A solo 10 días del último debate y a un mes de la jugada final en las urnas, el tablero del ajedrez presidencial 2012 se sacude. Desde adentro y desde afuera.
Es la última oportunidad de trazar el jaque mate al rival, de exhibir sus debilidades, de arrinconarlo para que no tenga salida y, de ser posible, ponerlo fuera del juego.
Todos van por el resto antes del 10 de junio, fecha en la que se jugará una nueva partida, el segundo debate. Los rivales tienen que llegar debilitados. O, cuando menos, se tiene que tejer una jugada a muerte que los termine de descalificar ese día.
Porque después del 10 de junio, todo lucirá dentro del protocolo. Entre el cierre de campañas y los días de silencio previos al primero de julio, ya no habrá tiempo. Por eso, las jugadas de los próximos 12 días serán cruciales.
Unos se moverán a la defensiva, buscando resguardar la ventaja que les dan las encuestas. Otros desplegarán su ofensiva final intentando el contragolpe.
Y todos buscarán a los mejores asesores nacionales y extranjeros para consumar su juego. Desde el abierto que pontifica la imagen, pasando por las sorprendentes y combativas redes sociales, hasta el oscuro que se teje con los estrategas de las guerras sucias.
Pero por encima de las manos que oficialmente mueven las piezas en el tablero político 2012, se traslucen jugadas inesperadas, algunas secretas. Son manos que se hacen presentes para incidir y convertirse en factótum.
Y nadie puede decir que 12 días son pocos. Un día bastó, el del primer debate, para que Gabriel Quadri, aun con el lastre que le adjudican a Elba Esther Gordillo, triplicara sus preferencias electorales.
Hace dos semanas, nadie conocía a los jóvenes del movimiento #YoSoy132. Y la dinámica de las campañas cambió, no desde la visión de Televisa o de la muy popular UNAM, sino desde las poderosas redes sociales y desde la elitista Ibero.
Y bastaron unos días de mayo para que nuevos elementos entraran a modificar sustantivamente el juego.
La detención de los tres generales, la incriminación del ex gobernador priista Tomás Yarrington por presunto lavado de dinero destinado a las campañas, la detención del ex gobernador perredista Narciso Agúndez, ahora aliado verde del PRI, y la ola antisindical contra los líderes de siempre, desde Elba Esther Gordillo hasta Carlos Romero Deschamps.
Hay quienes dicen que el juego se abrirá todavía más. Y que desde Los Pinos, en un eje con Estados Unidos, vendrán nuevas revelaciones, testimonios que podrían despejarle el camino a unos o poner en jaque a otros. Analicemos.
Caballos verde olivo
En cuarteles o en activo, las fuerzas armadas son un factor decisivo en las jugadas electorales. Sus redes de inteligencia suelen anticipar el siguiente movimiento.
Y si después de la Revolución Mexicana hay algún sexenio en el que juegan un papel estratégico, es en éste.
Porque es ahora cuando los uniformes fueron obligados a abandonar los cuarteles para reforzar las tareas de los civiles en la guerra contra el narcotráfico. Eran reserva, y ahora están en activo.
Pero, de súbito, a seis semanas de la elección presidencial, se da una jugada desconcertante. Tres generales son detenidos, colocados en arraigo, sujetos a investigaciones por presuntos vínculos con el crimen organizado.
La jugada intranquiliza al tablero verde. Sobre todo porque a dos semanas de la detención, nadie puede decir por qué los sacaron del tablero.
Uno de los arrestos preocupa más que los otros dos. El del general Tomás Ángeles Dauahare. Un respetado jefe de las fuerzas armadas con fuerte influencia en las milicias más tradicionales.
Era un caballo que se desplazaba de izquierda a derecha. Lo mismo en las confianzas de Andrés Manuel López Obrador, que del presidente de la República. Incluso se le ubicaba como jugador clave del próximo sexenio si Enrique Peña Nieto ganara la Presidencia.
Dicen que su detención y arraigo son producto de una larga investigación. Que su nombre apenas asoma de una lista de militares de alto rango que la DEA pretende involucrar con el narcotráfico. Pero, hasta ahora, nada.
Por eso surge la pregunta. Si la presunta investigación viene desde hace meses, ¿por qué ahora, en la antesala de la elección presidencial? ¿Por qué arriesgarse sin la contundencia de una acusación en firme? ¿Para qué agitar los mandos militares en una transición tan delicada?
Si esas preguntas no encuentran respuesta, estaríamos hablando de un ajuste de cuentas. De una intriga palaciega para garantizar un control transexenal de las fuerzas armadas. Y las consecuencias podrían ser funestas.
Los sindicatos de maestros y petroleros
Elba Esther Gordillo es una rara pieza del tablero mexicano. Todos buscan darle jaque a La Maestra, pero sin el poder de su sindicato, todos están mate.
Jugó en el tablero azul en 2006, y ganó. Forjó las alianzas en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, y ganó.
Enrique Peña Nieto la reconcilió con el PRI. Y cuando ya se veía consumada su jugada 2012 en el tablero tricolor, la alianza con la reina del magisterio se fracturó.
La improvisación de Gabriel Quadri como candidato de su Partido Nuevo Alianza (Panal) le redituó lo que nunca esperaba. La propuesta de último minuto prosperó más allá del indispensable 2 por ciento que garantiza el registro.
Y los cinco puntos que acumula Quadri en las encuestas, si bien no son suficientes para ganar una partida, sí son cruciales para apoyar alguna otra causa.
Cuestión de recordar el papel del Partido Verde con sus seis puntos en la victoria de Vicente Fox en el año 2000.
Pero las piezas de La Maestra, aun con fractura de por medio, solo pueden servir en el tablero priista.
Josefina Vázquez Mota ya le declaró la guerra abiertamente. Y el Día del Maestro, Elba Esther Gordillo le respondió. Lo hizo delante del presidente, sin que el mandatario panista pestañeara.
Más amoroso, pero no menos frontal, Andrés Manuel López Obrador ya le pidió a La Maestra que deje el tablero magisterial libre. Para renovar el liderazgo.
Y todo hace suponer que, desde Los Pinos, el presidente no puede hacer mucho contra la pieza que en 2006 –gracias a que le alineó el TUCOM– le dio jaque mate al entonces favorito perredista.
Sin embargo, las torres sindicales se mantienen como custodios que inclinan la balanza. Con sus chequeras o con sus ejércitos electorales.
De petroleros o de maestros.
Quizás por ello fue exhibida otra de las reinas sindicales. La hija del líder petrolero Carlos Romero Deschamps. La publicación de su fastuoso estilo de vida –y también el de sus perros– no dejó lugar a dudas. Si con Vicente Fox no se castigó el Pemexgate, ningún acto de corrupción será suficiente. La ciudadanía está irritada.
Los ex gobernadores
Desde hacía meses se venía insistiendo en que una jugada que influiría de manera determinante en la contienda presidencial 2012 sería consignar a una terna de ex gobernadores priistas.
Desde finales de enero de este año, se apuntó hacia tres ex gobernadores de Tamaulipas. Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández.
La presunción: enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y pactos inconfesables con un crimen organizado que convirtió a Tamaulipas en su patio de recreo.
Y a pesar de la alerta migratoria que pesaba sobre los tres ex gobernadores, que en su momento dio a conocer como primicia Reporte Indigo, fueron necesarios casi cuatro meses para poder fincar denuncias concretas.
Lo lamentable es que esas querellas no fueron levantadas por investigaciones de la PGR. Fueron pesquisas judiciales promovidas por autoridades federales de Estados Unidos.
Al caso Yarrington se suma el del ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira, cuyo secretario de Finanzas, Javier Villarreal, es investigado y buscado en Estados Unidos por presunto enriquecimiento ilícito mediante el desvío de recursos de la deuda pública contratada por la administración estatal.
Y más tarde aparece una tercera jugada en la misma dirección. La del ex gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong, cuyos hermanos Luis y Eduardo estarían enfrentando una investigación federal por transferencias de millones de dólares a paraísos fiscales.
Y aunque tanto el ex mandatario hidalguense como el banco HSBC, al que se le adjudican las cuentas bancarias, niegan su existencia, habrá que esperar la consumación de las indagatorias solicitadas por Reporte Indigo a la PGR.
Un cuarto ex gobernador, éste de corte perredista, fue detenido la semana pasada. Es Narciso Agúndez Montaño, quien fuera mandatario de Baja California Sur.
Se le acusa de peculado en la venta de unos terrenos. Lo cierto es que el antes perredista ahora juega en el Partido Verde, aliado al PRI de Enrique Peña Nieto.
En el fondo de los cuatro casos de los ex gobernadores –Yarrington, Moreira, Osorio y Agúndez–, se presumiría el trasvase de recursos, sean del erario público o pagos de protección del crimen organizado, para operar el financiamiento de las campañas.
¿Tendrá esta jugada maestra el tiempo suficiente para fincar el vínculo entre el origen y el destino de los dineros cuestionados?
Gobernadores activos
Por su situación geográfica, Veracruz es el estado dominante del Golfo de México. Y su vasto territorio es lugar de tránsito de los cárteles del Golfo y de Los Zetas.
Desde hace semanas, su gobernador Javier Duarte viene enfrentando un acoso mortal: el de los Matazetas.
Sus agresivas jugadas generan masacres entre cárteles que dejan los cadáveres en las avenidas principales del puerto.
Son también los que ya convirtieron el asesinato de periodistas rebeldes en el pan de cada día para despertar la indignación gremial, nacional e internacional.
Y todo sucede en el puerto de Veracruz, donde hace meses, la policía fue relevada para dar el control absoluto a la Marina.
Una Marina dividida frente al proceso electoral, cuya facción dura entiende que si se le corta la posibilidad de operar en ciertos estados, el proceso electoral puede cambiar. Por eso la estrategia del terror.
Y es que es curioso que en el mismo estado de Veracruz, pero en su capital, Xalapa, que es resguardada por la Defensa, no aparezcan Los Matazetas.
En esos desgastes de explicar jugadas que no le pertenecen, pero que suceden en el territorio que gobierna, se va la vida y también la elección.
Quizás sería mejor intentar un movimiento lateral. Analizar lo que pasa en las arcas de gobernadores como Rodrigo Medina, de Nuevo León; Yvonne Ortega, de Yucatán, o Miguel Alonso Reyes, de Zacatecas.
Son entidades, por citar solo tres, donde los recursos fluyen sin recato a la campaña priista de Enrique Peña Nieto. Y el modelo se está replicando en una buena parte del resto de los estados tricolores.
¿No sería una jugada estratégica crear un bloque de gobernadores priistas en activo que, frente al temor de ser exhibidos, puedan aceptar crear un frente a favor de un candidato no priista? Sería el TUCOM financiero de 2012.
Las televisoras
El juego de la pantalla y las telecomunicaciones está más que presente en la sucesión presidencial. Y no puede ser de otra manera. Las televisoras son la influencia popular más amplia en el inconsciente colectivo nacional.
Por eso Televisa fue construyendo a lo largo de los años la candidatura de Enrique Peña Nieto.
La mitificación televisiva del mexiquense fue tan ofensiva, que dio lugar a reacciones de igual magnitud, pero en direcciones opuestas. Como el movimiento #YoSoy132.
La jugada propició que los alfiles y los peones universitarios se unificaran para exigir apertura a Televisa. Y por conveniencia, o por sobrevivencia, la televisora de Chapultepec reaccionó.
Se transmitieron las escenas ignoradas una semana antes de Enrique Peña Nieto y las protestas en la Ibero. Se dio amplia cobertura a las marchas contra la propia Televisa y al antipeñanietismo en todo el país. Y los críticos universitarios lograron llevar su voz a los noticieros prime time.
En el programa Tercer Grado –pactado o espontáneo–, se le hicieron a Enrique Peña Nieto las preguntas incómodas, las que nadie esperaba escuchar. No en la tradicional Televisa.
Las respuestas fueron lo de menos. Los temas cuestionables se pusieron sobre la mesa. El cerco informativo fue levantado, y no sería la primera vez.
Seis años atrás, el también mexiquense Arturo Montiel era el consentido de la televisora.
La exhibición de su enriquecimiento ilícito al lado de Maude Versini lo obligó a renunciar a sus aspiraciones presidenciales. Dejó de ser el favorito.
Pero los efectos de la pantalla, que todavía no se dejan sentir en TV Azteca, tienen sus repercusiones en las jugadas de otros actores estratégicos en la sucesión 2012. Como Carlos Slim, por ejemplo.
