonces. No se llevaba la cuenta de los muertos.
Hoy me encuentro con un país muy cambiado, que a veces parece estar volviendo al punto de partida. Elecciones limpias llevaron al gobierno al PAN de Calderón hace una década, pero los mexicanos parecen encaminados a devolver el poder al PRI.Igual que los aztecas y los españoles, los mexicanos modernos construyen sobre las ruinas de generaciones pasadas. Han sido derribados viejos edificios del Paseo de la Reforma en la capital. La Bolsa de Valores, que otrora sobresalía en el bulevar como un solitario cactus saguaro en el desierto, está rodeada ahora de grandes edificios que albergan bancos y hoteles internacionales. Hay cafés Starbucks en muchas esquinas, reflejando la globalización de México. También es evidente la mexicanización del Starbucks local, que ofrece el típico pan de muerto. Los políticos mexicanos son a veces abiertamente proestadounidenses y México es verdaderamente multinacional, al punto de que cuenta grandes tiendas e la cadena Costco y con concesionarias de Ferrari. Los platos esmaltados que usan tradicionalmente los pobres ya no son fabricados en el país sino que vienen de la China. Por otro lado, México exporta más productos manufacturados que petróleo, al revés de lo que sucedía 20 años atrás, lo que es un signo de una economía más desarrollada. El libre comercio de comestibles hizo que muchos agricultores se fuesen a las ciudades, donde hay una clase media visiblemente más grande, pero también llena de jóvenes ``nini'': que ni estudian ni trabajan y son susceptibles a terminar al servicio de los carteles de las drogas.Los diarios son más profesionales y no dependen de la publicidad oficial. La cadena televisiva estatal Televisa sigue siendo la más popular en el campo, pero en las ciudades grandes hay disponibles canales de cable que ofrecen una cobertura noticiosa más punzante y crítica.La televisión continúa mostrando voluptuosas mujeres ligeramente vestidas para dar el estado del tiempo y quienes parecen que hubieran parado en la estación de regreso de una fiesta.Se alternan con locutores en trajes negros que dan el parte de los muertos del día, como si estuviesen dando el estado del tiempo. Un diario tiene un nombre para esa cuenta macabra: el ejecutómetro. A menudo se tiene la sensación de que la violencia es algo que sucede lejos de Ciudad de México. Se dice que los grandes capos quieren venir de compras y lavar su dinero aquí, y no desean atraer la atención de las autoridades, por lo que hacen sus ajustes de cuentas en otros sitios. Mis amigos me preguntan si la capital es segura, y, como tantos políticos y la mayor parte de la gente de aquí, les digo que me siento a salvo porque las matanzas generalmente ocurren en otros lugares. Salimos a cenar, vamos al cine o al teatro. Los domingos no se permite el tránsito de automóviles en el Paseo de la Reforma, que es invadido por bicicletas, sobre todo en la primavera, cuan sido decapitadas y las cabezas son exhibidas como si fuesen trofeos aztecas... o golosinas del Día de los Muertos. Los mexicanos tratan de adaptarlas e incluso en las novelas que se transmiten todas las noches por televisión. Los mexicanos, siempre creativos con su vocabulario, hablan de narcomascotas (el pavo real) y de camisetas narcopolo (imitaciones de Ralph Lauren).La violencia hace apariciones fantasmales en fiestas y reuniones familiares, donde a un comensal le faltan tres dedos, recuerdo de su secuestro y también de los tres mensajes que recibió su familia con demandas de rescate. En una recepción navideña, el dueño de una cadena de salas de cine relata historias de extorsiones y del pistolero que siguió a su presa a un cine de Ciudad Juárez y esperó a que terminase la película para matarlo.El México que tanto disfruté antes se encogió a la mitad si hablamos del territorio que ya no es considerado seguro: Los estados de Durango y Tamaulipas son sumamente peligrosos, lo mismo que la mayor parte de Michoacán.En las ciudades de Monterrey y Guadalajara, en Acapulco y, más recientemente, en el puerto de Veracruz, las cosas no pintan bien y se están poniendo peor. Aparecen cadáveres colgando de puentes y camiones que arrojan decenas de cuerpos a la calle. Muchas de las víctimas hs no tendrán participación en algunos casos. Ya pasaron 12 meses desde mi retorno y las caléndulas han florecido nuevamente. Se venden calase. En las carreteras de Zacatecas abundan los robos y secuestros, según informa en primera plana el diario Reforma. Ahora es mejor usar otras rutas. En lugar de planificar bodas en Acapulco, los pudientes lo hacen en la Ciudad de México. A veces se dice que la gente no votará por el partido en el poder sino por los otros, tal vez añorando los tiempos en que no había tanta violencia. México es un país donde se producen muchos asesinatos en masa. Las atrocidades se suceden una a la vez o también por olas, y luego de las previsibles manifestaciones de condena e indignación, las cosas no cambian demasiado.Las matanzas pasan a ser una frase hecha: 72 migrantes que fueron asesinados en Tamaulipas o los 183 cadáveres excavados de fosas comunes allí mismo.Los 52 muertos en casino de Monterrey incendiado, los 35 cadáveres arrojados en Boca del Río, Veracruz, o las fosas clandestinas de Durango, donde fueron hallados más cadáveres que en Tamaulipas: 224. El gobierno dice que la violencia obedece a que los miembros de los cárteles se están matando entre ellos mismos, pero las bajas de inocentes van en aumento y algunos mexicanos se preguntan si las autoridades no tendrán participación en algunos casos. Ya pasaron 12 meses desde mi retorno y las caléndulas han florecido nuevamente. Se venden calaveras de azúcar y Pan de Muerto. Como anteriormente, compro esqueletos de papel para colgar durante las festividades, pero este año, igual que mi amigo que me recogió en el aeropuerto, pienso en los muertos y en las tumbas: otros 10.000, según la prensa.
