BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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martes, 5 de julio de 2011

"Lilos, jotitos y puñales", discurso homofóbico en medios de comunicación


Guillermo Montalvo Fuentes / NotieSe
“Crimen pasional entre mujercitos”, “Maricón sidoso se suicida”, “Gay con sida amenaza con infectar a hombres”, “Maricón destrozado”, “Degüellan a lilo”; son algunas de las frases que periódicos mexicanos acostumbraban utilizar, principalmente en los años 70 y 80, para titular aquellas notas sobre homosexuales, un discurso homofóbico que de acuerdo con el periodista Antonio Medina Trejo, ha disminuido, “aunque todavía no tenemos los medios que queremos”.

Durante su participación en el V Encuentro sobre Disidencia Sexual e Identidades Sexuales y Genéricas, el también maestro en comunicación y política por la Universidad Autónoma Metropolitana, explicó que tanto cartonistas, fotógrafos, reporteros y editorialistas de la época hacían uso del sensacionalismo como gancho informativo, por lo que ubicaban siempre al homosexual dentro de la sección policiaca, médica o jurídica, donde abundaban los escándalos, las redadas y las explicaciones psiquiátricas que argumentaban la idea de desviación, anormalidad o patología de esos seres “graciosos”.
“Exhibición de cuerpos desnudos, atados, apuñalados, con titulares como 'redadas de lilos', todo esto contribuyó a reforzar el estigma acerca de lo lamentable que era ser homosexual y priorizó la idea de que éste era culpable de su propio crimen, por ser como era, por traicionar a la hombría”.
Producto de un proceso de sensibilización, Medina Trejo mencionó que en el ámbito nacional, la prensa escrita ha avanzado mucho, y cada vez es más raro encontrar este tipo de discursos; sin embargo, subrayó la importancia de diseñar estrategias de denuncia, efectivas y ciudadanas, para incidir en los medios de comunicación, “con el objetivo de que recibamos la información desde las perspectivas que creemos merecer como sector social”.
La conferencia de Medina llevó por nombre “La representación social de los homosexuales en la prensa de nota roja, un primer acercamiento al análisis mediático sobre la percepción de los homosexuales en los medios de comunicación”, un trabajo que no sólo incluye el discurso discriminatorio, por parte de los medios, contra la diversidad sexual, sino también por diferencia de clases, raza o género.

Criminalizar la discriminación no es la solución: Gloria Careaga

Ante la imposibilidad de sancionar en México a los medios de comunicación que discriminan, Gloria Careaga, secretaria general de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA), señaló para esta agencia que muchas veces la desesperanza de considerar que no se avanza lo suficiente en la defensa de los derechos humanos lleva a plantear la necesidad de que la denuncia se convierta en una criminalización, algo que, dijo, no es la mejor idea.
La criminalización no nos lleva a soluciones con respecto a lo que buscamos, pues las vejaciones que vivimos son producto de la estructura social, y al ser así, todas las personas tendríamos que ser criminalizadas, pues todos alguna vez hemos discriminado”.
Para la representante de la ILGA, el combate a la discriminación debe hacerse con base en una transformación social y un cambio cultural, donde la educación, la alianza con los medios de comunicación y el trabajo con el gobierno constituyen la mejor alternativa.

lunes, 18 de abril de 2011

¿DEBE PUBLICARSE ÉSTA FOTOGRAFÍA?


