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miércoles, 24 de agosto de 2011

EL BUNKER DE GADAFI


Los rebeldes toman el complejo de Bab al-Aziziya, en cuyos túneles, de hasta 30 kilómetros de longitud, podría esconderse Gadafi

El complejo de Bab al-Aziziya es el cuartel general de Gadafi, el búnker del régimen, centro de mando y comunicaciones del Ejército, y el símbolo del desafío del dictador libio a la comunidad internacional. En una de sus áreas residenciales se encuentra el edificio destruido por el ataque de la OTAN en el que habrían muerto un hijo y tres nietos de Gadafi el pasado mes de mayo. Y todo el lugar es una siniestra combinación de cuartel y parque martirológico de la dictadura.
El corazón de Bab al-Aziziya es la denominada «Casa de la Resistencia», edificio en el que supuestamente murió una hija adoptada por Gadafi en el bombardeo ordenado por Ronald Reagan en 1986 en represalia por un atentado en Berlín en el que murieron dos marines norteamericanos y que habría sido organizado por el régimen libio. El edificio permanece en ruinas, tal y como quedó tras el bombardeo. Y sirve como habitual telón de fondo para las arengas del líder libio. A su lado, se alza una colosalista estatua de un inmenso puño estrujando un avión de combate. Y al frente, se extiende la explanada en la que se celebran las manifestaciones de aclamación al líder. Toda la mitología del régimen se resume en este parque temático.
Y desde ayer, está en manos de los rebeldes. Gadafi, el patriarca del complejo, desaparecido. «Puerta espléndida», en su traducción al español, cuenta con barracones militares conecatdos a túneles subterráneos de hasta 30 kilómetros de longitud, algunos de los cuales llegan incluso al mar. Un auténtico laberinto en el que algunos creen que Gadafi se puede haber escondido.
Se supone que Bab al-Aziziya cuenta también con una compleja red de refugios antiaéreos. Pero las primeras veces que Gadafi quería sacar pecho frente a la OTAN lo hacía en este lugar, al aire libre, y rodeado de sus seguidores. Cuando los ataques al complejo se hicieron más frecuentes, sin embargo, el coronel dejó de frecuentar su búnker favorito. Y se refugió en un paradero completamente desconocido.
Los ataques aéreos de los aliados se han intensificado en estos últimos días, acompañando la ofensiva final de los rebeldes sobre Trípoli. Pero no es la única vez que el recinto amurallado, de seis kilómetros cuadrados, sufre ataques. En abril, una operación aérea de la OTAN, de la que Gadafi salió ileso, dejó tres muertos. En junio, otro bombardeo derribó algunas torres de vigilancia sobre el muro. Aunque en marzo, cuando los aliados impusieron la zona de exclusión aérea, el régimen evitó los primeros bombardeos utilizando escudos humanos.

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