Y por más que el Día de los Muertos se parezca a los del pasado, no se siente tanto ambiente de fiesta.
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lunes, 31 de octubre de 2011
lunes, 18 de abril de 2011
¿DEBE PUBLICARSE ÉSTA FOTOGRAFÍA?
Pablo Ordáz / Blog El País
Déjenme que les haga una pregunta: ¿se debe publicar la fotografía de una mujer colgada de un puente de Monterrey, desnuda de cintura para arriba, con un mensaje de sus asesinos pintado en la espalda?
Sí. ¿Por qué? No. ¿Por qué? Depende. ¿De qué…?
Cuartoscuro, una muy buena revista de fotografía que se edita en México DF cada dos meses, cuesta 30 pesos (1,8 euros) y ya cuenta con 18 años de vida, dedica su último número a un debate recurrente en México desde que arreció la violencia asociada al narcotráfico. ¿Deben publicarse las fotografías de los ajusticiados medio desnudos, de las cabezas sin cuerpo colocadas en la acera, de los jóvenes cuerpos apilados en la morgue siempre repleta de Ciudad Juárez, de los niños que acaban de quedarse huérfanos abrazados a jóvenes abuelas que a su vez se abrazan a grises ataúdes de cinc? ¿Qué debe hacer un fotógrafo cuando llega a un rancho de Tamaulipas y se encuentra los cuerpos sin vida de 72 migrantes asesinados quién sabe por quién ni por qué? ¿Hacer clic? ¿O tal vez cerrar los ojos, guardar la cámara, darse la vuelta?
“Publicar o no, he ahí el dilema”. Así se titula uno de los reportajes de la revista. Un reportaje que da voz a fotoperiodistas, editores, escritores, profesores universitarios. Fernando Brito, editor de fotografía del diario El Debate de Sinaloa, es rotundo: “Como medio no puedes dejar de publicar lo que está sucediendo en la ciudad o en el país. No podemos hacernos los ciegos”. El escritor Paco Ignacio Taibo II va más allá: “Yo no diría que no deben publicarse, el problema es cómo se publican. Cuando lo que quieres es impactar a la opinión pública para mostrarle que hay cosas que están sucediendo y que no puedes cerrar los ojos frente a ellas, a mí me parece legítimo publicar las imágenes. Cuando se reitera una y otra vez y lo único que se trata de hacer es el cuerpo descuartizado, la cabeza cortada, el niño muerto, etc, etc, se está apelando a la mentalidad morbosa de la ciudadanía y de esa manera moralmente no suerte el mismo efecto, sino que es contrario”. Hay quien, como el investigador jurídico Ernesto Villanueva, tiene claro que “la libertad de expresión reclama la difusión de imágenes violentas; no se puede tapar el sol con un dedo”. Y quienes como Alejandro Sánchez Camacho –impulsor de una iniciativa para regular la publicación de “imágenes violentas—está convencido de que no deben publicarse: “Hay un impacto psicológico considerable, no sólo en las familias de los afectados, sino también en el conjunto social”.
El debate es sin duda apasionante. El director de Cuartoscuro, Pedro Valtierra, explicó su posición a este periódico: “Hay grupos que están interesados en que no se publiquen este tipo de fotos. Es una vieja idea de los grupos conservadores del país, quienes culpan a los periodistas de estar contribuyendo a la violencia. Pero no es tan simple. Creo que buena parte de lo que está sucediendo ahora en México tiene mucho que ver con que la sociedad que no ha mirado al fondo de las cosas, no hemos sido autocríticos. Porque, como hemos expuesto en la revista, el fenómeno no es nuevo. La violencia tal como la estamos retratando ahora –los descabezados, los ahorcados…-- ya existía en México desde la Revolución, desde la época de los cristeros. Ya desde entonces se cometían ese tipo de crímenes”.
