BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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jueves, 12 de agosto de 2010

LA LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA EN CALIFORNIA


por Iván Cachanosky

Iván Cachanosky es Licenciado en Administración de Empresas y estudiante de la Maestría en Economía Aplicada de la Universidad Católica (Argentina).

El próximo noviembre habrá una votación en el Estado de California para definir una posible legalización de la marihuana. De inicio el debate acerca de la legalización de estupefacientes es un tema polémico. Lo hace aún más polémico el hecho de que sea el primer lugar en el mundo hoy en día que la legalice en su totalidad (ni Holanda ni Australia cruzaron la línea de la legalización hasta estos niveles).
Cabe preguntarse si cruzar esta línea es ir muy lejos y riesgoso. En caso de que se legalice, tendría los mismos regímenes que el alcohol en lo que respecta a la edad, estaría permitida para mayores de 21 años. Es cierto que la legalización de algunas drogas puede traer beneficios, como por ejemplo, restringir el narcotráfico, disminuir delitos debido al elevado precio de los estupefacientes por encontrarse prohibidas, aminorar la corrupción y muchas otras ventajas. Sin embargo, hay que ver los intereses que puede tener el gobierno con esta medida. No es un dato menor que casualmente el presupuesto del estado californiano se encuentre comprometido. Es por eso, que la medida de la legalización va acompañada de un impuesto de 50 dólares por onza. De esta manera, según el artículo publicado en “The Economist” el día 15 de Julio titulado “The law of the weed” ("La ley de la marihuana"), el gobierno californiano espera recaudar alrededor de 1.400 millones de dólares en un año. La estimación puede ser acertada o no, pero claramente hay un objetivo de recaudación de fondo.
El legalizar las drogas puede traer beneficios más efectivos que su prohibición, pero si la intención de la medida es la recaudación y esto lleva al Estado de California a modificar reglas del mercado para poder recaudar, entonces puede comprometer la eficiencia de la medida. Bajo el impuesto de 50 dólares por onza le es más barato a los consumidores seguir comprándole estupefacientes a México, es decir, continuar con el problema del narcotráfico, que comprar localmente bajo la modalidad del impuesto.
Es importante ser precavido con el nivel de impuesto a sancionar, ya que, si uno de los problemas de las drogas es que genera crímenes debido a su elevado precio porque los adictos quieren saciar su vicio, entonces un impuesto alto solo actúa como atenuante del problema. A modo de ejemplo, si los estupefacientes están prohibidos podrían costar 100 dólares. Supongamos ahora, que al legalizarse los mismos, su precio baja a 50 dólares; si a esto le sumamos un impuesto del 50 por ciento entonces el precio será de 75 dólares, en cierta medida los consumidores que salían a robar por problemas económicos y les alcanzaba el dinero para comprar las drogas a 50 dólares pero no a 70, caen en el conjunto de los que cometen delitos debido a la medida arancelaria. De todas maneras, la marihuana no es de las drogas que mayor dependencia genera, con lo cual el problema de los crímenes puede verse con una gravedad menor a otros estupefacientes.
El mayor miedo que estas medidas provocan es el potencial riesgo de que el consumo aumente. Muchos analistas usan la elasticidad precio de la demanda para intentar medir el impacto del consumo ante variaciones en el precio. Ha habido analistas que marcaron elasticidades negativas y otros que afirmaron elasticidades positivas. De todos modos, el análisis de la elasticidad precio de la demanda se basa en el supuesto ceteris paribus, es decir, manteniendo el resto de los factores constantes, lo cual es un supuesto irreal que puede llevarnos a conclusiones inciertas.
Milton Friedman afirma que asegurar que el consumo va a subir si se legalizan los estupefacientes es un análisis a posteriori. No se puede estar 100 por ciento seguro de que vaya a suceder. De hecho, en Holanda, el caso más cercano a la legalización muestra estadísticas de reducción de consumo.
Aquí también es importante realizar una gran distinción entre consumidores y adictos. No es lo mismo un consumidor que consume el producto por probarlo que aquel que posee el vicio del consumo. El abogado James Ostrowsky brinda un ejemplo en el que comenta que en el caso de la cocaína, en EE.UU. había alrededor de 20 millones de personas que probaron las drogas, de las cuales solo el 25 por ciento volvió a consumir en el último mes y de aquellos, solo el 10 por ciento son considerados adictos. Es importante distinguir entre consumidores y adictos que poseen el vicio, éstos últimos son los que deben preocuparnos. Es a los adictos a los que hay que apuntarles los cañones de la educación para solucionar el problema a largo plazo. Los recursos que se gastan en la tan larga guerra contra las drogas son cada vez más altos y sin embargo los resultados no son los más optimistas. Tal vez sea hora de cambiar el enfoque y tratar de trabajar en armonía con los drogadictos, intentar ayudarlos en vez de ahuyentarlos. Ofrecerles centros de rehabilitación en vez de cárceles y prisiones, en el caso de tenencia, no en el caso que cometan un delito.
En 1976 California había descriminalizado la marihuana por tenencia en pequeñas cantidades. Luego, en 1981 se hizo un estudio de tendencias acerca del consumo y se observó que los ratios de consumo en los estados descriminalizados como en aquellos no descriminalizados aumentaban los índices de consumo. Con lo cual no se le puede atribuir de forma directa el aumento del consumo a la descriminalización.
Si bien la legalización de las drogas puede ser más efectiva que la prohibición para reducir crímenes, mejorar calidad de las mismas, dejar de desperdiciar recursos; habría que analizar si la sociedad, su cultura y su educación, están preparados para una medida semejante. Una cosa es que la medida sea eficiente y otra muy distinta que la sociedad se encuentre preparada. En Holanda mismo, país donde se encuentra despenalizada la droga, está mal visto su legalización en la sociedad, es decir, la sociedad se opone a que sea legalizada plenamente.
Seguramente California se encuentre a la altura del desafío, pero sería prudente tal vez intentar ir mas despacio para no correr el riesgo de que una teoría eficiente termine desperdiciándose por ser políticamente inviable. Además, las opiniones de los ciudadanos californianos están muy divididas de forma pareja, lo cual aumenta el riesgo de volverse inviable al querer saltar al paso de la legalización.
Es importante recordar, que si bien la medida arancelaria puede traer resultados no tan eficientes como los esperados, hay otros aspectos que si pueden verse mejorados por el hecho de legalizar la marihuana. Por ejemplo, si el consumo crece tanto este descriminalizado la marihuana o no, entonces tal vez legalizarlas induzca a consumidores consumir marihuana en vez de otros estupefacientes más peligrosos. Por otro lado, al estar legalizado, es muy probable que surjan empresas que se dediquen a controles de calidad de la marihuana para intentar brindar una calidad mayor; esto no ocurre en el mercado negro que se vive hoy en día. Un consumidor no puede tener la certeza que el producto que compre no tenga otros ingredientes mezclados, volviéndose de esta manera más nocivo el estupefaciente. Por último, bajando la tasa impositiva probablemente pueda reducirse el narcotráfico proveniente de México.
La legalización es teóricamente más eficiente que su prohibición, pero ¿es políticamente viable con el agregado que probablemente el gobierno californiano esté buscando recaudar dinero por medio de impuestos más que solucionar el problema de las drogas?
Fuente: http://www.elcato.org/node/5354

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