Pablo Ordáz / Blog El País
Déjenme que les haga una pregunta: ¿se debe publicar la fotografía de una mujer colgada de un puente de Monterrey, desnuda de cintura para arriba, con un mensaje de sus asesinos pintado en la espalda?
Sí. ¿Por qué? No. ¿Por qué? Depende. ¿De qué…?
Cuartoscuro, una muy buena revista de fotografía que se edita en México DF cada dos meses, cuesta 30 pesos (1,8 euros) y ya cuenta con 18 años de vida, dedica su último número a un debate recurrente en México desde que arreció la violencia asociada al narcotráfico. ¿Deben publicarse las fotografías de los ajusticiados medio desnudos, de las cabezas sin cuerpo colocadas en la acera, de los jóvenes cuerpos apilados en la morgue siempre repleta de Ciudad Juárez, de los niños que acaban de quedarse huérfanos abrazados a jóvenes abuelas que a su vez se abrazan a grises ataúdes de cinc? ¿Qué debe hacer un fotógrafo cuando llega a un rancho de Tamaulipas y se encuentra los cuerpos sin vida de 72 migrantes asesinados quién sabe por quién ni por qué? ¿Hacer clic? ¿O tal vez cerrar los ojos, guardar la cámara, darse la vuelta?
“Publicar o no, he ahí el dilema”. Así se titula uno de los reportajes de la revista. Un reportaje que da voz a fotoperiodistas, editores, escritores, profesores universitarios. Fernando Brito, editor de fotografía del diario El Debate de Sinaloa, es rotundo: “Como medio no puedes dejar de publicar lo que está sucediendo en la ciudad o en el país. No podemos hacernos los ciegos”. El escritor Paco Ignacio Taibo II va más allá: “Yo no diría que no deben publicarse, el problema es cómo se publican. Cuando lo que quieres es impactar a la opinión pública para mostrarle que hay cosas que están sucediendo y que no puedes cerrar los ojos frente a ellas, a mí me parece legítimo publicar las imágenes. Cuando se reitera una y otra vez y lo único que se trata de hacer es el cuerpo descuartizado, la cabeza cortada, el niño muerto, etc, etc, se está apelando a la mentalidad morbosa de la ciudadanía y de esa manera moralmente no suerte el mismo efecto, sino que es contrario”. Hay quien, como el investigador jurídico Ernesto Villanueva, tiene claro que “la libertad de expresión reclama la difusión de imágenes violentas; no se puede tapar el sol con un dedo”. Y quienes como Alejandro Sánchez Camacho –impulsor de una iniciativa para regular la publicación de “imágenes violentas—está convencido de que no deben publicarse: “Hay un impacto psicológico considerable, no sólo en las familias de los afectados, sino también en el conjunto social”.
El debate es sin duda apasionante. El director de Cuartoscuro, Pedro Valtierra, explicó su posición a este periódico: “Hay grupos que están interesados en que no se publiquen este tipo de fotos. Es una vieja idea de los grupos conservadores del país, quienes culpan a los periodistas de estar contribuyendo a la violencia. Pero no es tan simple. Creo que buena parte de lo que está sucediendo ahora en México tiene mucho que ver con que la sociedad que no ha mirado al fondo de las cosas, no hemos sido autocríticos. Porque, como hemos expuesto en la revista, el fenómeno no es nuevo. La violencia tal como la estamos retratando ahora –los descabezados, los ahorcados…-- ya existía en México desde la Revolución, desde la época de los cristeros. Ya desde entonces se cometían ese tipo de crímenes”.
Es un debate difícil y doloroso y por eso también necesario. Publicar o no, he ahí el dilema.

jueves, 24 de marzo de 2011

QUE NO LE ROBEN SU IMAGEN Y MENOS QUE LUCREN CON ELLO

Voy a citar un texto de José Manuel Gómez Porchini, autor del Blog "México debe salir adelante" y con el cual coincido en su totalidad, considerando que desde hace varios años me he opuesto abiertamente a que los reporteros gráficos lucren con las fotografías de los ciudadanos que son detenidos o que son víctimas de algún accidente, pero se les "inmortaliza" mediante una foto o video que luego produce dinero a algunos malos periodistas coludidos con policías corruptos.
Porque usted lectora y lector, debe saber que en ningún momento se solicita la autorización del detenido o la víctima y menos cuando están inconscientes, obvio, pero las imágenes le producen dinero al medio que las publica y difunde, vía impresa o electrónica. Gómez Porchini habla "De la Protección de Imagen":


Cada uno es dueño de su cara, de sus gestos, de su imagen, si bien, algunos no están muy convencidos de lo que tienen.
Sin embargo, tanto el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como las diversas legislaciones locales, han pugnado por proteger los datos de identidad y de imagen de las personas en todo el país. El botón de muestra se transcribe para Usted:

LEY DE RESPONSABILIDAD CIVIL PARA LA PROTECCIÓN DEL DERECHO A LA VIDA PRIVADA, EL HONOR Y LA PROPIA IMAGEN EN EL DISTRITO FEDERAL.