Es un debate difícil y doloroso y por eso también necesario. Publicar o no, he ahí el dilema.
lunes, 28 de marzo de 2011
México: entre la responsabilidad y la censura de los medios
Ignacio de los Reyes / BBC Mundo, México
Mientras la cadena de televisión mexicana Televisa impulsaba un acuerdo con más de 700 empresas informativas para evitar que la cobertura de la violencia contribuya a "propagar el terror entre la población". Un pacto que también contempla la protección de periodistas en situación de riesgo.
Menos de 24 horas después de su rúbrica, el cuerpo de José Luis Cerda, conductor de un programa de entretenimiento de esta cadena, fue hallado sin vida en Monterrey después de haber sido secuestrado a unas calles de las oficinas del canal.
Con él, fue asesinado su acompañante, el joven reportero del periódico La Prensa de Monclova, Coahuila, Luis Emanuel Ruiz Carrillo.
La misa para despedir a Luis Emanuel fue en la iglesia San José Obrero, de la colonia Obrera Sur de la Capital del Acero, la cual fue ofrecida por el obispo Raúl Vera, quien dio el pésame a la familia y aseguró que Luis ahora está descansando en un lugar mejor.
Durante la homilía, el Obispo señaló que esta desgracia se debe a las malas estrategias que tiene el Gobierno federal para combatir la delincuencia organizada, ya que tanta violencia hace que mueran personas inocentes.
“La muerte de este joven que estaba en búsqueda de su sueño y que iniciaba su carrera profesional se vio truncada porque no están respondiendo las personas que deberían de responder y esto nos indigna a todos”, señaló.
Dijo que unos cuantos cobran salarios por cometer actos corruptivos que hacen que esta sociedad se descomponga más y que personas inocentes paguen por sus malos manejos.
Destacó que el Luis tenía una profesión muy bonita con la cual tiene informada a todas las personas de los acontecimientos diarios, y además podía ayudar a quienes más lo necesitaran, pero también muy difícil, ya que en estos momentos el saber mucho le ha costado la vida a algunos comunicadores.
Durante la homilía, el Obispo señaló que esta desgracia se debe a las malas estrategias que tiene el Gobierno federal para combatir la delincuencia organizada, ya que tanta violencia hace que mueran personas inocentes.
“La muerte de este joven que estaba en búsqueda de su sueño y que iniciaba su carrera profesional se vio truncada porque no están respondiendo las personas que deberían de responder y esto nos indigna a todos”, señaló.
Dijo que unos cuantos cobran salarios por cometer actos corruptivos que hacen que esta sociedad se descomponga más y que personas inocentes paguen por sus malos manejos.
Destacó que el Luis tenía una profesión muy bonita con la cual tiene informada a todas las personas de los acontecimientos diarios, y además podía ayudar a quienes más lo necesitaran, pero también muy difícil, ya que en estos momentos el saber mucho le ha costado la vida a algunos comunicadores.
viernes, 25 de marzo de 2011
MEDIOS MEXICANOS PACTAN COBERTURA DE LA VIOLENCIA
Medio centenar de grupos de medios de comunicación mexicanos pactaron seguir una serie de criterios comunes para cubrir la violencia del crimen organizado que azota al país.
El acuerdo establece pautas para que la cobertura informativa de la violencia del narcotráfico "no sirva para propagar terror entre la población, sin demérito de la independencia editorial de cada medio" y evitar convertirse "en "voceros involuntarios" de los delincuentes.
Los medios signatarios se comprometieron, entre otras cosas, a evitar el lenguaje y la terminología empleados por los delincuentes", impedir que estos "se conviertan en víctimas o héroes públicos" y desechar cualquier "información que provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos".
Una decena de universidades, organizaciones civiles, ONGs y más de 250 personalidades se sumaron también al denominado "Acuerdo para la cobertura informativa de la violencia".
martes, 14 de diciembre de 2010
SALVANDO AL PERIODISMO MEXICANO
El Centro Knight invitó a Luis Manuel Botello, del Centro Internacional para Periodistas, a contar su experiencia de participar en una reunión efectuada en El Paso, Texas, donde editores, periodistas y académicos analizaron la violencia contra los periodistas que trabajan a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos.
Por Luis Manuel Botello, Director Senior de Proyectos Especiales-Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por su nombre en inglés):
El periodista siempre vive con una tensión natural de la labor que ejerce. Para llegar a la verdad de los temas que cubre, el periodista debe desarrollar no sólo un amplio conocimiento de los asuntos públicos, sino también debe tener un buen olfato periodístico que lo ponga en el lugar y tiempo indicado para cubrir un hecho. Sin embargo, para los periodistas que laboran en zonas de conflicto, estas habilidades periodísticas pueden representar la muerte.
