Lilia Cisneros Luján
Son dos madres, dos hijas en cada una de las familias, dos homicidios, dos realidades opuestas, muchas similitudes y también grandes diferencias: económicas, de clase y de manejo informativo.
La primera ocurrió en una unidad habitacional popular en Tlalpan. Una madre jefa de hogar, ahogó a sus dos hijas –-de 12 años- y después intentó suicidarse. La nota ocupó los noticieros un par de días. En los medios impresos apareció en la sección policíaca. La segunda era una pequeña de apenas 4 años, rubia, “misteriosamente” desaparecida, hija de una familia pudiente con todo el apoyo financiero para difundir su fotografía en la red, en panfletos distribuidos por toda la ciudad, con llamados a la ciudadanía, para dar cuenta de su paradero. Diez días escuchamos la pregunta ¿Dónde esta Paulette? Durante más de una semana percibimos la sospecha de que los “muy malos” –posibles secuestradores, la servidumbre quizá- serían responsables de haber sustraído de su hogar a una pequeña con limitaciones –niña especial declararon algunos familiares- en el habla y en su posibilidad de moverse por sí misma. De pronto las indagatorias dieron un vuelco a la historia. Los medios sacaron a la luz declaraciones –reservadas antes de lo que era evidente- del abogado de las nanas, los padres fueron arraigados, el amarillismo mediático dio paso a grabaciones, también reservadas por quien sabe que motivos, de instrucciones de la madre a la hermanita de la víctima y se empezó a perfilar una suerte de justificación “la mamá es una abogada astuta, inteligente, con desapego emocional” La imágenes de esta mujer, declarando, “no se tal vez Harry Poter, los extraterrestres……..” se repitieron y automáticamente vino una disminución en la frecuencia de la nota que ya no parecía lo más importante
¿Por qué la conferencia de prensa de la procuraduría del Estado de México, se pospuso en tiempo y forma? ¿Qué se estaba arreglando? Y regresando al primer caso de esta reflexión ¿Qué motivos consideró la procuraduría del DF para abandonar la investigación? Al parecer nadie dio lugar a la posibilidad de otra persona hubiese orillando a matar a sus hijas, a una madre, presuntamente con crisis nerviosas, de la cual los vecinos dijeron que era “trabajadora, amable y con dos niñas siempre muy peinaditas y educadas” ¿Cuál fue la postura del esposo de esta “madre casi suicida” y padre de dos gemelas cuyo futuro, al decir de un ex candidato a la presidencia de la república -también asesinado- nos fue prestado? ¿Qué han dicho los abuelos? ¿La diferencia fue el intento suicidio o la condición económica de una familia sin posibilidad de abogados y otra en la cual hasta la servidumbre goza de este privilegio?
En un escenario donde el riesgo por perder la vida, es cotidiano y solo con matices, ese futuro prestado, parece agotado por la generación adulta del presente. Las familias de hoy se enfrentan a homicidios inmersos en el sentido empresarial, cuando se vincula con el no pago del secuestro, el cobro de seguros de vida, por abuelas de auto viudas y hasta el negocio de la explotación infantil. La muerte se convierte en abominación si un bebé fallece de inanición frente a padres adictos al Internet, que olvidan alimentarlo o compañeros de clase haciendo del maltrato una moda macabra. ¿Cómo Serán juzgados los menores de edad golpeadores, que orillaron a su condiscípula adolescente a suicidarse? ¿Tendrán algún castigo los diseñadores de páginas web, que promueven este tipo de conductas degradantes?
En la descomposición social que todos estos hechos implican, los medios de comunicación –de manera muy especial los electrónicos- juegan un papel determinante al convertir a los actores de hechos tan repugnantes como el homicidio de un niño, casi en personajes de espectáculo ¿Recuerda al joven regiomontano que asesinó con saña a los hermanitos de su novia? ¿Dónde está la joven, hija por cierto de una señora vinculada con las empresas televisivas?
La teoría de la evolución sostenida por Darwin, parece haber encontrado su límite, en el resurgimiento de la bestialidad. Los bebés son matados a golpes, ahogados, envenenados o asfixiados. El futuro de niños y adolescentes se cancela por ejecuciones masivas en ciudad Juárez, Durango y quien sabe que otras latitudes del planeta en donde además los reclutan para la guerra y el suicidio fanático. La animalidad de los pedófilos alcanza incluso a instituciones religiosas. ¿Qué será más importante, destituir al jerarca de la iglesia católica –como están proponiendo quienes han hecho de éste un tema más político que de caridad- o ir a la esencia del problema procurado ayudar a la víctimas y prevenir que otros niños sufran el mismo destino?
Las reacciones irracionales, han dado al traste ya, con muchas instituciones –sociales y políticas- que la civilización forjó a lo largo de la historia. Abonaron a esto, los excesos de quienes se ocuparon de ellas, es cierto; pero nadie, para desgracia de las generaciones de nuestros hijos y nietos, ha propuesto algo mejor y por eso parece que estamos dejándolos a merced de la involución. ¿De donde asirse? Ni siquiera parece haber clavos hirvientes para que los niños puedan tener una opción que los libere de tales desgraciados incapaces de la autocrítica mucho menos del arrepentimiento. ¿Se podría enjuiciar, cuando menos moralmente, a quienes pasando por alto tales abominaciones han promovido, medallas, disminuciones de penas, traslados a cárceles menos estrictas y hasta canonizaciones de tan nefastos personajes? ¿Quién será capaz de poner coto a imitaciones extra lógicas -originadas en quien sabe donde- que permiten a los niños y jóvenes, drogarse, portar armas y usarlas contra sus iguales y en perjuicio de sí mismos?
Por lo pronto Paulette es una más de los cientos de miles de referencias en las búsquedas del Internet cuando Usted pide “mató a su hija” La nena de dulce mirada ha dejado de existir. Si hubiera nacido espartana el sacrificio se habría dado en el momento mismo de su llegada al mundo como resultado de sus limitaciones físicas. En pleno siglo XXI, con todo un universo de organizaciones altruistas y públicas que defienden los derechos de seres como ella, esta pequeña de 4 años murió asfixiada. Quizá, nunca sabremos la motivación de tal aberración. Probablemente la justificación quedará en el ámbito de la locura, una locura no privativa de su madre; sino de una sociedad enferma que parece no encontrar la brújula que la regrese al camino de la civilización y el progreso.
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