Los hijos se van...
Hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad.
No es que se van... es que la vida se los lleva.
Ya no eres su centro.
Ya no eres propietario, eres consejero.
No diriges, aceptas. No mandas, acompañas.
No proyectas, respetas.
Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.
Ya les crecieron alas y quieren volar.
Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro.
Ya les pasó las borrascas de la adolescencia y tomaron el timón.
Ya miraron de frente la vida y sintieron el llamado, para vivirla por su cuenta.
Ya saben que son capaces de las mayores aventuras, y de la más completa realización. Ya buscarán un amor, que los respete, que quiera compartir sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino, que les endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir.
Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán la sabiduría y las fuerzas para soltarlas, así, otro amor les llegará para compartir sus vidas en armonía.
Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir. Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad, enfrentar el viento de la vida, al sombro del amor y al rendimiento de sus facultades.
Tienen un camino y quieren explorarlo, lo importante es que sepan desandarlo, tienen alas y quieren abrirlas. Lo importante es el corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel.
Que la rienda sea con responsabilidad, y la formación, llena de luz.
Tú quedas adentro. En el cimiento de su edificio, en la raíz de su árbol, en la corteza de su estructura, en lo profundo de su corazón. Tu quedas atrás.
En la estela luminosa que deja el barco al partir.
En el beso que les mandas.
En el pañuelo que los despide.
En la oración que los sigue.
¡En la lágrima que los acompaña!
Tú quedas siempre en su interior aunque cambies de lugar.
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domingo, 18 de marzo de 2012
miércoles, 18 de enero de 2012
LA VIDA... COMO UN CERILLO
Mateo, de dos años y con la energía de un niño feliz, brinca desde la orilla de la alberca y se sumerge dentro del agua una y mil veces sin parar. Se siente muy seguro y confiado gracias a los flotis que su mamá le colocó a regañadientes en los brazos.
Al preparar su siguiente salto al agua, más rápido de lo que pude reaccionar, se quitó uno de los flotadores –decidió que le estorbaba– y lo aventó fuera de la alberca. ¡Splash!, se lanzó como siempre, sólo que sintió la angustiosa realidad de hundirse sorpresivamente.
Como en cámara lenta mi mente lo registró y lo saqué tan rápido como pude. Segundos eternos en los que los dos aprendimos la lección. Mateo sobre la utilidad de esos aditamentos que creía una necedad; y la abuela, sobre la fragilidad de la vida.
Así somos los humanos. Decía Borges que no hay un absurdo mayor que la inmortalidad de los dioses, porque cuando crees que vas a vivir eternamente es cuando cometes tonterías. ¡Ah, es cierto! Necesitamos que la vida nos quite un flotador para entonces sí apreciarla. Irónicamente requerimos de las crisis y la fricción, necesitamos sentir el hundimiento, el vacío y tener algún tipo de disonancia, de dolor, porque, paradójicamente, es lo que nos abre a la vida.
La mayoría de los que llegamos a los 50 o ya los pasamos, nos hemos tambaleado en alguna área: en el trabajo, la relación de pareja, algún problema de salud, alguna pérdida, un problema con un hijo, algún tipo de adicción o lo que sea, es parte de la vida.
Cuando pasas por una crisis ineludible, como por ejemplo, la de la mitad de la vida, una de las cosas que más te pega es darte cuenta de que eres mortal, que has llegado a la cima de tu edad biológica y que, te guste o no, comienza el mediodía de tu existencia. Y al igual que Mateo, sientes que te quitan un flotador. La vida te da un aviso para que la vivas y la disfrutes con intensidad, porque pronto se puede terminar. Como diría Nietzsche: "La vida no es una mujer seductora; la vida es una mujer que te grita que luches por ser dignlo con la primera visión es muy probable que la amargura te invada, o lo que es lo mismo, que la vida te quite el otro flotador y te sientas muerto en vida. Nuevamente, como dijo Nietzsche: "Eres igual que un cerillo, para que puedas vivir tienes que consumirte". Así es, a ese consumirnos constantemente le llamamos vida. Sólo cuando le daen cada cumpleaños, festejas vivir un año más y, al mismo tiempo, sientes el pellizco en el estómago porque sabes que significa vivir un año menos.
