A los mexicanos poco nos ha importado la protección y el tratamiento de datos personales que hoy forman parte esencial de nuestra privacidad. Hemos avanzado en transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas, pero no en la defensa de la privacidad de los ciudadanos. No ha sido hasta hoy un valor a proteger. Nos encontramos vulnerables a la violación de nuestra información personal, la cual queda expuesta potencialmente a cualquier delito o persecución, e incluso a vigilancia político policial.
La investigación publicada hoy por EL UNIVERSAL indigna. Los datos personales de los mexicanos, obtenidos a través de trámites diversos como la obtención de la credencial de elector, el registro vehicular, las licencias de conducir, entre otros, están a la venta al mejor postor en el barrio de Tepito, donde por 12 mil dólares —monto que sólo el crimen organizado puede pagar— se pueden adquirir tres memorias externas que despliegan toda la información, incluidas fotografías, dirección o tipo de vehículo.
Esto es, el ciudadano al desnudo en sus datos personales, sin que la autoridad repare en tan grave delito, fundamentalmente porque carece de herramientas legales para sancionarlo.
Ni siquiera la intimidad es un valor consagrado constitucionalmente. En la mayoría de los países donde impera el estado de derecho este tema se planteó hace dos décadas y ha logrado no sólo proteger las bases de datos, sino su tratamiento, que es donde se cometen los mayores desvíos.
Apenas el martes pasado la Cámara de Diputados aprobó la nueva Ley de Datos Personales —que ha de avalar todavía el Senado—, por la cual el IFAI tendrá entre sus atribuciones vigilar y verificar que la información personal en manos de particulares no sea usada con fines distintos para los que fue proporcionada.
A ver si ahora, al saber que en cualquier esquina se puede acceder a nuestros datos, podemos dimensionar la urgencia de defender la privacidad del ciudadano. Necesitamos su aprobación.
Una vez sentadas las reglas sobre cómo proteger, cómo utilizar y, en su caso, cómo sancionar el mal uso de datos personales, estaremos en mejor situación para atacar fenómenos como el que reportamos hoy.
Saber que vamos en la ruta legal correcta para darle en el futuro a la privacidad el lugar que le corresponde entre los valores ciudadanos, no exime sin embargo a los custodios de la información vulnerada y vendida en Tepito para explicar de inmediato cómo sucedió y cómo le van a hacer para que no siga pasando. Este puede ser un caso emblemático donde los responsables, entidades públicas y privadas prueben que sabrán erradicar la negligencia y la corrupción, que ponen todos los días en riesgo la libertad y los derechos de los mexicanos.
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/48037.html
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