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miércoles, 2 de febrero de 2011

Top Gear: Qué flojos somos los mexicanos

Gabriel Sosa Plata


No es la primera ni será la última vez que nos digan flojos. En Estados Unidos, uno de los íconos de la radio, Howard Stern, se ha referido en diversas ocasiones a los mexicanos y los latinos como “unos ignorantes”, que “no tienen educación, son unos borrachos y flojos” (La Opinión, 28 de abril de 1995).



En la radio, la televisión, el cine y hasta en las tiras cómicas de diversos países occidentales, el mexicano es representado con jorongo y un enorme sombrero, durmiendo plácidamente a lado de un nopal. Ahora, tocó el turno a los conductores de Top Gear, que se transmite en el canal BBC Two y que, de acuerdo con Wikipedia, es un programa que “trata en tono de humor sobre el mundo del motor, principalmente sobre automóviles”. Se estima, según la misma fuente, que cuenta con una audiencia importante que ya quisiera el canal 2 de Televisa: 350 millones de espectadores en todo el mundo.
Con base en las crónicas de lo sucedido y los videos replicados en infinidad de sitios en Internet, el pasado 30 de enero, al hablar del automóvil deportivo mexicano Mastretta (cuyo nombre se basa en el apellido de los hermanos que lo manufacturan), uno de los presentadores del programa, Richard Hammond, aprovechó para decir que los mexicanos son “perezosos, inocentes, con flatulencia, obesos y recargados en una barda, viendo cactus y cubiertos con una sábana con un hoyo que usan como abrigo”.
El Universal documentó que tampoco era la primera vez que de ese programa se hacían alusiones despectivas a los mexicanos. Otro de los conductores, Jeremy Clarkson, en el 2008, propuso en el portal del programa “bombardear” tanto a los banqueros estadounidenses como a los mexicanos al culparlos de la inminente crisis económica que se avecinaba.
Por los comentarios, calificados de racistas, la Embajada de México en el Reino Unido exigió a la cadena televisiva BBC una disculpa pública por parte de los conductores del programa. Hasta el cierre de este artículo, los legisladores también estaban por hacer un pronunciamiento similar y el Instituto Mexicano de la Radio(IMER), del Conaculta, tomó la decisión de suspender temporalmente la retransmisión de los programas radiofónicos de la BBC como una manera de manifestar su descontento por lo sucedido.
Las encuestas confirman que, en efecto, los mexicanos estamos entre los más gordos del mundo y con una enorme propensión a la diabetes. Los “amenos” conductores no dijeron mentiras. De que somos perezosos o flojos, también hay encuestas que lo confirmarían, aunque en ciertos aspectos. Por ejemplo, en febrero del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que México ocupa el séptimo sitio entre los países más perezosos, que no hacen ejercicio, después de Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Turquía e Inglaterra (esto significa que los ingleses incluso nos superan en “flojera”).
Otras encuestas, como la que el Conaculta dio a conocer el año pasado sobre el consumo cultural en nuestro país, demuestran que los mexicanos leemos muy pocos libros, no frecuentamos los museos ni otros espacios culturales y en nuestro tiempo libre preferimos “no hacer nada” o “ver televisión”. Tampoco en esto dijeron mentiras los presentadores. Sobre el tema de las “flatulencias” no encontré datos duros, pero lo que duele a muchos mexicanos es que sean los extranjeros -en ese tono de burla- los que nos caractericen de esa manera.
Los comentarios, imágenes o caracterizaciones racistas son un problema que se presenta en infinidad de países en el mundo. Hay decenas de estudios al respecto (véase, entre otros, el sitio www.racismoenlosmedios.com). En México, la Ley Federal de Radio y Televisión, en el artículo 63, prohíbe los contenidos sean discriminatorios de razas. Pese a esto, son frecuentes las transmisiones en las que se discrimina a los indígenas mexicanos y a los extranjeros.
Para no ir más lejos, en julio del año pasado, Los Ángeles Timespublicó una nota en la que calificó a Televisa de racismo en la cobertura del Mundial de Futbol en Sudáfrica por utilizar a actores pintados de negro y con vestimentas aborígenes para representar a los sudafricanos. Su competidora, Televisión Azteca, tuvo en agosto y septiembre de 2008 un “extrañamiento” de la Secretaría de Gobernación por la transmisión de un anuncio de Iusacell cuyo contenido fomentaba la “discriminación de razas” y era un “atentado contra la amistad y cooperación internacional”.
Mónica Cejas, en un excelente libro denominado Leer y pensar el racismo (Universidad de Guadalajara y Universidad Autónoma Metropolitana, 2004), afirma que la raíz del racismo está “en el acto de crear diferencias, otredades” y que es un “fenómeno inseparable del proceso identitario”. El objetivo es establecer límites entre “nosotros” y los “otros”. De esta manera, tratan de ejercer poder sobre el otro, fomentando la exclusión.
Lo ocurrido en el programa Top Gear no es casual ni un hecho fortuito. Es una manera de vernos y representarnos, cotidianamente, a los latinoamericanos y a los mexicanos. ¿Lo podemos evitar? No, pero dejar pasar el hecho a nadie conviene porque es justo en las formas de donde se derivan los pequeños, medianos o grandes conflictos internacionales. El gobierno mexicano hizo bien en manifestar su protesta, pero debe actuar con la misma energía cuando aquí, en México, ocurren hechos similares. (La Silla Rota)