Artículo 16.
La imagen es la reproducción identificable de los rasgos físicos de una persona sobre cualquier soporte material.

Artículo 17.
Toda persona tiene derecho sobre su imagen, que se traduce en la facultad para disponer de su apariencia autorizando, o no, la captación o difusión de la misma.

Artículo 18.
Para efectos del presente Capítulo, constituirá acto ilícito la difusión o comercialización de la imagen de una persona sin su consentimiento expreso.

Artículo 19.
La imagen de una persona no debe ser publicada, reproducida, expuesta o vendida en forma alguna si no es con su consentimiento, a menos que dicha reproducción esté justificada por la notoriedad de aquélla, por la función pública que desempeñe o cuando la reproducción se haga en relación con hechos, acontecimientos o ceremonias de interés público o que tengan lugar en público y sean de interés público.

Artículo 20.
Cuando la imagen de una persona sea expuesta o publicada, fuera del caso en que la exposición o la publicación sea consentida, con perjuicio de la reputación de la persona, la autoridad judicial, por requerimiento del interesado, puede disponer que cese el abuso y se reparen los daños ocasionados.

Como podrá Usted observar, constituye un acto ilícito, es decir, un delito, el uso de la imagen de una persona sin su consentimiento expreso.

Por ende, cada uno es capaz de decidir si desea o no, que su imagen circule por las redes sociales, que sea tomada por los comerciantes de todo tipo y utilizada para sus campañas publicitarias, no importa que Usted se sienta un Casanova y su carita la traigan promocionando artículos de limpieza de inodoros o algo peor.

Cuando Usted, con su consentimiento libre autoriza el uso de sus fotografías a alguna red social, está cediendo el derecho de que su figura o ciertas reproducciones de su figura circulen por la red.

Sin embargo, cuando su imagen es tomada por alguien ajeno y agregado a un video o una fotografía, al parecer inocente, de esas que aparecen en cuanta red de transferencia de datos existen, su imagen queda expuesta a ser manipulada sin su consentimiento.

Cualquiera puede agregarle texto, modificar el rostro o alguna de sus partes, lo que podría llevarlo al ridículo o lo más infantil, agregarle mediante un sencillo sistema de cómputo, cola, dientes, cuernos o cualquier otro apéndice que lo desfigure.

Obvio, Usted se ofende y exige que su imagen sea respetada. ¿Qué sucede cuando la imagen es “subida”, ahora así se dice, a Youtube o Facebook o Twitter o algo así sin su consentimiento?

Ya hubo un Edgar que se hizo famoso al caer mientras gritaba que no se valía que lo tiraran. Su fama duró menos que lo que le duraron los pesos que recibió. Su vergüenza, aún lo alcanza.

¿Eso busca? Lo dudo. Por eso, no deben publicarse imágenes que luego puedan resultar contraproducentes.

Bueno, al menos las suyas, Usted es responsable. De las de los demás, ¿Qué plantea hacer ante los reclamos?

Además, los menores carecen de pleno derecho para autorizar se divulgue su imagen. Se requiere la autorización de los padres. Ahí tenemos una fuente de delitos mucho mayor de lo que se imagina.

¿Usted que piensa al respecto?, pregunto yo...

domingo, 5 de septiembre de 2010

LA NOTA ROJA EN MÉXICO


Existen en México,una serie de libros publicados por Editorial Diana en 1998, en los que los periodistas Myriam Laurini y Rolo Díez nos dan un reflejo del crecimiento de la delincuencia, pero también del manejo que se da a la nota policiaca desde la redacción, la presentación, el uso del lenguaje, el nivel de corrupción, los principales personajes y la situación política del país.
A continuación una parte de los textos, respetándose el lenguaje y términos propios de la nota policiaca.

