Valiente defensor de la población más vulnerable de México
José Raúl Vera López, de 65 años de edad, obispo católico de la ciudad de Saltillo, México, es galardonado con el Premio Rafto 2010 por su lucha por los derechos humanos y la justicia social en su país natal. Es un dedicado crítico contra los abusos de poder y defensor de los migrantes, los pueblos indígenas y otros grupos en desventaja dentro de la sociedad mexicana.
Emergencia de derechos humanos en México
México no es un país pobre. Sin embargo, casi la mitad de los 110 millones de habitantes del país vive por debajo del umbral de pobreza . También se ha incrementado el vivir en constante miedo. La ola de asesinatos y violencia ha seguido la estela de la guerra brutal de carteles criminales para controlar el comercio ilegal de drogas. México es la principal arteria de drogas ilícitas procedentes de América Latina a los Estados Unidos, la economía de los narcóticos ha alcanzado proporciones asombrosas. Los ingresos anuales por la producción y el tráfico de drogas en México han sido estimados en 25 mil millones de dólares, empleando directamente a 450.000 personas, lo que hace a los carteles un estado potencial dentro del estado . El desempleo y la pobreza extrema aseguran la contratación estable de esas personas.
La corrupción generalizada entre los políticos, en la fuerza policial y dentro de los órganos judiciales ha proporcionado influencia política a los carteles y un nivel casi total de impunidad. Ciudad Juárez, una ciudad mexicana de la frontera con los Estados Unidos, se ha encontrado en medio de las luchas entre los carteles habiendo sido considerada la ciudad más peligrosa del mundo fuera de una zona de guerra. En el año 2009, 2.660 personas fueron asesinadas en esa ciudad.
Al asumir el cargo en diciembre de 2006, el Presidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia, por lo que ha desplegado fuerzas militares para llevar a cabo las actividades policiales. La creciente militarización y la contraofensiva de los carteles han dado lugar a más de 20.000 bajas, entre ellas 1.000 policías y unos 100 soldados. También se han agravado los problemas de asesinato, violación, secuestro y otras formas de abuso contra la población civil, incluso por parte de agentes militares y policiales.
La población de migrantes se encuentra particularmente en riesgo. A su paso por México, provenientes de El Salvador, Honduras y Guatemala, los migrantes están expuestos a secuestros, acoso, robo y asalto sexual, a veces incluso por parte de las autoridades de inmigración, la policía o el ejército. Un informe de la Comisión de Derechos Humanos de México muestra que 9.758 migrantes fueron secuestrados en México en el período comprendido entre septiembre de 2008 a febrero de 2009. Por su parte, Amnistía Internacional, en un informe sobre los migrantes en México, también acusa a los funcionarios estatales de ser cómplices de los crímenes. El mismo informe señala que seis de cada diez mujeres migrantes son violadas durante su viaje a los Estados Unidos.
Las violaciones de derechos humanos a gran escala han sido documentadas en los informes de la ONU, Amnistía Internacional y Human Rights Watch. En el año 2009 Human Rights Watch documentó casos de soldados mexicanos violando jovencitas para obtener confesiones durante el interrogatorio. Nadie ha sido judicializado por estos crímenes. Tanto la Corte Interamericana de Derechos Humanos como las Naciones Unidas y la Comisión de Derechos Humanos han criticado al gobierno mexicano por violaciones sistemáticas de los derechos humanos y la falta de enjuiciamiento de los delincuentes.
Activistas críticos en peligro
Activistas de derechos humanos y periodistas que han documentado abusos de corrupción e impunidad se encuentran en alto riesgo en México. Estas personas están expuestas a amenazas y seguimientos y algunos desaparecen o mueren como consecuencia de su trabajo. Sólo en el año 2009 ocho periodistas mexicanos fueron asesinados.
Lucha de José Raúl Vera López por la dignidad humana
Frente a esta situación y poniendo en peligro su propia seguridad, el obispo José Raúl Vera López habla en voz alta y sin miedo contra las violaciones de derechos humanos, la corrupción, los abusos del poder y la ausencia del imperio de la ley.
El trabajo de Raúl Vera demuestra una voluntad inquebrantable y fe en la acción concreta para mejorar la calidad de vida de la población pobre, vulnerable y oprimida de México. Sus actividades son muy variadas, pero sus preocupaciones centrales son el asesinato y violación de mujeres y la situación de riesgo de los inmigrantes, además está involucrado en casos concretos de lucha por los derechos de pueblos indígenas, de campesinos pobres y por los derechos de los trabajadores.
