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miércoles, 19 de mayo de 2010

LA JUVENTUD OCIOSA ES COSTOSA: OIT

Invitado: Ernesto Montero Acuña / Prensa Latina
A pesar de que se augure inminente final para la crisis económica, el desempleo alarmante aumenta y cae con mayor fuerza sobre la juventud, principalmente la femenina.
El informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que cubre el período entre 1995 y 2005, arroja un panorama sombrío ahora.
Publicado por el Observatorio de los derechos humanos, el documento constata que “la juventud ociosa es costosa”.
Emitido en el 2006, el reporte refleja que los jóvenes desempleados –de entre 15 y 24 años “habían aumentado y que vivían en la pobreza cientos de millones de los ocupados”.
Dos años antes de que explotara la crisis económica, los desempleados se habían elevado de 74 a 85 millones, equivalentes al 14.8 por ciento de incremento.
A la vez, otros 300 millones –el 25 por ciento del total de aquellos jóvenes– vivían por debajo de la línea de pobreza.
Según el informe, la posibilidad de que un joven fuera entonces desempleado triplicaba a la de un adulto.
Así, eran necesarios 400 millones de empleos decentes y productivos para aprovechar al máximo el potencial de la juventud, según aquellas estadísticas.
Las desventajas relativas para ellos son mayores en el mundo en desarrollo, donde representan una porción más elevada de la fuerza laboral.
El director general de la OIT, Juan Somavía, considera que la incapacidad de las economías para crear empleos decentes y productivos “amenaza con dañar las perspectivas económicas de uno de nuestros principales recursos”.
Así califica a “nuestras mujeres y hombres jóvenes”, afectados por el déficit de oportunidades de trabajo decente y por los altos niveles de incertidumbre económica.
Estima urgente responder al llamado de la Organización de Naciones Unidas para desarrollar estrategias que les den la oportunidad de maximizar su potencial productivo mediante empleos dignos.
Según el informe de la OIT: “Un tercio de los mil 100 millones de jóvenes buscaba trabajo sin éxito, había abandonado esa gestión o vivía con menos de dos dólares diarios.
“Si bien entre 1995 y 2005 la población juvenil había crecido en el 13.2 por ciento, la disponibilidad de empleos para ella sólo había aumentado en el 3.8 por ciento.
“Los jóvenes desempleados representaban el 44 por ciento del total de desocupados en el mundo, aunque su participación en la población laboral era sólo del 25 por ciento.
“Su tasa de desempleo había sido mucho más alta en el 2005 que la de los adultos (4.6 por ciento) y aumentó del 12.5 por ciento en 1995 al 13.5 por ciento 10 años después”.
Se hace notar que la imposibilidad de encontrar trabajo genera sensación de vulnerabilidad, inutilidad y de estar de más.
Asimismo, “hay costos para la juventud” y “también para las economías y las sociedades, en términos de disminución de ahorros, pérdida de demanda agregada, disminución de inversiones”.
Esto incluye “costos sociales como los que se requieren para servicios de prevención del crimen o del uso de drogas.”
Se está “desperdiciando el potencial económico de una gran parte de la población”, según Somavía, “en especial en países en desarrollo que son los que menos se lo pueden permitir”.
La situación por regiones y por género resulta muy alarmante y sin perspectiva de mejoría.
El Medio Oriente y África del norte presentan las tasas más elevadas, con el 25.7 por ciento; seguidas por las de Europa central, del Este y la Comunidad de Estados Independientes (19.9) y África al sur del Sahara, con el 18.1.
A continuación se sitúan América Latina y el Caribe (16.6), Asia suroriental y el Pacífico (15.8), las economías industrializadas y la Unión Europea (13.1), Asia meridional (10) y Asia oriental, con el 7.8 por ciento.
Las cifras inducen a formular pronósticos preocupantes y alertas de urgencia, aunque las economías más desarrolladas se mantenían entonces en situación menos grave.
En el caso de las mujeres jóvenes se pronosticaban desafíos mayores, por estar un mayor número de ellas desempleadas, contar con menos posibilitadas de buscar trabajo y ostentar una brecha más alta en la participación laboral.
La diferencia con respecto a los hombres es del 35 por ciento en Asia meridional, el 29 en Medio Oriente y África del norte, el 19 en América Latina y el 16 en Asia suroriental, el Pacífico y África al sur del Sahara.
La OIT considera que “la pobreza es persistente entre alrededor del 56 por ciento de los jóvenes trabajadores”.
Éstos “se ven enfrentados a la posibilidad de tener largas jornadas, contratos temporales o informales, salarios bajos, protección social escasa o inexistente, mínima capacitación”, y ausencia de voz en el trabajo.
Sumariamente añade: “El acceso a la educación continúa como un problema y el analfabetismo es un desafío importante. El mayor grado educacional no garantiza trabajo decente. Para los jóvenes, la seguridad laboral suele ser más importante que la satisfacción por el empleo.
“Sus tasas de desocupación sólo dejan expuesta la punta del iceberg. Dos grupos son mayores que los desempleados: los desalentados y los pobres que trabajan”. El sector agrícola y las áreas rurales generan más del 40 por ciento del empleo en el mundo, por lo que resultan principal fuente de trabajo en diversas regiones.
La mejora de los salarios y la reducción de la pobreza en sectores rurales contribuiría a contener la marea migratoria de jóvenes hacia grandes ciudades, ya congestionadas.
Se plantea asimismo la necesidad de desarrollar políticas y programas nacionales integrales, respaldados por la ayuda internacional, que beneficien directamente a los más vulnerables.
Sólo a través de oportunidades de trabajo decente podrán salir por sí mismos de la pobreza, según Somavía, para quien “las estrategias de empleo juvenil son una contribución clave” hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Mas un nuevo reporte emitido por la OIT el 26 de enero de 2010 refleja que los jóvenes desempleados en el mundo aumentaron en 10.2 millones durante el 2009, el mayor incremento desde 1991.
Como efecto de la inconclusa crisis económica, la tasa correspondiente creció en 1.6 puntos hasta el 13.4 por ciento, comparada con la del año 2007.
Así, la juventud es ahora más ociosa y más costosa, pero con menos futuro.

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