sábado, 9 de octubre de 2010

COMENTARISTA RACISTA Y EXPLOTADOR

En la cúspide de la popularidad de Lou Dobbs en CNN, cuando su programa tenía una audiencia 800.000 espectadores cada noche, él, regularmente arremetía contra los “extranjeros ilegales”. Sin embargo, Dobbs se reservaba sus ataques más airados para los “empleadores de ilegales” que contratan indocumentados, incluso llegó a proponer, en abril del 2006, que éstos deberían enfrentar cargos por delitos mayores.

Sin embargo, el propio Dobbs durante años utilizó mano de obra de indocumentados para que trabajaran en los jardines de sus propiedades multimillonarias y que atendieran los caballos que le tiene a su hija de 22 años, una campeona de salto en equitación.

En uno de sus programas el ex presentador de CNN, en el 2007, desestimó como “ridículos” los reclamos de empleadores que dicen que no deben ser considerados responsables cuando sus contratistas emplean a trabajadores indocumentados. Sin embargo, Dobbs no ha estado atento al estatus  migratorio de trabajadores subcontratados para laborar en sus propiedades.

Una investigación conjunta realizada por el Fondo de Investigación en el Instituto Nacional y la revista The Nation, encontró a cinco empleados quienes, a pesar de carecer de estatus legal, sostienen que trabajaron, bajo contrato con otros, en los jardines de Dobbs o que cuidaron los caballos que su hija, Hillary Dobbs, monta en competencias. Sus cinco caballos Warmbloods Europeos son propiedad de El Grupo de Dobbs, una corporación registrada en Nueva Jersey cuyo reporte anual lista a Lou Dobbs como presidente.

Estudios y cálculos de la industria han encontrado que más de una cuarta parte del total de trabajadores de jardinería y por lo menos la mitad de los que trabajan en caballerizas son indocumentados.

Uno de los jardineros, de 24 años, inmigrante indocumentado, natural del departamento de Totonicapán, en Guatemala, dijo que junto con su hermano trabajó por más de tres años en el mantenimiento de los prados, jardines y árboles de la casa de lujo que Dobbs usa para el invierno en el oeste de Palm Beach, Florida. (Al igual que los demás empleados entrevistados, él pidió que no se usara su nombre, por temor a que los despidan o lo deporten) Este guatemalteco y su hermano fueron empleados por la empresa contratista que usa Dobbs en la Florida para que hicieran ese trabajo, esto aunque, dijo él, “yo no tengo papeles”. Su hermano, que fue arrestado por agentes de inmigración cuando se dirigía a un nuevo trabajo de limpieza de edificios de oficinas en Miami, tampoco.