Este punto de quiebre nos ofrece dos lecturas: la primera es la de la pérdida en varios de sus niveles: pérdida de energía, del gozo de la irresponsabilidad, de los desvelos sin consecuencia o de la urgencia por construir un futuro. La segunda es la lectura de una ganancia: un despertar en la mirada que aprecia el mundo de diferente manera y disfruta la belleza del instante, de lo simple, te das cuenta de que lo que antes te deslumbraba, no es en realidad lo que te hace feliz, y de que el momento para ser la mejor versión de ti mismo es ahora.
Cuando te quedas sólo con la primera visión es muy probable que l 31px;">Al preparar su lo que es lo mismo, que más rápido de lo que pude reaccionar, se quitó uno de los flotadores –decidió que le estorbaba– y lo aventó fuera de la alberca. ¡Splash!, se lanzó como siempre, sólo que sintió la angustiosa realidad de hundirse sorpresivamente.mos valor a la muerte, le damos valor a la vida. Es por eso que pasados los 50 años, la vida toma un sentido maravilloso, cómo vivirla es nuestra opción.
Al preparar su siguiente salto al agua, más rápido de lo que pude reaccionar, se quitó uno de los flotadores –decidió que le estorbaba– y lo aventó fuera de la alberca. ¡Splash!, se lanzó como siempre, sólo que sintió la angustiosa realidad de hundirse sorpresivamente.
Como en cámara lenta mi mente lo registró y lo saqué tan rápido como pude. Segundos eternos en los que los dos aprendimos la lección. Mateo sobre la utilidad de esos aditamentos que creía una necedad; y la abuela, sobre la fragilidad de la vida.
Así somos los humanos. Decía Borges que no hay un absurdo mayor que la inmortalidad de los dioses, porque cuando crees que vas a vivir eternamente es cuando cometes tonterías. ¡Ah, es cierto! Necesitamos que la vida nos quite un flotador para entonces sí apreciarla. Irónicamente requerimos de las crisis y la fricción, necesitamos sentir el hundimiento, el vacío y tener algún tipo de disonancia, de dolor, porque, paradójicamente, es lo que nos abre a la vida.
La mayoría de los que llegamos a los 50 o ya los pasamos, nos hemos tambaleado en alguna área: en el trabajo, la relación de pareja, algún problema de salud, alguna pérdida, un problema con un hijo, algún tipo de adicción o lo que sea, es parte de la vida.
Cuando pasas por una crisis ineludible, como por ejemplo, la de la mitad de la vida, una de las cosas que más te pega es darte cuenta de que eres mortal, que has llegado a la cima de tu edad biológica y que, te guste o no, comienza el mediodía de tu existencia. Y al igual que Mateo, sientes que te quitan un flotador. La vida te da un aviso para que la vivas y la disfrutes con intensidad, porque pronto se puede terminar. Como diría Nietzsche: "La vida no es una mujer seductora; la vida es una mujer que te grita que luches por ser dignlo con la primera visión es muy probable que la amargura te invada, o lo que es lo mismo, que la vida te quite el otro flotador y te sientas muerto en vida. Nuevamente, como dijo Nietzsche: "Eres igual que un cerillo, para que puedas vivir tienes que consumirte". Así es, a ese consumirnos constantemente le llamamos vida. Sólo cuando le daen cada cumpleaños, festejas vivir un año más y, al mismo tiempo, sientes el pellizco en el estómago porque sabes que significa vivir un año menos.
Este punto de quiebre nos ofrece dos lecturas: la primera es la de la pérdida en varios de sus niveles: pérdida de energía, del gozo de la irresponsabilidad, de los desvelos sin consecuencia o de la urgencia por construir un futuro. La segunda es la lectura de una ganancia: un despertar en la mirada que aprecia el mundo de diferente manera y disfruta la belleza del instante, de lo simple, te das cuenta de que lo que antes te deslumbraba, no es en realidad lo que te hace feliz, y de que el momento para ser la mejor versión de ti mismo es ahora.
Cuando te quedas sólo con la primera visión es muy probable que l 31px;">Al preparar su lo que es lo mismo, que más rápido de lo que pude reaccionar, se quitó uno de los flotadores –decidió que le estorbaba– y lo aventó fuera de la alberca. ¡Splash!, se lanzó como siempre, sólo que sintió la angustiosa realidad de hundirse sorpresivamente.mos valor a la muerte, le damos valor a la vida. Es por eso que pasados los 50 años, la vida toma un sentido maravilloso, cómo vivirla es nuestra opción.