El ha levantado su voz en contra de la falta de protección para los periodistas y la impunidad en casos de abusos cometidos por militares y policías, también ha acusado a la Corte Suprema de estar asociada con los carteles criminales. El obispo Raúl Vera ha dado voz a los presos y ha demostrado cómo las estructuras sociales en México sistemáticamente ponen en desventaja a los pobres y fuerzan a la gente a una vida de crimen. Contrariamente a la mayoría del clero, él aboga en favor de los gays y lesbianas, así como de las prostitutas. En el actual debate sobre los derechos de gays y lesbianas, el obispo Vera ha destacado la importancia de luchar contra los prejuicios: "La comunidad gay y lesbiana merece respeto. Debemos esforzarnos por eliminar los prejuicios y de entender el orden social en que vivimos. Nuestros problemas no se resuelven a través de los prejuicios sino a través de un conocimiento más profundo".
Intentos de silenciar al padre Raúl Vera
El activismo por los derechos humanos de Raúl Vera apareció por primera vez cuando fue obispo auxiliar en la región sur de Chiapas entre 1995 y 1999. Mientras estuvo allí, trabajó para mejorar los derechos de los campesinos pobres y de los pueblos indígenas junto con el obispo Samuel Ruiz García, conocido como un incansable defensor de los derechos de los pueblos indígenas. Durante las rebeliones de Chiapas en la década de 1990, los dos contribuyeron a mantener el alto al fuego entre el gobierno y los Zapatistas. Estos esfuerzos se encontraron con la desaprobación de las autoridades, a lo que la Iglesia respondió no nombrándolo obispo de Chiapas después de que Ruiz García terminara su periodo, posición a la cual debía haber llegado según la costumbre. En cambio, Raúl Vera fue nombrado obispo de la diócesis de Saltillo, en la frontera México-Estados Unidos.
Raúl Vera se negó a callar. Saltillo se encuentra en una región asolada por la generalización de violaciones de derechos humanos y el obispo Vera respondió intensificando su participación en la defensa de los derechos humanos y su trabajo por los pobres.
Un crítico valiente
Raúl Vera se ha caracterizado por ser "uno de los críticos más valientes contra las violaciones de derechos humanos en el México de hoy, exponiendo los abusos de las fuerzas armadas y denunciando que la militarización creciente de la vida política en México se ha hecho bajo el paraguas de la guerra contra la delincuencia organizada, la que en realidad a menudo se dirige es hacia jornadas de protesta organizadas por los pobres y los sindicalistas”.
Aunque comparte el rechazo contra la sed de poder y la violencia de los carteles de la droga, Raúl Vera critica los métodos utilizados por la policía y las fuerzas armadas en su lucha contra la delincuencia, así como el fracaso para hacer frente a las causas sociales subyacentes. Él insiste en que las instituciones del poder - el ejército, el gobierno, las empresas mineras privadas y las autoridades políticas en todos los niveles - tienen que rendir cuentas y hace hincapié en que los grupos vulnerables de la sociedad deben ser conscientes de sus derechos. Como una herramienta fundamental en la sensibilización y la capacitación, fundó el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios.
El dramático incremento de violaciones de derechos humanos contra las mujeres y la impunidad de los miembros del Ejército es un problema grave. Raúl Vera ha puesto en conocimiento la forma en que personal militar de manera sistemática viola prostitutas y la ola de asesinatos que en los últimos 15 años ha costado la vida de cientos de mujeres jóvenes en la región de la frontera y particularmente en Ciudad Juárez. El gobierno ha fracasado en dar protección a estas mujeres y perseguir a los delincuentes.
En una entrevista con Frontera NorteSur en marzo de este año, el obispo Vera acusó a la policía mexicana y a los representantes del Instituto Nacional de Migración de ser parte de una red criminal que secuestra a los migrantes en ruta a los Estados Unidos. El ha denunciado que esa red tortura a sus víctimas, obligándolas a revelar nombres de sus familiares, para luego hacer demandas de rescate que oscilan entre 6.000 y 8.000 dólares americanos. Si los familiares no pagan, las víctimas se ven entonces obligadas a vender sus órganos.