Asimismo, tres trabajadores empleados por una empresa de establos de Vermont, contratada para cuidar a los caballos Grupo Dobbs, dijeron que cuidaron los caballos de Dobbs durante un año o más a pesar de carecer estatus migratorio legal en ese momento.

Uno de ellos, 36 años, oriundo de la Ciudad de México, quien se arriesgó a cruzar a pie a Estados Unidos por el desierto de Yuma, hace cinco años, lo hizo única y exclusivamente porque le esperaba un trabajo como cuidador de caballos de Dobbs. Un viejo amigo suyo estaba trabajando en el establo de Vermont contratado para cuidar a los caballos Dobbs y le había avisado  que el puesto estaba disponible.

Otro trabajador indocumentado en el establo, un joven de 24 años de edad, natural de Oaxaca, México, confesó que trabajó con los caballos Dobbs durante un año en Vermont y en la Florida, bajo el mismo servicio de establos de Vermont. Durante las presentaciones de caballos, dijo, su día de trabajo normalmente duraba doce horas, pero nunca se le pagaron horas extras.

Si bien hay cierto desacuerdo sobre si las leyes federales laborales se le aplican a trabajadores de establos de caballos, Jill Hanson, un abogado laboral de West Palm Beach, en la Florida, dijo que las condiciones de trabajo descritas en estos establos probablemente violan tanto la ley federal del Acta de Estándares Laborales Justos, que requiere pagar tiempo y medio por las horas trabajadas una vez pasadas las 40 horas por semana de trabajo, y una ley de la Florida que requiere pago de horas extras cualquier día de trabajo que pase de más de 10 horas laborales.

Según los dos empleados entrevistados, a los trabajadores indocumentados que hacían la jardinería de Dobbs nunca se les pagaron horas extras, a pesar que normalmente trabajaban semanas de 50 horas, además de un turno de sábado cada mes.

Al preguntársele si la familia Dobbs sabía que trabajadores indocumentados cuidaban a sus caballos, el empleado del establo, un joven mexicano de 24 años, dijo: “Creo que ella lo sabía”, al referirse a Hillary Dobbs.
Agregó que su jefe en el establo de Vermont “sabía que algunos no tenían papeles”, y que incluso tomó precauciones para mantener a los empleados lejos de los agentes de inmigración que a menudo patrullan las exhibiciones ecuestres. Al trabajador del establo le resulta difícil creer que la hija de Dobbs, que se la pasaba en contacto con él y otros empleados indocumentados casi todos los fines de semana, no supiera de su condición migratoria.

Hillary Dobbs no respondió a varios intentos para conseguir sus comentarios.

Chad Wilkinson, productor de El show de Lou Dobbs, el programa radial de Dobbs, respondió a las preguntas en nombre de Lou Dobbs, a través de un escrito donde comunicó  que Dobbs no quiso comentar para este artículo. El abogado de Dobbs, Robert Zeller, aclaró que el presentador de CNN sólo responde a preguntas sobre los empleados de su programa de radio en vivo.

Cuando se le preguntó si Lou Dobbs o algún representante alguna vez había indagado sobre el estatus migratorio de sus empleados, Mike Sedlak, propietario de Sedlak Landscaping, la empresa de jardinería de Dobbs en la Florida, se limitó a decir: “No me siento cómodo hablando del tema”. Missy Clark, propietario de North Run, el establo que cuida los caballos del Grupo Dobbs, manifestó  que ella le había dado garantías a la familia Dobbs en el sentido de que todos sus trabajadores son “100 por ciento legales”.
Más tarde dijo que había estado luchando durante años para conseguir las debidas visas de trabajo para varios de sus empleados.
Esta es una investigación conjunta de The Investigative Fund de The Nation Institute y The Nation magazine.