Origen y desarrollo de las campañas anti-AMLO: del Paraje San Juan a la pandemia (III)
Luego del desafuero de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), mientras que las diferentes fuerzas anti-AMLO celebraban con bombos y platillos su esperada y contundente victoria obtenida en el seno de la Cámara de Diputados, decenas de organizaciones y personalidades nacionales e internacionales de diferente tipo y actividad condenaron el desafuero por considerar que había sido un excesivo acto de fuerza de las autoridades federales y, por lo mismo, un evidente y preocupante retroceso en el ya de por sí incipiente proceso de transición democrática en México.
Ante tal situación, el domingo 24 de abril, y con el fin de repudiar el hecho, más de un millón 200 mil personas marcharon en completo silencio del Museo Nacional de Antropología e Historia al Zócalo capitalino; se trató de la manifestación hasta ese momento más numerosa y apoteótica de todas las manifestaciones oficiales y extraoficiales que se habían realizado en la historia del país.
Tras esa demostración de fuerza de la causa obradorista, misma que tendía a crecer, y pese a estar ya formalmente desaforado y a punto de ser aprehendido para iniciar su enjuiciamiento penal, después de 17 días de haber estado fuera del cargo, AMLO decidió reasumir sus funciones como jefe de Gobierno, acción que la Presidencia de la República consideró una verdadera provocación por parte de él.
No obstante el enojo por el evidente desafío, la Procuraduría General de la República (PGR) determinó ya no realizar ninguna otra acción en contra del tabasqueño. Lejos de ello, tres días después, Vicente Fox Quesada decidió dejar sin efecto la consignación penal que se había hecho en contra de AMLO, al mismo tiempo que cesó al general Rafael Macedo de la Concha, titular de la PGR, quien había sido el encargado de llevar todo el proceso de desafuero y consignar penalmente al jefe de Gobierno. Por último, el mismo presidente declaró que “mi gobierno a nadie impedirá participar en la próxima contienda”. Una derrota más de las fuerzas anti-AMLO.
Mucho tiempo después, tras la impartición de una conferencia en Estados Unidos, en una más de sus acostumbradas bravatas, Vicente Fox cínicamente declaró —palabras más, palabras menos— que si bien era cierto que Andrés Manuel López Obrador lo había derrotado durante el desafuero, más tarde “él se había desquitado” en el proceso electoral de 2006, al impedirle que arribara a la silla presidencial; en otras palabras, Vicente Fox reconoció implícitamente que en el mencionado año se había realizado un fraude.
El desistimiento de la Presidencia de la República de enjuiciar penalmente a AMLO fue un fracaso más de las fuerzas de la derecha anti-AMLO, que a toda costa querían impedir que se inscribiera su nombre en las boletas electorales al lado de Felipe Calderón Hinojosa, Roberto Madrazo Pintado y Patricia Mercado Castro.
Fue, pues, en el contexto de este polarizado y enrarecido ambiente político en el que tuvo lugar la sucesión presidencial de 2006, y en el que, luego de una serie de derrotas de los grupos anti-AMLO, finalmente optaron por jugarse una última carta: preparar y concretar un fraude y, de esta manera, taparle el paso a AMLO e imponer a Calderón como el presidente de la República.
Pero independientemente de lo burdo y evidente del fraude, a principios del mes de agosto de 2006, un grupo de 133 personas “abajo firmantes”, en la actualidad conocidas como “los notables”, en un desplegado publicado en diversos periódicos manifestaron que “quienes firmamos este documento hemos seguido los argumentos y pruebas presentadas en el litigio. No encontramos evidencias firmes que permitan sostener la existencia de un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos. En una elección que cuentan los ciudadanos puede haber errores e irregularidades, pero no fraude”.
En este célebre documento con el que el grupo de “los notables” legitimó el fraude de la derecha, por primera vez aparecieron haciendo causa común los apellidos de Castañeda, Dresser, Carabias, Casar, Patán, Peschard, Krauze, Reyes Heroles, Trejo Delarbre, Woldenberg y Zuckerman, precisamente, los mismos que 14 años después aparecieron en la carta enviada a AMLO para exigirle que les haga caso a los empresarios que quieren que se recurra a la deuda externa para que se les apoye. Asimismo, en el primer documento también aparecían las firmas de Héctor Aguilar Camín, Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón. Esto explica el porqué de la actitud de aquellos y de estos tres últimos en contra de AMLO.
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