viernes, 7 de octubre de 2011
¿A QUIEN LE ESTORBA HUMBERTO MOREIRA EN EL PRI?
José Luis Camacho Acevedo
El canibalismo político dentro del PRI ha sido una de las prácticas que más lo han perjudicado a lo largo de su vida como organización que debe servir a la sociedad.
En la historia reciente el innombrable Roberto Madrazo Pintado, logró la candidatura presidencial a base de aniquilar, por todos los medios que tuvo a su alcance, a Arturo Montiel Rojas, que resultó el vencedor del grupo autodenominado TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo), que eran militantes distinguidos del PRI que sabían que con Madrazo como candidato presidencial su partido caminaba derecho y sin reversa hacia el despeñadero electoral.
Situación que ocurrió en la realidad, en el 2006.
Madrazo, con saña sarracena, difamó a Montiel desde el momento en que el mexiquense resultó ser el ganador de la encuesta que realizó el TUCOM. Una decisión que respetaron políticos priístas que hoy están de regreso como Enrique Jackson y Manuel Angel Núñez Soto. Ejercicio que Roberto Madrazo dinamitó con una serie de delaciones que culminaron con la filtración de los negocios que hicieron los hijos de Arturo Montiel.
En el noticiero televisivo de Joaquín López Dóriga, días antes de la declinación de Montiel tras los golpes bajos que le propinó Roberto Madrazo, éste se presentó a una entrevista en la que, cínicamente y sin el menor cuidado de las formas de la civilidad y la urbanidad políticas, le dijo a su entrevistador “Montiel es el principal enemigo de Montiel”. (¿?)
Madrazo, con esas maniobras de un canibalismo político de perversidad suprema, ganó la candidatura presidencial del PRI para la elección del 2006.
Antes, Madrazo compitió deslealmente con Francisco Labastida, al que saboteó de muchas y documentadas formas. Fue en el 2000 con la frase que le acuñó el sabelotodo de Carlos Alazraky, “Dale un Madrazo al Dedazo”. Y lo que hizo Roberto Madrazo fue darle el golpe casi mortal al PRI y a mortal a su candidato Francisco Labastida.
Llegado el 2006 a Madrazo la historia le cobró su trayectoria política de traiciones y deslealtades.
Perdió vergonzosamente llevando al PRI a un tercer lugar, que era un referéndum de los mismos priístas a la calidad moral de Madrazo, y de allí, ese partido se libró del inservible tabasqueño para iniciar una exitosa recuperación.
Hoy, gracias al trabajo de muchos de sus militantes, el PRI es el partido más importante de México, tiene el mayor número regobernadores, alcaldes y diputados y senadores en el Congreso de la Unión y, sobre todo, va adelante del PRD y del PAN en las encuestas que miden al más probable ocupante de Los Pinos el próximo año, con el nombre de Enrique Peña Nieto.
Y las paradojas del destino que todo lo cobra se presentan. Enrique Peña Nieto es paisano de Arturo Montiel, uno de sus más grandes amigos y comparten ideales políticos desde hace muchos años.
Montiel es un tipo controvertido. Acusado a veces con razón y muchas de las ocasiones sin ella, de cometer tropelías al amparo del poder.
También es víctima del ambiente de juego sucio que existe ahora en el contexto de la sucesión presidencial. Pero en el tiempo en que pudo ser candidato de su partido, la guerra sucia se la hizo el canibalismo de Roberto Madrazo.
Ayer, reunido el parque Jurásico de los expresidentes del comité nacional del PRI, se escuchó la voz de Fernando Ortíz Arana advirtiendo que las “divisiones” (que no son otra cosa que la expresión del canibalismo y la traición en el más puro estilo de Roberto Madrazo) han ocasionado muy serios daños a su partido.
Cuando Fernando Ortíz Arana perdió como candidato al gobierno de Querétaro la primera vez que jugó por ese cargo, corrió la versión de que los sabotearon desde Los Pinos y Bucareli. Concretamente se habló de una maniobra orquestada en su contra por Emilio Chuayffet y secundada por Liébano Saénz.
O sea que el queretano sabe de lo que habla cuando se refiere a la eufemística división dentro del PRI, que en realidad es canibalismo y juego sucio.
El caso es que a pesar de esas advertencias, en el PRI no entienden que cuando disfrazan sus intenciones de deshacerse de un cuadro porque lo consideran “ya no útil” a través de comentarios en los medios y sabotajes internos, están cayendo nuevamente en la trampa que los llevó con Labastida a perder el poder y con Madrazo a caer hasta el vergonzoso tercer lugar en el resultado final de los comicios presidenciales.
La moda canibal ahora es pegarle a Humberto Moreira y hacer quinielas de quién lo sustituiría en la dirigencia nacional de ese partido que seguramente ganará las elecciones presidenciales en el 2012.
Humberto Moreira llegó al PRI con amarres de primer orden. Conciliaba los intereses de la maestra Gordillo, caminaba seguro en tierras mexiquenses y sobre todo, era par como gobernador de la poderosa estructura territorial que a través de los mandatarios en las entidades que gobiernan, tiene actualmente el PRI.
Y ahora, por el asunto, no menor ni aplaudible desde luego, del procedimiento equivocado para tramitar créditos al estado de Coahuila, lo inmolan como si Moreira fuera más corrupto que Marta Sahagún y sus hijos.
O más depredador del presupuesto de lo que fue el panista Antonio Lozano Gracia, gran amigo del presidente Calderón que ayer lo saludó en el Estado de México por cierto, a quien el Lic. Arsenio Farell le había integrado su expediente por peculado en su desempeño como titular de la PGR, y que Francisco Barrio, por presión de un despacho de abogados panistas al que nos referiremos la semana que viene, simplemente le dio carpetazo.
Y el peculado de Lozano Gracia no era, ni por asomo de 32 mil millones de pesos, que es la cantidad del endeudamiento de Coahuila. El IFAI pronto dará respuesta a nuestra solicitud de conocer el expediente y sabremos con todo detalle la diferencia, tanto de destino como del monto, de lo que acusaron en su momento a Lozano, comparado con los créditos conseguidos por Moreira.
Canibalismo puro contra el coahuilense que parece que los priístas están dispuestos a llevar hasta el final, a pesar de las consecuencias que les puede traer.
¿A quién pondrían que no le pegara el PAN igual que a Moreira?
A Ricardo Aguilar que sería igual que si ya el PRI mexiquense tomara el mando del PRI nacional. A Cristina Díaz cuyo único mérito sería el de meter a una “colosista de mentiras” en el cargo, siendo que no es lo mismo, sin duda, Cristina que Beatriz.
O de una vez colocarán a Emilio Gamboa, sacrificando así a un operador de campaña de primer nivel, de los que existen pocos en el PRI y quien lo mismo con Peña que con el que fuera, deberá ser el engrane entre clase política, IP, los gobernadores y partidos de oposición.
De todos modos al que pongan, ya será otro Federico Doring el que se encargue de ensuciar al nuevo dirigente del PRI, en caso de que los cúpulos tricolores sientan que ya no le deben nada a Moreira.
Sacrificio inútil, desleal y que puede ser costoso electoralmente, el que puede sufrir Humberto Moreira.
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