BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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domingo, 5 de septiembre de 2010

LA NOTA ROJA EN MÉXICO


Existen en México,una serie de libros publicados por Editorial Diana en 1998, en los que los periodistas Myriam Laurini y Rolo Díez nos dan un reflejo del crecimiento de la delincuencia, pero también del manejo que se da a la nota policiaca desde la redacción, la presentación, el uso del lenguaje, el nivel de corrupción, los principales personajes y la situación política del país.
A continuación una parte de los textos, respetándose el lenguaje y términos propios de la nota policiaca.

*NOTA ROJA 70’s

Las características esenciales de un tiempo y un lugar están presentes en el registro de sus hechos criminales. Los motivos por los que se mata, los protagonistas de la violencia, los temas principales del delito, nos hablan de la estructura de un país y de la ideología de una época.
México, DF debe mirarse como la ciudad centro, el lugar donde se concentran, exasperan y multiplican las tensiones y conflictos que alimentan la violencia.
Nos ocupamos aquí de aquellos casos que por su espectacularidad como hechos criminales recibieron profuso seguimiento de la prensa y ocuparon, en extensión y profundidad, la atención de la población.
El "estrangulador de Coyoacán", la "tamalera descuartizadora", el secuestro del cónsul de Estados Unidos en Guadalajara, el asesinato de Gustavo Soto, el caso de Sicilia Falcón y el homicidio del matrimonio Flores Muñoz.
Junto a ellos se incorporan hechos de menor trascendencia como el de "las momias de Tlatelolco", por ser representativos del estilo tradicionalmente truculento de la nota roja y otros, como el incremento de asaltos a bancos, el crecimiento de delitos de narcotráfico y la desaparición constante de personas, especialmente de niños, porque su notoriedad y ubicación en primer plano en la actualidad, nos permite comparar, darnos cuenta que el secuestro de niños no es una novedad de estos años, sino que hace por lo menos dos décadas que los niños desaparecen diariamente en México, DF.
El "estrangulador de Coyoacán" y la "tamalera descuartizadora" son hechos aislados, cuya referencia a un modelo social remite a los motivos por los que el odio familiar elevado a locura criminal florece en una sociedad determinada.
Otro acto mencionado es la inverosímil conclusión del caso del "estrangulador". Su increíble fuga, su más increíble final, y la sensación de "mano negra", de corrupción y de impunidad policiaca que impregna el caso desde que el estrangulador es detenido.
El caso del secuestro del Cónsul de Estados Unidos en Guadalajara ubica a México en el panorama de los sucesos que por esos años están ocurriendo en Latinoamérica: la aparición de guerrillas y grupos de lucha armada que disputan el poder político con métodos violentos, y el desplazamiento del hecho criminal por el hecho político como tema de atracción en la primera plana de los diarios.
El crimen de Gustavo Soto se revela como uno de los más crudos casos de delincuencia policiaca, así como de manipulación de la información, encubrimiento de los culpables y "fabricación" falsa de confesiones que señalan a otros "culpables", con un clásico final de trágica opereta de cuarto o quinto mundo.
Gilberto Flores Alavez asesina a machetazos a sus abuelos, Gilberto Flores Muñoz y María Asunción Izquierdo, y conmociona al país.
Las víctimas vivían en la avenida de Las Palmas, en Lomas de Chapultepec; Gilberto Flores Muñoz era director de la Comisión Nacional de la Industria Azucarera, se fotografiaba con presidentes y había sido gobernador de Nayarit; el asesino era un joven agradable, estudiante de Derecho, que quizá estuviera loco; el crimen era un horrendo parricidio. Los "mejores" elementos de la nota roja estaban presentes: la ferocidad, la clase alta y los protagonistas de perfil interesante.
Gilberto Flores Alavez resultó tan "atractivo" que, no solo se adueñó de un lugar de privilegio en los periódicos y fue beneficiario de desplegados en la prensa que defendían su inocencia, sino que inspiró, al menos parcialmente, las novelas 'Mitad oscura', de Luis Spota y 'Los cómplices', de Luis Guillermo Piazza y el libro periodístico 'Asesinato', de Vicente Leñero. Y para rematar lo "literario" del caso, el propio Flores Alavez se dedicó a escribir novelas en prisión.
En el libro "La nota roja 80s" se dice que entre las principales características del crimen durante la década que nos ocupa debe mencionarse el incremento de su politización; la confusión entre esferas criminales y de seguridad por el protagonismo delictivo de grandes jefes policiales, como Arturo Durazo Moreno y Sahagún Baca; y la absoluta hegemonía del tráfico de drogas sobre cualquier otro tipo de delitos en la sociedad mexicana.
El caso catapulta a la fama al narcotraficante sinaloense Rafael Caro Quintero. A partir de él se empieza a hablar en otros términos de la droga en México. Ernesto Fonseca, Miguel Angel Félix Gallardo, el cártel de Guadalajara, el de Tijuana, los "ejércitos" de funcionarios políticos y policías que son "amigos" de los capos de la droga o que lisa y llanamente trabajan para ellos, destapan la corrupción que despierta no algo, sino, mucho, y no en Dinamarca, sino en México, "estará podrido" y pudre todo lo que toca.
Junto a estos grandes casos la vieja nota roja, folletinesca, con sangre individual, sin lazos con grandes negocios ni relación con millones de dólares, está presente en la tragedia de Elvira Luz Cruz, recientemente liberada, y en el caso del niño Aldito.
Todo indica que estas terribles pero pequeñas historias tienden a perder importancia en los medios, que el primer negocio del mundo y su capacidad corruptora dominarán el escenario y brillarán como principales estrellas del crimen. Para narcos y antinarcos serán las novelas, los corridos, las películas. Y los lazos entre poderes económicos, políticos y criminales contribuirán a que el mundo se parezca cada vez más a una inmensa novela negra