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jueves, 24 de marzo de 2011
HOMBRE Y AVIONES: ¿SE PARECEN?
El Hombre, hasta los 20 años: Avión de Papel. Sólo vuelos rápidos, de corto alcance y duración. De los 20 a los 30: Caza Militar. Siempre listos, 7 días por semana. Ataca cualquier objetivo. Capaz de ejecutar varias misiones, aunque estén separadas por cortos intervalos de tiempo. De los 30 a los 40: Aeronave Comercial de Vuelos Internacionales. |
Opera en horario regular. Destinos de alto nivel. Vuelos largos, con pocas sorpresas.La clientela llega con gran expectativa; al final, sale cansada, pero satisfecha.
De los 40 a los 50:
De los 40 a los 50:
Aeronave Comercial de Vuelos Regionales.
Mantiene horarios regulares. Destinos bastante conocidos y de rutina.
Los vuelos no siempre salen en el horario previsto, lo que requiere cambios y adaptaciones que irritan a la clientela.
De los 50 a los 60:
Los vuelos no siempre salen en el horario previsto, lo que requiere cambios y adaptaciones que irritan a la clientela.
De los 50 a los 60:
Aeronave de Carga.
Preparación intensa y mucho trabajo antes del despegue. Una vez en el aire, maniobra lentamente y proporciona menos confort durante el viaje.
La clientela está compuesta principalmente por bolsos y bultos diversos.
De los 60 a los 70:
La clientela está compuesta principalmente por bolsos y bultos diversos.
De los 60 a los 70:
Ala Delta.
Exige excelentes condiciones externas para levantar vuelo. Da un trabajo enorme el despegue y, después, evita maniobras bruscas para no caer antes de hora.
Después del aterrizaje, desmonta y guarda el equipamiento.
De los 70 a los 80:
Planeador.
Sólo vuela eventualmente y con auxilio. Repertorio de maniobras extremamente limitado. Una vez en tierra, precisa ayuda hasta para volver al hangar.
Después de los 80:
Modelo Antiguo.
Sólo adorno.
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martes, 25 de mayo de 2010
APRENDAMOS DE LOS VIEJOS
Lo que enseña este señor es conmovedor y como Bárbaro del Norte lo recomiendo como un ejemplo a seguir por todos los que ya andamos pisando los talones a los 60 años o por los que piensan en retirarse.
Cuando envejecemos comenzamos a dudar de nuestra capacidad de “hacer la diferencia”. Nos sentimos sin deseos de producir cosas nuevas; pensamos que "chango viejo no aprende maroma nueva" y es precisamente en estos momentos cuando nuestras esperanzas requieren ser alimentadas por realizaciones notables de personas mayores que nosotros, que han tenido el coraje de aceptar los desafios que la vida presenta en la edad avanzada.

Harold Schlumberg es una de esas personas.
- “Muchos me preguntan, ¿qué hacen los ancianos despues de jubilados?
“Bueno, yo tengo la suerte de ser graduado en ingenieria química y una de las cosas que más me gusta hacer es transformar cervezas, vinos y otras bebidas alcohólicas en orina”
¡¡¡HAROLD DEBERÍA SER UN MOTIVO DE INSPIRACIÓN PARA TODOS NOSOTROS !!!
Cuando envejecemos comenzamos a dudar de nuestra capacidad de “hacer la diferencia”. Nos sentimos sin deseos de producir cosas nuevas; pensamos que "chango viejo no aprende maroma nueva" y es precisamente en estos momentos cuando nuestras esperanzas requieren ser alimentadas por realizaciones notables de personas mayores que nosotros, que han tenido el coraje de aceptar los desafios que la vida presenta en la edad avanzada.

Harold Schlumberg es una de esas personas.
- “Muchos me preguntan, ¿qué hacen los ancianos despues de jubilados?
“Bueno, yo tengo la suerte de ser graduado en ingenieria química y una de las cosas que más me gusta hacer es transformar cervezas, vinos y otras bebidas alcohólicas en orina”
¡¡¡HAROLD DEBERÍA SER UN MOTIVO DE INSPIRACIÓN PARA TODOS NOSOTROS !!!
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