Apoyo a los migrantes
En el 2002, como obispo de Saltillo, Raúl Vera estableció la organización Belén - refugio de los migrantes, como un santuario para los migrantes y muchos de los deportados en esta región fronteriza con los Estados Unidos. Desde que Belén se puso en marcha hace ocho años, ha dado refugio a unos 40.000 inmigrantes de todas partes de Centroamérica, permitiéndoles reunirse, compartir sus experiencias y desarrollar estrategias para mejorar su situación e imaginar un futuro diferente. Según Amnistía Internacional, Belén y otras instituciones similares dirigidas por sacerdotes y voluntarios constituyen la columna vertebral en la labor de promoción de seguridad, salud y los derechos de los migrantes. La realización de este tipo de trabajo puede ser peligrosa en el México de hoy, esto está claramente demostrado por el hecho de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió al gobierno mexicano garantizar la seguridad y la protección del Padre Pedro Pantoja, un sacerdote que trabaja con Raúl Vera en Belén. Amnistía Internacional posteriormente amplió su demanda de protección para incluir a todos los empleados del centro y los migrantes que se albergan allí.
Centrar atención en los más débiles
El común denominador en la obra de Vera es su persistente empeño por los más vulnerables y oprimidos:
• Usa su autoridad como obispo para criticar al gobierno, aunque también se refiere en detalle a las estructuras sociales que llevan a la opresión. El autor cuestiona la estrecha relación entre la Iglesia Católica y las autoridades y aboga por una sociedad más comprometida y una iglesia más crítica.
• Trabaja sistemáticamente para permitir que los pobres y oprimidos luchen por sus derechos.
• A través de sus organizaciones, trabaja con la comunidad para llevar ayuda inmediata a las personas en situaciones desesperadas.
Construcción de esperanza de un futuro mejor
Como obispo Dominico, Raúl Vera hace hincapié en la dignidad y los derechos de las personas. Durante un servicio de comunión en mayo de este año, se refirió a los migrantes muertos y elogió su dinamismo y determinación. En un marcado contraste con las sospechas con las que los migrantes a menudo se consideran en México, Raúl Vera hizo hincapié en sus aspiraciones por una vida mejor:
"Estas muertes nos muestran el sufrimiento de muchos migrantes víctimas del odio en el territorio de México, como es el caso también en otros países de América Central y en los Estados Unidos. Los migrantes dan testimonio del deseo por una vida nueva y nos recuerdan que otro mundo es posible. Ellos desean una vida mejor para ellos y sus familias y arriesgan sus vidas para hacer el sueño realidad."
Galardonando con el Premio Rafto 2010 a Raúl Vera, la Fundación Rafto quiere llamar la atención sobre el drama que se está viviendo con el deterioro del respeto por los derechos humanos en México, donde el intento del gobierno para contener la espiral de delincuencia ha llevado a una militarización de la sociedad que ha deteriorado aun mas las condiciones de derechos humanos. Al mismo tiempo, queremos crear conciencia de los esfuerzos que se realizan para mejorar esta situación.
El Premio rinde homenaje a un campeón implacable de la lucha por los derechos de los grupos más vulnerables en México. Raúl Vera es capaz de observar y cuidar a los seres humanos, así como de reconocer cómo sus vidas son moldeadas por las estructuras de poder injustas de la sociedad. Raúl Vera le pide a la Iglesia asumir un papel más crítico en México y critica a la estrecha relación entre los dirigentes de la Iglesia y el gobierno. El compagina la lucha por los cambios a largo plazo en la sociedad mexicana con un esfuerzo global por ayudar a quienes tienen necesidades inmediatas. De esta manera, siendo "la voz de los que no tienen voz”, Raúl Vera contribuye a dar a la población más vulnerable de México una vida con dignidad y la esperanza de un futuro mejor.
La Fundación Rafto en Bergen, Noruega se estableció después de la muerte del profesor Thorolf Rafto en 1986, en agradecimiento por su obra para ayudar a los oprimidos y perseguidos y en la comprensión de que este trabajo debe ser permanente.
El Premio Rafto es un premio de derechos humanos establecido en la memoria del profesor Thorolf Rafto. El Premio es concedido anualmente por la Fundación Rafto. Varios Galardonados previamente por Rafto son: Aung San Suu Kyi, de Birmania (Premio Rafto en 1990), la gente de Timor Oriental por José Ramos-Horta (Premio Rafto en 1993), Kim Dae-jung, de Corea del Sur (Premio Rafto en 2000) y Shirin Ebadi, de Irán (Premio Rafto en 2001), todos ellos posteriormente han sido galardonados con el Premio Nobel de la Paz.
El premio Rafto contribuye a crear conciencia sobre la importancia de observar de cerca las violaciones de los derechos humanos y a las personas y comunidades que necesitan la atención del mundo.
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