Confrontado con Televisa y TV Azteca por la disputa cruzada entre telefonía y televisión, el hombre más rico de México parecería recargarse más en Andrés Manuel López Obrador que en Enrique Peña Nieto.
Carlos Slim sabe que si la jugada de Televisa para sacar adelante al mexiquense prospera, se colocaría a la empresa de Emilio Azcárraga en una posición de privilegio frente al futuro de las telecomunicaciones.
Y eso va contra los intereses del presidente de Telmex y América Móvil. Por eso Slim apoya al perredista. Como ya lo hiciera en 2006.
El narcotráfico
Se diga lo que se diga, el crimen organizado tendrá su influencia en el tablero de la carrera presidencial 2012.
Directamente con sus recursos o indirectamente con sus intimidaciones, los cárteles imponen su ley y definen su jugada en amplios territorios de México.
El solo hecho de que muchos mexicanos que en otras condiciones pudiesen aspirar a un puesto de elección popular no lo hacen por las amenazas o por temor a las represalias del narcotráfico, marca una diferencia.
El caso de Tomás Yarrington y de su constructor favorito Fernando Cano, quienes presuntamente habrían empleado dinero del Cártel del Golfo para subvencionar campañas y comprar inmuebles en Texas, es una línea a investigar en decenas de estados.
La imposición de la ley de plata o plomo, en alusión a que desde las policías, hasta los ministerios públicos, jueces, presidentes municipales o gobernadores están obligados a recibir los “donativos” o atenerse a las consecuencias de una bala, es indicativa del poder corruptor de esos cárteles.
Aun cuando algunos de sus miembros más prominentes son capturados y se convierten de la noche a la mañana en testigos protegidos, en proveedores de información para lograr la captura de otros capos, más pesados o más amenazantes para la sociedad.
Y para muestra, ahí está el caso de Sergio Villarreal, alias “El Grande”, capturado en septiembre de 2010 en México y extraditado en mayo de 2012.
¿Cuánta información reveló en 20 meses de prisión el capo que controlaba para los Beltrán Leyva la zona de La Laguna, en Coahuila y Durango?
Y ahora esperamos saber lo que “El Grande” ratifique ante los estadounidenses. ¿Nos enteraremos antes o después de las elecciones?
Y si nos lo informan antes, ¿esa jugada podría cambiar el rumbo de la contienda?
¿Hay otros expedientes en la lista de los capos capturados cuyas conclusiones pudieran alterar significativamente la carrera presidencial en los próximos 30 días?
¿Qué hay de la posible captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán? ¿Se consumará antes del primero de julio en un golpe que impacte en el resultado, lo mismo de la elección presidencial de México que la de Estados Unidos?
Las jugadas están sobre el tablero, y en los próximos 12 días, todo puede suceder. Hasta un jaque mate.
El movimiento #yosoy132
Hace apenas dos semanas, nadie los hacía en el tablero. Bastó la visita de Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana el 11 de mayo para que se volvieran trend topic mundial, primero, y se encaminaran a ser factótum electoral después.
Una confrontación abierta con el candidato tricolor y un pésimo manejo de las circunstancias por parte del PRI fueron suficientes para que el fenómeno prendiera.
Y, de súbito, #YoSoy132 se lanzó a las calles y avenidas de decenas de ciudades. El movimiento tomó por asalto los encabezados de los principales diarios y noticieros de México y del mundo.
De la Ibero, del Tecnológico de Monterrey, de la Anáhuac, de la UNAM, del ITAM, de la UVM. El desplazamiento es masivo, espontáneo, crece por horas y sacude las conciencias. Lo mismo en los war rooms de los candidatos que en los consejos de las televisoras y de otros medios masivos.
Si la evolución continúa exponencialmente como hasta ahora, #YoSoy132 podría convertirse en el catalizador más importante en los resultados del primero de julio.
Pero el movimiento tendrá que pasar la prueba de fuego de blindarse contra las infiltraciones de quienes ya buscan convertir esa jugada maestra ciudadana en un activo para los intereses de un candidato en particular.
Es cierto que lo único que se sabe es a quién no quieren, a Enrique Peña Nieto. Tampoco quieren la manipulación informativa de los medios masivos, en especial de la televisión.
Pero también es cierto que el movimiento es libre, y el curso que tomará en los próximos 30 días podría significar un spin definitivo y definitorio de la campaña presidencial.