BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO
La verdad nos hará libres...

domingo, 25 de abril de 2010

EL SACERDOTE Y EL PRESIDENTE

Editorialista invitado: Jean Meyer
Les hablaré de Marcial Maciel, sacerdote difunto y de Daniel Ortega, presidente en ejercicio en Nicaragua, pero primero les va una historia verdadera, sin precisiones cronológicas ni geográficas, porque los descendientes de los protagonistas podrían molestarse.
Hace la friolera de 50 o 60 años, en una ciudad de la República Mexicana, a las 8 más o menos de la mañana, el papá de un amigo y su socio y amigo se encontraban fuera de su domicilio y negocio en una calle céntrica, a una cuadra de la estación de trenes, fumándose el primer cigarro del día, antes de que apareciera el primer gambusino que les vendiera pequeñas porciones de mineral. “Se aparecen dos carros de la policía, en uno el mismísimo jefe de la policía municipal con su chofer y en el otro un joven, en el asiento de atrás en medio de dos policías armados con rifles. “Amigos, ¿Qué están haciendo? Acompáñenme a dar una vueltecita”, dijo el jefe. X y Z intercambiaron miradas desconfiadas… accediendo a la invitación. Agarraron por la carretera y por ahí en un llanito se estacionaron los dos carros. “Vénganse, vamos a fumar un Alitas”. Se bajaron, también los policías con el joven preso. “¿Sabes que? dijo el jefe de policía al preso... cuélate, vete por ahí… yo también soy hombre y entiendo lo que le hiciste a la niña”. “No, le contestó el preso pálido, quieres matarme”. “Pues sí, hijo de la… es lo que voy a hacer, como tú hiciste con la niña”. “Agárrenlo”, ordenó a los policías. El jefe se movió, buscándole la espalda al preso y a tres, cuatro metros, le sorrajó tres, cuatro balazos de la 45”. Luego le dijo a mi papá y a su amigo: “Bueno, vámonos, mañana les mando una acta para que me firmen de testigos, de cómo ese hijo de la ch… trató de escapar”. Ley fuga para un sátiro. Así se les llamaba entonces a los pedófilos. El muerto había violado a una niña. Justicia diferente al versículo de San Mateo, sobre la rueda de molino amarrada al cuello”… Eso me contó mi amigo, después de leer mi artículo de hace quince días.

De todos son conocidas las hazañas sexuales, financieras y políticas del P. Maciel, no lo son tanto las de Daniel Ortega, ex revolucionario y actual presidente. El paralelismo entre los dos hombres es interesante así como la red de complicidades que permitió en el caso del primero y permite todavía en el del segundo la conspiración del silencio. Sobre Maciel, tienen el libro de Fernando M. González, publicado por Tusquets; sobre Ortega, el último número de ISTOR (www.istor.cide.edu) con el tremendo artículo de Delphine Lacombe, “El escándalo Ortega-Narváez”. En 1998, a sus 31 años, Zoilamérica Narváez, hija de la presente esposa de Ortega, denunció la violencia sexual continua, iniciada cuando ella tenía once años y ejercida por su padrastro durante casi dos décadas. Narra además de las prácticas sexuales impuestas por el agresor, la obligación al secreto, la manipulación psicológica y censura impuesta por ciertos dirigentes sandinistas. Como las víctimas de Maciel, se autopersuadió de que su sacrificio era un deber moral, que “contribuía a la revolución”: Ortega, como Maciel, decía que así contribuía a su estabilidad emocional, que así podía cumplir mejor sus altos deberes. El sacerdote y ministro Miguel d’Escoto le sugirió “cargar con mi cruz con resignación, evitar el escándalo, velar por la imagen y estabilidad del gran hombre, para que pudiera cumplir con la misión”. La misión que la historia confió a Ortega, la misión que Dios confió a Maciel.

Dos hombres, dos héroes, dos modelos, Ortega: el nuevo Sandino, Maciel: “ejemplo para la juventud” (palabras de Juan Pablo II).

Después de la denuncia, mismo circo en ambos casos, misma impunidad, conspiración del silencio. “Lo sabíamos y mantuvimos silencio por nuestro deseo de apoyar la revolución sandinista, estoy avergonzada de nuestro silencio, pero tal vez el tiempo y el lugar no permitieron otra alternativa”. Mismas palabras entre los dirigentes de la Legión. Al final, poco antes de morir, Maciel cayó, pero durante años, como hasta la fecha en Nicaragua, una campaña de contraacusaciones transformó a las víctimas en culpables y al culpable en mártir. Las instituciones, Estado o Iglesia, son poco propensas a dar paso a la queja contra sus jerarcas. En Nicaragua, la justicia, los políticos, el cardenal Obando han defendido, defienden a Ortega de modo que su reelección a la presidencia fue una “incalificable bofetada a las mujeres”, como dijo una de las defensoras de Zoila. Maciel, sancionado por el papa Pío XII, fue rehabilitado por el buen Juan XXIII y supo engañar a Juan Pablo II. La doble moral triunfaba y sigue triunfando.

Me faltó decir que, obviamente, no soy partidario de la ley fuga. Tampoco de los personajes mencionados y de sus protectores cardenalicios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario