Saludos, Enrique. Hola, soy yo, el agente ruso. ¿Recuerdas cuando desataste una brutal guerra sucia en mi contra, señor Krauze? Quisiste tumbar a López Obrador, pero fracasaste en el intento.
La supuesta trama rusa en las elecciones mexicanas jamás existió. Nunca hubo intervención alguna de Moscú ni en las redes sociales ni en las campañas políticas.De acuerdo conel escritor Ricardo Sevilla, todo fue una vil fabricación de un grupo a cargo de Fernando García Ramírez, trabajando bajo el mando intelectual de Enrique Krauze y patrocinado por el oligarca Agustín Coppel. Querían acabar con esta videocolumna y parar la marcha triunfal de López Obrador. Pero aquí sigo…y ahí está el 'rayito de esperanza' despachando en Palacio Nacional.
"¡Publiquen sin miedo, carajo! ¡Tenemos presupuesto ilimitado!", gritaba el coordinador de la granja de trols en Berlín 245. Los testimonios indican que llegaban a pagar hasta 50.000 pesos por cada meme en las redes sociales en contra de López Obrador durante la campaña presidencial de 2018. Este equipo también manejaba varios sitios web como Pejeleaks, Mexico Prensa y Populismo Autoritario, que publicaban una avalancha de calumnias y noticias falsas en contra del candidato de Morena. Así que la verdadera infiltración política no fue desde Moscú, sino desde la oligarquía nacional, que temía perder sus enormes privilegios.
Es importante señalar que esta campaña políticoelectoral supuestamente financiada por la familia Coppel y otros magnates, como Alejandro Ramírez y Germán Larrea, violaría a todas luces las leyes electorales. El artículo 54 de la Ley General de Partidos Políticos prohíbe que los candidatos reciban cualquier donación de parte de "personas morales"; es decir, de empresas u organizaciones de la sociedad civil. Y el artículo 56 impone un tope muy estricto a las aportaciones de individuos y, además, obliga a los partidos a informar al Instituto Nacional Electoral sobre estas contribuciones, algo que no ocurrió de ninguna manera en este caso. No hay duda: las autoridades electorales están obligadas a investigar y castigar este evidente atropello a la ley.
Pero la buena noticia es que, a pesar de la guerra sucia, a pesar de las mentiras y la infiltración de las redes, la indignación y la esperanza ciudadanas fueron tan poderosas que lograron derrotar las estrategias de fraude en las elecciones presidenciales. Pero no podemos descansar en nuestros laureles. Vendrán nuevos embates autoritarios de parte de los neoliberales neofascistas. Ya lo hemos visto en EE.UU. con Donald Trump, en Brasil con Jair Bolsonaro y en Venezuela con Juan Guaidó. Hay que mantener la frente en alto y redoblar nuestra lucha por la democracia, la libertad, la justicia y la verdad.
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