BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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viernes, 10 de septiembre de 2010

EL DEBUT DEL PREMIO NOBEL DE LA PAZ


Por George Chaya

“La administración Obama no acepta la legitimidad de los asentamientos israelíes”: Eso no está mal y le asiste el derecho a pensar de ese modo. “Las construcciones socavan los esfuerzos para la paz, sostiene George Mitchell el enviado estadounidense al Oriente Medio”: Eso suena políticamente correcto y opera como disparador de aplausos.

Esta es la idea base sobre la cual el presidente Barak Hussein Obama facilita las nuevas rondas de conversaciones que se desarrollan en Washington. Ante este discurso, nos asiste el derecho a pensar que judíos y árabes están destinados a muchos más años de guerras, traumas y sufrimientos. El presidente estadounidense optó convenientemente por ignorar que el 94 por ciento del territorio de la ex Palestina ya ha sido dividido en dos estados: el Estado judío de Israel 17 por ciento y el Estado árabe de Jordania 77 por ciento y que los Estados partes han firmado un tratado de paz en 1994. La soberanía territorial del 6 por ciento restante de la antigua Palestina (es decir la Ribera Occidental y Gaza) aún continua sin asignarse entre judíos y árabes. Pero no se menciona por qué sucede esta anomalía, más bien se están obviando las razones y los detalles. Así, la idea de que la soberanía de la Ribera Occidental y Gaza se dividen entre Jordania e Israel (y posiblemente Egipto) se ha traducido durante los últimos 60 años en “un viaje a ningún lugar”.

Ahora, el Presidente Obama se ha sumado a ex presidentes de EE.UU. como Jimmy Carter, Bill Clinton o George Bush en la intermediación de una solución que, en los términos en que continúa siendo abordada, no tiene posibilidad de éxito alguno. Las oportunidades perdidas por la dirigencia Palestina para crear un Estado independiente y soberano en Cisjordania y Gaza han sido desperdiciadas en no menos de seis ocasiones durante los últimos 62 años, a saber:

I) Cuando les fue ofrecida por las Naciones Unidas en 1947.

II) Durante los 19 años transcurridos entre 1948-1967 cuando Jordania ocupó Cisjordania y fácticamente Gaza formaba parte de Egipto.

III) Entre 1967-1988, cuando los árabes se negaron a negociar con Israel sobre el futuro de Cisjordania y Gaza.

IV) Tras la firma de los Acuerdos de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina [OLP] en 1993.

V) En el año 2000 en Camp David durante las negociaciones encabezadas por el ex presidente Bill Clinton negociando con el dirigente de la OLP Yasser Arafat.

VI) Durante las negociaciones llevadas a cabo bajo el mandato del ex presidente George Bush en lo que se denomino “Hoja de Ruta” entre 2003-2007 y últimamente en el marco del proceso de Anápolis entre 2007-2008.

La imposibilidad de crear un estado palestino entre Jordania e Israel fue el resultado de inflexibles demandas árabes y de la incapacidad para aceptar la existencia de un Estado judío en Oriente Medio, como también por su renuencia en abandonar la demanda sobre el statu quo de Jerusalén. Ahora, probablemente les otorguen parte de Jerusalén como capital de su futuro estado, pero a decir verdad, el quebradero de cabezas de estas negociaciones será el derecho de retorno de los palestinos desplazados durante la guerra de 1948, ello configurará un escollo insalvable en la posición de la administración Netayahu sobre el que Obama no quiere ni escuchar hablar a Mahmud Abbas, al punto de hacérselo saber al Primer Ministro Salam Fayyad en julio pasado.

¿Cual será la fórmula mágica que utilizará el Premio Nóbel Obama para superar estos obstáculos y lograr la solución de dos Estados? Esto no surge con claridad ni fue dado a conocer por la Casa Blanca. Hasta aquí lo que se transmitió no ha sido más que una postura grandilocuente diciendo lo que los árabes desean escuchar, pero hay silencio sobre lo que los árabes deben hacer. La percepción es que de momento, la solución de los dos estados no tiene ninguna posibilidad de éxito en tanto las concesiones le sean exigidas todas a una de las partes y ninguna a la otra.

A mi juicio, no resulta pertinente adentrarse en aquello que esteriliza el debate con argumentos de derechos religiosos o de la herencia histórica sobre esa tierra; en no pocas oportunidades ese tema ha colaborado a hundir el proceso de paz en el pasado y prefiero dejar eso a los dignatarios y estudiosos religiosos judíos y musulmanes. Por ello me referiré puntualmente a la normativa internacional. Lo concreto en esta materia es que los israelíes tienen razónes fundadas en el derecho internacional para construir su hogar nacional judío según lo dispuesto por la Liga de las Naciones para el Mandato de Palestina y ello se ha mantenido en virtud del artículo 80 de la Carta de las Naciones Unidas; por consiguiente, es erróneo sugerir que los judíos no tienen el derecho a constituir su hogar nacional en las zonas designadas por el Mandato internacional. ¡Vaya incorrección política la mía! Pero si no les agrada a los religiosos o a los extremistas del bando que sea, pues rompan con la normas del derecho internacional, creen el suyo propio, den al traste con las libertades, los derechos y las obligaciones consagradas en la normativa jurídica de lo que se conoce como el mundo libre y pidan que los judíos se marchen a Canadá o Groenlandia como ya lo sugirió “el democrático presidente persa” en el pasado reciente.

En otras palabras, la llamada efectuada por el presidente Obama a Israel (desde los tiempos de su discurso en El Cairo) para poner fin a lo que se le ha otorgado por medio del derecho internacional, no solo es un infortunado pasaje de su gestión, sino que lo expone con brutal ignorancia de la historia y del derecho ante la comunidad internacional, pues este es un derecho inalienable que le fue conferido a los israelíes. Si ese derecho debe ejercerse en este momento o no respecto de los asentamientos, es una cuestión muy diferente y motivo de otro análisis. Pero negar que ese derecho exista no ayudará a poner fin al conflicto y exacerbará la intransigencia yihadista en cada centímetro cuadrado de la Ribera Occidental y Gaza. El presidente estadounidense también omitió mencionar las Resoluciones del Consejo de Seguridad 242 y 337 de Naciones Unidas. Estos documentos dejan claro que Israel no puede volver a la fragilidad de las líneas del armisticio que existían en 1967 pues la seguridad de sus ciudadanos sigue siendo su principal preocupación en relación a los gobiernos y las organizaciones terroristas que nunca reconocerán a los judíos el derecho a tener su Estado aunque concesionen parte de Jerusalén en favor de los palestinos. Israel debería volver a la línea del armisticio de 1967 cuando los países árabes reconozcan la realidad de la existencia del Estado Judío y las organizaciones yihadistas sean neutralizadas, hacerlo antes que esto suceda, sería un peligroso error estratégico y un regreso a la fracasada teoría de “Tierras por Paz” con la que los israelíes no obtuvieron más que la continuidad de un círculo vicioso que exacerbo el conflicto y lo convirtió en una espiral de violencia sin final a la vista.

A pesar de las positivas y voluntariosas declaraciones del Presidente Mahmud Abbas y del PM Benjamín Netayahu, las actuales rondas de negociaciones en Washington no serán mas que un puñado de buenas intenciones que ya han sido boicoteadas horas antes de su inicio con el asesinato en Hebron de cuatro civiles israelíes, dos hombres y dos mujeres, una de ellas con un embarazo de seis meses, un crimen repudiable reivindicado por la organización Hamas que detenta el poder en la Franja de Gaza y desconoce autoridad para negociar en nombre de los palestinos al Presidente Abbas.

Estas reuniones en las que el Presidente Obama hace su debut como Premio Nóbel serán el último error de una extensa cadena de absurdos de no pocos diplomáticos y políticos occidentales que jamás se han preguntado con sinceridad por qué no ha sido posible determinar la soberanía de un estado palestino en una zona del planeta del tamaño de un pañuelo durante los últimos 62 años. Cuando el Premio Nóbel de la paz reflexione sobre esta situación y sobre la conducta de los estados promotores del terror regional e internacional, allí comenzara a acercarse responsablemente con alguna posibilidad de éxito a lo que todos deseamos: una solución duradera de dos estados para dos pueblos. Entonces, tal vez podamos ver a un Presidente de los Estados Unidos que tendrá éxito allí donde sus antecesores han fracasado estrepitosamente en todos y cada uno de sus intentos anteriores.

George Chaya es periodista y analista político autor de “La Yihad Global, el terrorismo del siglo XXI”, publicado en idioma español por Widmills Edition en California USA: http://www.georgechaya.info/libros/

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