MÉTODOS VILES

El columnista Uriel Flores Aguayo describe impecablemente: La nota roja es impactante por sus fotos y los encabezados de sus noticias, sin embargo es poco útil para que entendamos la realidad de los hechos de que da cuenta. Es evidente que en ella se emplea la información para explotar el morbo de los lectores y, muchas veces, se atropella la dignidad de las personas con fines casi exclusivamente mercantiles.
En nuestro país la nota roja se ha expandido desproporcionadamente, por un lado, al mezclarse con la política para cubrir los constantes e interminables escándalos de corrupción; por otro, por la irrupción brutal de las narco-noticias, con las cuales se relatan aprehensiones, secuestros, balaceras y ejecuciones; el dato de diez mil ejecuciones en lo que va de la administración Calderonista sirve para ilustrar la cada vez mayor centralidad de la nota roja.
En los periódicos veracruzanos, pongamos a Xalapa como ejemplo, la sección de nota roja cada vez ocupa más páginas, ha ganado espacios de manera natural o por criterios editoriales, es decir, cuando no bastan los hechos de violencia ocurridos en el municipio o región de influencia, se atraen noticias de lugares lejanos. Por cuestiones de educación y salud vendría bien una reflexión inicial de los directivos periodísticos para que la nota roja ocupe su espacio real, sin que haya necesidad de inflarla; más adelante el análisis deberá dirigirse hacia las fotos y los encabezados, ya que no tiene ningún sentido positivo que se retrate gente en medio de un charco de sangre o con un puñal en el pecho, como tampoco lo tiene y es vejatorio el que se exhiba y juzgue a personas por hechos ciertos o falsos; tal vez lo peor de la nota roja es el trato descriminador y humillante que le dan a las personas de orientación homosexual. Es de un primitivismo extinguible ofender y estigmatizar por la condición sexual.
Lo peor de todo es que algunos periódicos hacen de la totalidad de su edición una mezcla de nota roja con todas las secciones, adquiriendo un perfil muy particular y cuestionable sobre sus finalidades sociales. Es evidente que dichos medios nacen y se reproducen en un entorno social determinado donde la costumbre o el miedo hacen prácticamente imposible que se demande una mayor calidad periodística.
Pero todo ésto sigue siendo el pan cotidiano en publicaciones del Norte como Calibre 57, Metro, Extra y todos los nuevos vespertinos que han cundido como una verdadera ANTIPRENSA y que manchan las manos de sangre y contaminan la conciencia de los lectores.

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