M. en D. Joaquín R. Benítez V. / jbenitezv_nos@hotmail.com
El Secretario del Trabajo y Previsión Social del gobierno federal, Lic. Javier Lozano Alarcón, ha tenido sus dos semanas de gloria, desde que se supo de la explosión de una mina de carbón en Sabinas, Coahuila, la cual dejó atrapados a catorce mineros y uno herido de gravedad; por lo que, de inmediato el Secretario federal -quien ha manifestado abiertamente su deseo de ser candidato presidencial- se volcó a dirigir y coordinar las actividades de rescate de los mineros atrapados, pero no por ser tan humanitario como quiso demostrar, sino para que sus bonos ante la opinión pública aumentaran, pensó que si en Chile el gobierno quedó bien parado ante el pueblo, con él sucedería lo mismo.
Conforme las horas y los días transcurrieron la desgracia se tornó sanguinolenta, pues se rescataron los cadáveres de los mineros atrapados, al mismo tiempo, que una vez más, salían a la luz pública las condiciones de inseguridad, insalubridad y explotación que día a día sufren miles de mineros en el país; por lo que, en lugar de ser héroe, como lo planeó, Lozano Alarcón paso a ser el villano de esta historia, pues es precisamente a su dependencia a quien le compete revisar las condiciones de trabajo de miles de minas que hay en el país y al no cumplir con la normatividad ordenar su cierre.
Por tanto, por omisión, Javier Lozano y varios de los funcionarios de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social, son responsables de la muerte de catorce mineros y de los que les sigan durante la presente administración pública federal, pues se han prostituido con los amos y señores del dinero, aquellos que tienen las concesiones para la explotación de los minerales, como el Grupo Minero México, cuyo caso resulta extraño que, después de la muerte de 65 mineros en Pasta de Conchos, no se le hayan clausurado sus concesiones o en su defecto, habérsele impuesto una sanción.
Ante lo aberrante de su actuar, el Secretario del Trabajo externó que al dueño de la mina de Sabinas, se le retiraría su concesión y se aplicarían sanciones, claro después de muerto el minero hay que tapar la mina, aunque en el fondo, el problema siga latente; la pobreza y la condiciones de cuasi esclavitud en las que viven miles de mineros mexicanos, pero como ya se acercan elecciones, hay que tratar de quedar bien con el pueblo ¿o no?
Conforme las horas y los días transcurrieron la desgracia se tornó sanguinolenta, pues se rescataron los cadáveres de los mineros atrapados, al mismo tiempo, que una vez más, salían a la luz pública las condiciones de inseguridad, insalubridad y explotación que día a día sufren miles de mineros en el país; por lo que, en lugar de ser héroe, como lo planeó, Lozano Alarcón paso a ser el villano de esta historia, pues es precisamente a su dependencia a quien le compete revisar las condiciones de trabajo de miles de minas que hay en el país y al no cumplir con la normatividad ordenar su cierre.
Por tanto, por omisión, Javier Lozano y varios de los funcionarios de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social, son responsables de la muerte de catorce mineros y de los que les sigan durante la presente administración pública federal, pues se han prostituido con los amos y señores del dinero, aquellos que tienen las concesiones para la explotación de los minerales, como el Grupo Minero México, cuyo caso resulta extraño que, después de la muerte de 65 mineros en Pasta de Conchos, no se le hayan clausurado sus concesiones o en su defecto, habérsele impuesto una sanción.
Ante lo aberrante de su actuar, el Secretario del Trabajo externó que al dueño de la mina de Sabinas, se le retiraría su concesión y se aplicarían sanciones, claro después de muerto el minero hay que tapar la mina, aunque en el fondo, el problema siga latente; la pobreza y la condiciones de cuasi esclavitud en las que viven miles de mineros mexicanos, pero como ya se acercan elecciones, hay que tratar de quedar bien con el pueblo ¿o no?
Todos contra el sindicato de Zitácuaro.En días pasados diversos medios de comunicación han propalado diversas notas en las que se acusa a la dirigencia del Sindicato Único de Empleados Municipales (SUEM) de beneficiarse del puesto, de incurrir en irregularidades, de proteger arbitrariedades e inclusive de desviar recursos, pero sin que hasta el momento, exista una prueba de las acusaciones que se han formulado, lo que se traduce en una simple y vil calumnia.
Los acusadores-inquisidores, pretextan el buscar el beneficio de la clase trabajadora, ¿será?, cuando en el pasado demostraron que querían el sindicato como la caja chica y grande de sus ambiciones económicas, sin embargo, ¿cuál es el verdadero trasfondo del linchamiento público? No creo que sea el “bienestar del trabajador municipal”, pues no se necesita ser parte del sindicato para luchar en pro de la clase trabajadora, ¿acaso será que ya se vienen las elecciones y buscan en la dirigencia del SUEM un trampolín político? Quizá desde lo obscuro de sus madrigueras, las siniestras mentes de algunos arribistas y esbirros han visto el capital social y político que se tiene en el SUEM -como quedó demostrado en la entrega de escrituras públicas que hizo la Comisión para la Regulación de la Tenencia de la Tierra (CORETT)- y ahora lo quieren para ambiciones personales que los lleven a acceder a alguna de las ubres del presupuesto municipal.
Los medios de comunicación juegan un papel preponderante en la lucha de la defensa de los derechos sociales, como es el caso de los sindicatos, y si bien hay libertad de expresión, la misma no es de manera absoluta y arbitraria, se tiene que hacer un ejercicio de ponderación y demostración de las afirmaciones, no basta con escribir o expresarse al aire, para que las mentiras sean verdades o viceversa, se debe tener el fundamento de las mismas, o como dice coloquialmente en los pueblos, “no hay que decir que la burra es parda hasta no tener los pelos en la mano”.
Cada día que pasa, los sindicatos se vuelven el escalón de los poderosos y a los que cumplen con las finalidades de su creación, se les sataniza y vilipendia, pues la máxima es “o estás conmigo o estás contra mí”, se destruyen y se vuelven a edificar en las bases de la lambisconería, de la genuflexión, ambición y la mentira de defender a quienes juraron proteger.
No hay sindicato perfecto, pero tampoco hay delator con buenas intenciones, siempre existen los intereses ocultos, los arreglos debajo de la mesa y la corrupción institucional, sea o no de los sindicatos, sea o no de los delatores, al final, todo es un juego de poder, en el que se mueven las piezas con la única finalidad de obtener el poder por muy pequeño que sea. (Primer Plano)
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