*NOTA ROJA 70’s

Las características esenciales de un tiempo y un lugar están presentes en el registro de sus hechos criminales. Los motivos por los que se mata, los protagonistas de la violencia, los temas principales del delito, nos hablan de la estructura de un país y de la ideología de una época.
México, DF debe mirarse como la ciudad centro, el lugar donde se concentran, exasperan y multiplican las tensiones y conflictos que alimentan la violencia.
Nos ocupamos aquí de aquellos casos que por su espectacularidad como hechos criminales recibieron profuso seguimiento de la prensa y ocuparon, en extensión y profundidad, la atención de la población.
El "estrangulador de Coyoacán", la "tamalera descuartizadora", el secuestro del cónsul de Estados Unidos en Guadalajara, el asesinato de Gustavo Soto, el caso de Sicilia Falcón y el homicidio del matrimonio Flores Muñoz.
Junto a ellos se incorporan hechos de menor trascendencia como el de "las momias de Tlatelolco", por ser representativos del estilo tradicionalmente truculento de la nota roja y otros, como el incremento de asaltos a bancos, el crecimiento de delitos de narcotráfico y la desaparición constante de personas, especialmente de niños, porque su notoriedad y ubicación en primer plano en la actualidad, nos permite comparar, darnos cuenta que el secuestro de niños no es una novedad de estos años, sino que hace por lo menos dos décadas que los niños desaparecen diariamente en México, DF.
El "estrangulador de Coyoacán" y la "tamalera descuartizadora" son hechos aislados, cuya referencia a un modelo social remite a los motivos por los que el odio familiar elevado a locura criminal florece en una sociedad determinada.
Otro acto mencionado es la inverosímil conclusión del caso del "estrangulador". Su increíble fuga, su más increíble final, y la sensación de "mano negra", de corrupción y de impunidad policiaca que impregna el caso desde que el estrangulador es detenido.
El caso del secuestro del Cónsul de Estados Unidos en Guadalajara ubica a México en el panorama de los sucesos que por esos años están ocurriendo en Latinoamérica: la aparición de guerrillas y grupos de lucha armada que disputan el poder político con métodos violentos, y el desplazamiento del hecho criminal por el hecho político como tema de atracción en la primera plana de los diarios.
El crimen de Gustavo Soto se revela como uno de los más crudos casos de delincuencia policiaca, así como de manipulación de la información, encubrimiento de los culpables y "fabricación" falsa de confesiones que señalan a otros "culpables", con un clásico final de trágica opereta de cuarto o quinto mundo.
Gilberto Flores Alavez asesina a machetazos a sus abuelos, Gilberto Flores Muñoz y María Asunción Izquierdo, y conmociona al país.
Las víctimas vivían en la avenida de Las Palmas, en Lomas de Chapultepec; Gilberto Flores Muñoz era director de la Comisión Nacional de la Industria Azucarera, se fotografiaba con presidentes y había sido gobernador de Nayarit; el asesino era un joven agradable, estudiante de Derecho, que quizá estuviera loco; el crimen era un horrendo parricidio. Los "mejores" elementos de la nota roja estaban presentes: la ferocidad, la clase alta y los protagonistas de perfil interesante.
Gilberto Flores Alavez resultó tan "atractivo" que, no solo se adueñó de un lugar de privilegio en los periódicos y fue beneficiario de desplegados en la prensa que defendían su inocencia, sino que inspiró, al menos parcialmente, las novelas 'Mitad oscura', de Luis Spota y 'Los cómplices', de Luis Guillermo Piazza y el libro periodístico 'Asesinato', de Vicente Leñero. Y para rematar lo "literario" del caso, el propio Flores Alavez se dedicó a escribir novelas en prisión.
En el libro "La nota roja 80s" se dice que entre las principales características del crimen durante la década que nos ocupa debe mencionarse el incremento de su politización; la confusión entre esferas criminales y de seguridad por el protagonismo delictivo de grandes jefes policiales, como Arturo Durazo Moreno y Sahagún Baca; y la absoluta hegemonía del tráfico de drogas sobre cualquier otro tipo de delitos en la sociedad mexicana.
El caso catapulta a la fama al narcotraficante sinaloense Rafael Caro Quintero. A partir de él se empieza a hablar en otros términos de la droga en México. Ernesto Fonseca, Miguel Angel Félix Gallardo, el cártel de Guadalajara, el de Tijuana, los "ejércitos" de funcionarios políticos y policías que son "amigos" de los capos de la droga o que lisa y llanamente trabajan para ellos, destapan la corrupción que despierta no algo, sino, mucho, y no en Dinamarca, sino en México, "estará podrido" y pudre todo lo que toca.
Junto a estos grandes casos la vieja nota roja, folletinesca, con sangre individual, sin lazos con grandes negocios ni relación con millones de dólares, está presente en la tragedia de Elvira Luz Cruz, recientemente liberada, y en el caso del niño Aldito.
Todo indica que estas terribles pero pequeñas historias tienden a perder importancia en los medios, que el primer negocio del mundo y su capacidad corruptora dominarán el escenario y brillarán como principales estrellas del crimen. Para narcos y antinarcos serán las novelas, los corridos, las películas. Y los lazos entre poderes económicos, políticos y criminales contribuirán a que el mundo se parezca cada vez más a una inmensa novela negra

