La cruzada en la que el Partido Acción Nacional se ha visto envuelto en los últimos 3 años no tiene precedente en la vida democrática de México y ni en la de los partidos políticos como instituciones.
No solamente se ha propuesto eliminar a sus adversarios políticos, recurriendo y emulando las prácticas del viejo régimen, si no que también ha diversificado su ofensiva abriendo otros frentes donde las ideas ultraconservadoras que creíamos desterradas en este país, intentan sobreponerse aún sobre la misma constitución.
En esta suerte de legión renovadora de jóvenes conservadores, se han propuesto hacer una reforma moral y de conciencias imponiendo agendas, pactando con el clero católico -ya no en palabra si no en la acción- y llevando al país a una confrontación de ideologías que no veíamos desde los eventos que llevaron a la Guerra Cristera.
El nivel de confrontación, sedición y anarquismo que representa el violento discurso de sus dirigentes y el apoyo a políticas ultraviolentas en nombre de la seguridad, hace que lo que alguna vez fue una respetada institución política que lucho por décadas por la democracia en este país, se hunda en el más triste delirio, llevándolo a cometer su suicidio político.
Para quienes libremente ejercemos nuestras libertades sociales, libertad ideológica y derecho a disentir, no nos es extraño el olor a muerto. El difunto sistema de partidos en México no ha dejado la experiencia de que aun dados por muertos, siguen regenerándose. Acción Nacional ha asistido y ha sido convidado de sus tres costosos entierros:
El primer entierro: La fallida guerra contra el narco
Las guerras son asunto de militares, pero también de financieros. Es bien sabido que las guerras se ganan con buenos ejércitos y buenas estrategias, pero sobre todo se ganan con mucho dinero.
El coste económico palidece comparado con el costo social de que un partido en el poder apoyando a su presidente ayude de paso, a descomponer aún más el tejido social avalando las tácticas más salvajes en detrimento de los valores más elementales. En efecto, las escenas más grotescas, que ni en las glorias del cine de los Almada pudieron ser concebidas, provienen de esta guerra, de sus creadores y que alimentan la adicción al porno de los medios tradicionales de comunicación. Reto a cualquiera que haya visto las imágenes y el montaje de la escena en la que el cuerpo de Arturo Beltrán Leyva era exhibido, a no haber hecho un acto de conciencia de los límites de una guerra. El aprender y recrear las formas del narco usando el cuerpo del Jefe para mandar un mensaje. Tal hazaña le costó la vida una familia tabasqueña, daño colateral de los excesos permitidos y que tienen un remitente muy claro.
Por el otro lado Acción Nacional, en su limitada visión se espanta con el petate del muerto, presentando en el Congreso un proyecto de ley que condena “hasta por tres años de cárcel a quienes produzcan o difundan canciones o películas que exalten a criminales” apelando otra vez a la estrategia equivocada, usando el pretexto de que de esa manera, los que inciten a cometer delitos vía el popular genero, sean encarcelados por lavar cerebros y reclutar adeptos al crimen organizado.
El segundo entierro: El costo de la Democracia: Prácticas y tácticas de guerra de guerrillas
Las alianzas contranatura, como las denominó el senador Manlio Fabio Beltrones con el PRD que no hace mucho desconocía aún la Presidencia de Felipe Calderón no hace más que traicionar los principios ideológicos por perseguir un “bien común superior” ante la inamovilidad del PRI en las encuestas y la eminente restauración del régimen anunciada el domingo en Veracruz por la cúpula partidaria. Alianzas con una izquierda que dista mucho de aquella con la que Manuel Clouthier deja a un lado su aspiración personal para unirse –por un momento- a un frente común mientras su partido negociaba el fraude. Donde están las enseñanzas de las alianzas cívicas de Salvador Nava? Que ha pasado con el legado de Luis H Álvarez en la ideología de los nuevos líderes panistas?
Aún para aquellos que ven con buenos ojos las alianzas en Oaxaca, Hidalgo y tal vez Puebla, no deja de haber un tufo incómodo.
El tercer entierro: La apuesta por las granadas de fragmentación
La insistencia de someter a consulta derechos humanos y libertades básicas, que dividen y encrespan, promueve la segregación y perpetua estereotipos. La controversia alrededor de los matrimonios entre parejas del mismo sexo pone al descubierto a su parte más intolerante en la persona de una líder local formada en sus bases ideológicas en Acción Nacional relacionada y emparentada con los círculos más cercanos al Presidente.
La saña y persistencia de la desinformación transforma clichés y retrata a una minoría que en vez de ser otorgada derechos, es etiquetada, relegada al cajón de la anormalidad creacionista y coquetea con fantasías que afortunadamente solo se recrean en la imaginación de Mariana Gómez del Campo. El germinero de posibles esclavos sexuales es el argumento para evitar la adopción a toda costa. La ley “natural” del matrimonio entre un hombre y una mujer es la denominación de origen de la institución. Desafiante y apoderada, la Iglesia Católica sentencia: La ley de Dios está por encima de la de los hombres. Violencia institucionalizada contra las minorías que pelean por su derecho a decidir haciéndolo parecer como persecución religiosa. Nada más cobarde.
Los entierros del PAN fueron puntuales y obedecieron a la dinámica en la que se han visto los partidos políticos en México y su falta de representatividad en una sociedad que está aprendiendo a organizarse tomando decisiones y participando activamente. La crisis de partidos políticos no es exclusiva de México, la ciudadanización de las políticas públicas y toma de decisiones abre las posibilidades a acuerdos incluyentes y detiene la imposición de ideologías monolíticas. Acción Nacional tuvo su momento y hoy enterramos su recuerdo.
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