Alejandro Hernández Palacio, un reportero de Televisa en Torreón, Coahuila, México, sólo quería cubrir una nota que para cualquiera sería una gran noticia. La directora de un penal en el vecino estado de Durango dejaba salir en las noches a los reos para que cometieran ejecuciones. Desafortunadamente, Hernández Palacio no pudo reportar la nota, ya que cerca al presidio, él y otros tres colegas fueron secuestrados por un comando de narcotraficantes que deseaban que Televisa divulgara mensajes del crimen organizado.
“Para el periodismo en México, esto es un infierno”, dijo Hernández Palacio, ante un grupo de periodistas y editores de diarios de la frontera de Estados Unidos-México que se reunieron en El Paso, Texas. Hernández Palacio y sus colegas fueron liberados días después, luego de ser torturados. Esta horrible experiencia lo hizo abandonar México y, junto a su familia, está solicitando asilo en Estados Unidos. “No quiero regresar para exponer a mi familia”, dijo Hernández Palacio en forma emotiva y tratando de contener el llanto.
Los periodistas secuestrados en Durango lograron salvar sus vidas en esta ocasión, pero esa misma suerte no la han tenido otros 258 periodistas asesinados o presuntamente asesinados en América Latina en los últimos 15 años, según cifras dadas a conocer por el Proyecto Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). De estos asesinatos, sólo se ha hecho justicia en 59 casos, indica el informe titulado “La Muerte de la Noticia: Muchas notas quedan sin publicar debido a los asesinatos de periodistas latinoamericanos”, auspiciado por la Fundación John S. y James L. Knight Foundation. El nivel de impunidad es tan alto que hace de los periodistas una presa fácil del crimen organizado. Sólo en México, 89 periodistas han sido asesinados desde 1995; 19 de estos casos son periodistas desaparecidos, agrega el informe.
Ante esta situación, ¿qué hacer? La reunión de editores y periodistas organizada por la SIP y la Asociación de Editores de Estados Unidos (ASNE, por su sigla en inglés), sirvió para tratar de fomentar una mayor cobertura en conjunto entre periodistas de México y Estados Unidos. Editores de ambos lados de la frontera coincidieron en que hay interés público por conocer lo que ocurre en la frontera. Alrededor de un millón de personas cruzan la frontera todos los días, dijo Tim Johnson, jefe de la corresponsalía en México para la cadena de periódicos McClatchy.
Sin embargo, esta cobertura no será fácil. Existe desconfianza mutua entre algunos periodistas de México y Estados Unidos. Los periodistas de México, por lo general, cubren el conflicto armado sin ningún seguro médico y, se cree, los altos niveles de corrupción podrían haber comprometido la credibilidad de algunos periodistas en México. Alejandro Junco de la Vega, presidente del Grupo Reforma de México, dice que le resulta muy extraño que en ocasiones periodistas que cubren hechos violentos llegan más tarde sólo para tomar fotos y videos de los otros periodistas que están trabajando. Esto también ha provocado una falta de solidaridad entre los periodistas mexicanos. Por otro lado, debido a que la violencia no ha llegado a la Ciudad de México, la prensa nacional no cubre con seguimiento la violencia en la frontera, dejando aún más vulnerables a los periodistas que a diario cubren la llamada guerra contra el narcotráfico. Y es que en México la violencia ha llegado al menos a una docena de estados, sin tocar a la capital mexicana. que es donde se encuentra centralizada la información.
Los retos para los periodistas de la frontera y que cubren la violencia, son preocupantes. Sin embargo, fueron varias las recomendaciones que surgieron. Sin duda alguna, es imperante la capacitación continua sobre la cobertura de conflicto y que lleve a la adopción de ciertos estándares que ayuden a la toma de decisiones éticas en la cobertura del crimen organizado. Otro aspecto importante es la capacitación en temas relacionados con la libertad de expresión y que ayude a los periodistas a familiarizarse con los mecanismos internacionales de protección de periodistas, a la vez que se fortalecen a las organizaciones locales encargadas de monitorear la libertad de prensa.
Estos programas de capacitación deben tener un carácter descentralizado y que llegue a periodistas de la frontera y otros estados afectados por la violencia. El fortalecimiento de la cobertura en equipo con periodistas de ambos lados de la frontera y de las unidades de investigación en casos de periodistas asesinados, ayudaría a fomentar más la solidaridad a la vez que se sensibilizaría a la sociedad civil sobre la importancia de preservar la prensa libre e independiente.
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