Por Gary Galles.
Después de que se ha informado de que millones de dólares en prestación sociales en dinero de California entregados mediante tarjetas de débito se gastaron en casinos, clubs de alterne y otros lugares “incoherente con lo pretendido” con la ayuda, los estados han empezado a restringir dicho uso. Ahora los líderes del Comité de Finanzas del Senado han presentado una propuesta para prohibir dichos usos en toda la nación. Como dijo el coautor Orrin Hatch (R-Utah). “Esperamos que esta propuesta ponga fin a mayúsculos abusos que han ocurrido en muchos estados, no solo en California”.
Por desgracia, es imposible impedir desvíos sustanciales de fondos del los propósitos pretendidos por el donante a otros que elija el receptor. Todo programa de transferencia de fondos permite que los recursos dados para un propósito tengan efectos muy diferentes de los pretendidos. Los ejemplos no solo incluyen ayuda en efectivo (por ejemplo, es fácil apostar con dinero sacándolo de un cajero fuera de un casino si no se puede acceder a uno dentro) sino asimismo vales de comida y otros programas de transferencia en especie, emisiones de bonos municipales, loterías para educación, ayuda humanitaria al extranjero y más cosas. En cada caso, los gastos destinados reemplazan a dólares que se habrían gastado en las mismas áreas, liberándolos para gastarlos como quieran los receptores.
Los vales de comida (renombrados como prestaciones CalFresh en California) sufren el mismo destino que las ayudas en efectivo aunque solo puedan gastarse directamente en comida. La razón es que la subvención es equivalente a una transferencia en efectivo para casi todos los receptores porque la inmensa mayoría compraría más comida que sus prestaciones asignadas. Las prestaciones simplemente reemplazan el dinero que los receptores habrían gastado de todas maneras, liberando efectivo para usarlo a su voluntad. Así que si las familias de bajos ingresos gastaban el 25% de su renta en comida, 100$ de vales de comidas aumentarían sus compras de comida en solo 25$, con 75$ gastados en otras áreas no afectadas por el programa.
Lo mismo pasa con otros programa en especie, como las subvenciones de vivienda y calefacción. En la medida en que esas subvenciones reemplazan al dinero que se habría gastado en esos rubros, los fondos marcados pueden desviarse a cualquier uso que elija el receptor. Esto socava la eficacia de marcar los fondos, multiplicando al tiempo las costosas burocracias necesarias para administrar múltiples programas diferentes.
Problemas similares plagan las emisiones de bonos para financiar programas concretos de gasto público, como para escuelas. Los desvíos de dichos fondos a usos distintos de los anunciados han sido tan comunes que se han creado ahora consejos ciudadanos de supervisión (con efectos limitados) para convencer a los votantes de la confianza de las agencias públicas para aprobar las emisiones de bonos.
Otros ejemplos incluyen loterías del estado promovidas para suplementar los fondos educativos. Los políticos, teniendo en cuenta esos fondos adicionales, recortan otro apoyo presupuestario a la educación. Los dólares recuperados se gastan luego como decida el gobierno del estado, igual que si las ganancias de la lotería fueran directamente a su fondo general. Como concluían los profesores Patrick Pierce y Don Miller en un estudio sobre financiación a la educación: “Independientemente del estado, el porcentaje de gasto educativo disminuyó una vez que se puso en marcha una lotería estatal”.
El mismo tipo de desvíos puede obstaculizar la efectividad de la ayuda humanitaria extranjera. La ayuda libera recursos de otra forma necesarios para comprar dichos suministros, permitiendo que se gasten donde elija el gobierno receptor. Como consecuencia, se pierde mucho en corrupción o se convierte a otros usos, incluyendo gasto militar, a menudo utilizado por los gobiernos receptores para aterrorizar a quienes la ayuda pretendía auxiliar o para amenazar a países vecinos.
Con tantos objetivos de programas de asistencia pública socavados por el desvío de recursos, uno se pregunta por qué desvíos tan relativamente pequeños de dinero social llegan a los titulares, pero desvíos mucho mayores en múltiples programas de transferencia en todo el país son tan poco conocidos. Tal vez solo se ocupan de aquellos desvíos que se hayan hecho tan infames como para amenazar el apoyo público (mientras se ignorar muchos otros) para mantener la ilusión de que los programas públicos son más efectivos a la hora de alcanzar sus objetivos de lo que son en realidad. (Reflexiones Libertarias)
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