Orestes Gomez Rodríguez / Vanguardia
“Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. Gente de mano caliente por eso de la amistad, con uno lloro pa’llorarlo, con otro rezo pa’rezar. Con un horizonte abierto que siempre está más allá. Y esa fuerza pa’buscarlo con tesón y voluntad”.
Los versos de Atahualpa Yupanqui evocan el lazo firme entre los hombres, que los hace partícipes de la finalidad de una tarea, de una aventura.
Tierra esta en que el amigo no sólo es el cómplice, socio y confidente de nuestro otro yo, que es el traducido. Lugar en que la amistad lleva otro nombre, porque el amigo es también el hermano que no nace de la sangre, sino de la voluntad.
La evocación tiene origen en estos momentos en que nuestro estado está a punto de iniciar un proceso electoral, que nos llevara a elegir al nuevo gobernador y a renovar el Congreso del Estado.
Advertidos de los alcances que una estrategia, promovida por un extranjero, causó en la campaña política del 2006, que logró el posicionamiento del hoy presidente Calderón, del tercer lugar en las encuestas con 14 puntos porcentuales, a los 30 o más necesarios para dejar atrás al PRI y competir con López Obrador. No es de extraño que, para amellar el escudo en estas elecciones, cuando menos recurrirán al lodo y el vituperio sin mayor límite que el presupuesto les permita.
Con expertos en legislación electoral por ambas partes y ante una ley que fue modificada en dos ocasiones en el sexenio, el camino de los partidos se dificulta y se hace complicado para el entendimiento del simple ciudadano. Por ende, solamente quien posee la verdad legal podrá aprovechar las graves lagunas que la mencionada reglamentación tiene, mismas que ya fueron utilizadas por las huestes del panismo en la precampaña para elegir a su candidato a gobernador ¡y ni así levantan!
No estamos ante el panorama antiguo, aquel en que para el PRI hacer campaña era un happening, la cereza en el helado (mencionó por ahí en un artículo don Roberto Orozco Melo).Hoy la cosa amanece complicada por el uso ilimitado de recursos virtuales que, en cuestión de segundos, ponen en duda la honorabilidad de las personas o pueden ensuciar una vida entera de trabajo.
A falta de argumentos racionales y analíticos, los recursos del desprestigio están apuntando baterías a las relaciones familiares, en una acción que referencia la crónica de una derrota anunciada.
Y es que fácilmente podríamos decir no al hermano si estuviéramos de acuerdo en que la única vía de éxito político es a través de la injuria y la difamación.
Decirle que no al hermano, si creemos que es mediante la siembra del odio, cómo podremos tener un mejor desarrollo como coahuilenses.
O decirle no al hermano, si consideramos que es mediante la violencia y no con inteligencia como se puede lograr una victoria frente al crimen organizado.
Estaremos observando una vía fallida entre mayor sea el avance de la infamia y menor el acercamiento con los asuntos del pueblo.
Desde el “War Room” de enfrente, las cosas se reducen a dos elementos fundamentales: el acercamiento con las causas populares y la afinación de una serie de propuestas factibles para acrecentar lo logrado. Eso pronto lo sabremos.
En nuestra tierra en que la solidaridad entre los hombres es necesaria para sobrevivir, no resultará extraño que todo aquello que quiera provocar la desunión no tenga posibilidades de éxito.
Cercanos a la derrota y arrejonados con sus resabios y lamentos, recurrirán al último recurso de los fracasados: la injuria.
Si queremos crear una sociedad mejor, debemos empezar por cumplir con las leyes y respetar a las instituciones.
Se adivina en las jugadas de Sola, la obediencia a la táctica guerrillera de Clausewitz y sus ideas: “Para que el oponente se someta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura más desventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos. Las desventajas de tal posición no tendrán que ser naturalmente transitorias, o al menos no tendrán que parecerlo, pues de lo contrario el oponente tendería a esperar momentos más favorables y se mostraría remiso a rendirse”. Estamos entonces en la antesala de la guerra política coahuilense versión 2011.
“Hermanos, hermanos, hermanos del tiempo, este planeta es el hogar de todos, las fronteras son dibujos en mapas que aún no puedo entender...” (Ricardo Arjona). En tanto, las cosas son más complicadas, ya que las campañas esperan otro tiempo, que bien puede ser el de la ofensa y la blasfemia.
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