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sábado, 17 de septiembre de 2011

LLEGA SICILIA CON LOS ZAPATISTAS


SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chiapas — Javier Sicilia lanzó ayer un "antigrito" al condenar la guerra desatada en el país y recordar a las numerosas víctimas de la violencia.

"Hoy no podemos gritar Viva México, porque tenemos una guerra en donde a los hijos se les desaparece, se les mata, se les viola", señaló en un Teatro Hermanos Domínguez repleto.

"Hoy no podemos gritar porque ningún ciudadano puede transitar por sus espacios públicos o poner un negocio, o cultivar sus tierras sin el riesgo de ser levantado, extorsionado, despojado o asesinado. No podemos gritar porque los Ministerios Públicos no dan paz ni justicia a las víctimas, sino, que bajo ese lodo en que se ha convertido el suelo del país, las desprecian, incluso se les amenaza".

En compañía de los sacerdotes Gonzalo Ituarte y Alejandro Solalinde, y del actor Daniel Giménez Cacho, entre otros, remarcó su rechazó a la militarización del país.

"No podemos gritar porque lo que este gobierno, igual que los delincuentes del crimen organizado, solo tienen imaginación para la violencia y quieren militarizar el país (...) Nuestro silencio grita en este lugar que exigimos la paz con justicia y dignidad", indicó

Previamente, y bajo una intensa lluvia, los integrantes de la Caravana al Sur se encontraron con indígenas y campesinos, en su mayoría simpatizantes del EZLN, a un costado de la Catedral de San Cristóbal.

Sicilia dedicó de hecho sus palabras al movimiento zapatista, que, dijo, hace 17 años, al ocultar su rostro, "develó a los negados, olvidados, a quienes la Independencia no ha hecho justicia".

Reiteró la exigencia a cumplir los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, "sin los cuales no habrá paz, ni justicia, ni dignidad, ni verdadera independencia", y remarcó la afinidad de los agravios de los indígenas y las víctimas de la violencia.

"A los agravios ancestrales y estructurales de los pueblos indios se han sumado, por no rehacer en nosotros lo que la imagen de su espejo nos ha mostrado, las víctimas de la violencia de la guerra por el control del poder y del dinero", señaló.

"A sus dolores y la dignidad con que han resistido y mantenido en pie el espejo en el que el país debe mirarse, sumamos ahora los dolores y la dignidad que esta guerra ha traído", agregó.

La celebración inició con una marcha por más de 20 cuadras hacia el centro de San Cristóbal.

En la plaza junto a la Catedral se improvisó una tribuna sobre una camioneta.

A gritos, para que su voz se escuchara más allá del aguacero, la oradora dio la bienvenida a la caravana y condenó cualquier intento de capitalizarla políticamente por parte de partidos o gobernantes.

"Para nosotros, la llegada de la caravana significa la oportunidad de encontrarnos como pueblos, comunidades y personas para compartir nuestras experiencias en relación con la violencia y muerte provocada por la guerra de Felipe Calderón, con el pretexto del combate al crimen organizado", dijo una joven desde el estrado.

Cuando Sicilia llegó al pequeño templete, la lluvia amainó.

"Somos también con todos, en el silencio y en el dolor que nos contiene, el grito anegado y vaciado de contenido en nuestra Independencia", dijo el poeta en su breve discurso.

Agravios y reclamos

La ruta de Ciudad Hidalgo a San Cristóbal estuvo marcada por reclamos de indígenas cuyas tierras fueron arrebatadas para construir una presa o una mina explotar, de amas de casa que exigen bajar las tarifas de la luz, de jóvenes que demandan espacios educativos.

Habitantes de Tonalá reclamaron al paso de la caravana el cese del hostigamiento en contra de defensores de los derechos humanos.

Mientras pasaban las fotografías de muertos o desaparecidos, varios corearon "no están solos". (Agencia Reforma)

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