lunes, 22 de agosto de 2011
LOS MEMBRETES Y EL DAÑO A LA NACION
Sara Lovera
saralovera@yahoo.com.mx
Una de las desgracias del país es la falta de movilización ciudadana para responder a los agravios de los gobiernos; para reaccionar ante la muerte, para participar en el crecimiento del país y para organizarnos, algo parecido a los indignados de España.
Es una desgracia que el movimiento levantado contra el crimen y el ambiente de desánimo y tristeza por la violencia sistemática y atroz se haya convertido en un anticipo del perdón. La fe cristiana es una maravilla, deja en paz los ánimos, como sucedió en la Segunda Guerra Mundial, el papa Pío XII justificó por amor los espeluznantes crímenes contra la población judía.
El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia, ha resultado en un mecanismo de mediatización para la sociedad civil, antes inerte y hoy atomizada en pequeños grupos de interés, en supuestas organizaciones que no son más que membretes sin fuerza política, sin personas detrás, pequeños grupos que hacen un enorme esfuerzo y en muchos casos constituidos por personas magníficas, pero que no organizan a nadie y no pueden responder a los agravios.
Tras más de 15 años, por ejemplo, ha sido imposible conseguir una manifestación capaz de parar los crímenes contra mujeres en Ciudad Juárez. En aquella ciudad, las defensoras de los derechos humanos tienen una alta vulnerabilidad, exactamente por lo mismo.
Cómo exigir que pare la impunidad, si no hemos conseguido una real movilización nacional contra la política de Felipe Calderón Hinojosa, que ha dejado a miles de hogares en luto; si como se hace la estadística del crimen, con las informaciones de los diarios, no podemos enfrentar a los poderes para que cese la persecución y los asesinatos contra periodistas, porque las organizaciones no gubernamentales de defensa no tienen ni periodistas ni gente detrás y las organizaciones de periodistas están atomizadas o son simples membretes.
Por ello con tanta tranquilidad los poderes instituidos y fácticos siguen decidiendo sobre nuestra vida. No pasa nada en México cuando ha quedado claro que es indignante el aumento real de la pobreza. Las cuentas, que siempre son como cortinas de humo, reconocen tres millones más de pobres en el país, en este gobierno y lo que es peor, la caída en picada de los pocos recursos que tenían en pie a una ya deplorable clase media. Y no pasa nada.
El lunes 8 se publicaron las declaraciones del coordinador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas, quien sin el menor rubor acusó a Felipe Calderón de agravar los problemas del país, en lugar de solucionarlos. Las palabras son fundamentales, Rojas ha dicho agravar, evidenciando que antes ya existían y que Calderón los empeora. El PRI gobernó 70 años y dejó una herencia cultural y política que hoy tiene sus consecuencias. Rojas es un ejemplo.
Pero dijo más, según el dirigente priísta, heredero de la vergüenza de ese partido que debió haber logrado el proyecto de la Revolución mexicana: "existe hastío y coraje ante una gestión gubernamental que no es eficiente ni fomenta la transparencia de sus acciones", parece que estoy leyendo declaraciones del Partido Acción Nacional (PAN) hablando del PRI hace 20 años, sin saber que llegando al poder, le sucedería igual y peor.
Es increíble que exista tanto cinismo, sin respuesta ciudadana, con un Sicilia repartiendo el perdón por doquier, sin que nadie explique ¿por qué no se para la muerte materna que se lleva 2 mil mujeres productivas al año? ¿Por qué nadie explica cómo resolveremos el sentimiento con que crecerán los niños huérfanos de la guerra de Calderón? Y ¿por qué nadie se levanta con indignación en las calles de México, frente a las 50 mil ejecuciones que han dejado en la inmovilidad y el desánimo a miles y miles de personas concretas, no números ni cartas firmadas por membretes sin masa. Vidas reales quebradas?
Pero el dirigente cínico del PRI, dijo más, se refirió a las cifras recientemente dadas a conocer por el INEGI y el Coneval sobre la pobreza y el desmoronamiento de los hogares, sobre el creciente desempleo, el suicidio, la desesperación para quienes a pesar de ser personas trabajadoras y eficientes, no tienen trabajo ni recursos.
El dirigente político del PRI, frotándose las manos, porque son ellos los que piensan regresar al poder y a Los Pinos, señaló que esta debacle económica pone de manifiesto que el actual gobierno ha incumplido muchos de sus ofrecimientos y que el PAN no ganará.
Peor es el desánimo cuando la gente progresista y de izquierda está desunida siempre. Porque ha ganado la cultura de la confrontación y no del razonamiento, del abuso y el control, frente a la decencia y la solidaridad, la cultura del asalto y la trampa, frente a la del diálogo y la dignidad, que son todos problemas de fondo.
Entre periodistas te veas, una asociación por estado o pueblo, de tres o cuatro personas que no logran levantar una real protesta por las y los perseguidos, crímenes y asesinatos, beneficiándose de ello, que se encumbran en pisos pegajosos pequeños y sin influencia alguna, que viven del cuento.
Es lo mismo que pasa en todos los gremios. Es un chiste que no hace sino sentir hilaridad, que Vicente Fox se vista en una conferencia de prensa con una camisa roja, que todo mundo sabe es el uniforme de los priístas que se aprestan por asaltar el poder en 2012.
Mientras tanto el Partido del Trabajo anuncia que sólo irá con Andrés López Obrador, olvidando que hay que esperar, dando motivos a los testaferros de la televisión y la prensa del poder, para adelantar que habrá una confrontación en la izquierda, que ésta no logrará más de 20 por ciento de la votación en 2012.
En el fondo y en la superficie, la sociedad civil en México es débil, se funda en grupos de interés sin masa ni militancia, es vulnerable, se la puede perseguir, matar, encarcelar, engañar, comprar con pocos pesos y algunos pequeños proyectos e inmovilizar cada vez que se le da la gana al poder.
Hay, además, una lista grande que encabeza a esos grupos de interés, que tienen la tendencia a dejarse impresionar por quienes manejan al país: dialogan, creen en ellos o ellas, se sientan en mesas de discusión con los asesinos o torturadores, se dejan pues.
Hace unos días el secretario de Marina dijo que las organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos están pagadas por el crimen organizado. Tan cínico como farsante, embustero. Lo grave es que no se ha respondido a su dicho con la fuerza necesaria.
Necesitamos ser muchos, muchas, movilizarnos, animar a las personas, dejar un poco de nuestros egoísmos y también de nuestros sectarismos, deseos de poder y de figurar, para levantar un movimiento civil capaz de no engañarse con el amor divino que confunde perdón con rendición y silencio.
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