MÉTODOS VILES

El columnista Uriel Flores Aguayo describe impecablemente: La nota roja es impactante por sus fotos y los encabezados de sus noticias, sin embargo es poco útil para que entendamos la realidad de los hechos de que da cuenta. Es evidente que en ella se emplea la información para explotar el morbo de los lectores y, muchas veces, se atropella la dignidad de las personas con fines casi exclusivamente mercantiles.
En nuestro país la nota roja se ha expandido desproporcionadamente, por un lado, al mezclarse con la política para cubrir los constantes e interminables escándalos de corrupción; por otro, por la irrupción brutal de las narco-noticias, con las cuales se relatan aprehensiones, secuestros, balaceras y ejecuciones; el dato de diez mil ejecuciones en lo que va de la administración Calderonista sirve para ilustrar la cada vez mayor centralidad de la nota roja.
En los periódicos veracruzanos, pongamos a Xalapa como ejemplo, la sección de nota roja cada vez ocupa más páginas, ha ganado espacios de manera natural o por criterios editoriales, es decir, cuando no bastan los hechos de violencia ocurridos en el municipio o región de influencia, se atraen noticias de lugares lejanos. Por cuestiones de educación y salud vendría bien una reflexión inicial de los directivos periodísticos para que la nota roja ocupe su espacio real, sin que haya necesidad de inflarla; más adelante el análisis deberá dirigirse hacia las fotos y los encabezados, ya que no tiene ningún sentido positivo que se retrate gente en medio de un charco de sangre o con un puñal en el pecho, como tampoco lo tiene y es vejatorio el que se exhiba y juzgue a personas por hechos ciertos o falsos; tal vez lo peor de la nota roja es el trato descriminador y humillante que le dan a las personas de orientación homosexual. Es de un primitivismo extinguible ofender y estigmatizar por la condición sexual.
Lo peor de todo es que algunos periódicos hacen de la totalidad de su edición una mezcla de nota roja con todas las secciones, adquiriendo un perfil muy particular y cuestionable sobre sus finalidades sociales. Es evidente que dichos medios nacen y se reproducen en un entorno social determinado donde la costumbre o el miedo hacen prácticamente imposible que se demande una mayor calidad periodística.
Pero todo ésto sigue siendo el pan cotidiano en publicaciones del Norte como Calibre 57, Metro, Extra y todos los nuevos vespertinos que han cundido como una verdadera ANTIPRENSA y que manchan las manos de sangre y contaminan la conciencia de los lectores.