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jueves, 29 de julio de 2010

PLATAFORMA ATLANTIS: LA ÚLTIMA FRONTERA

Silvio González / Prensa Latina
plmexico@prensalatina.com.mx

* Los niños mexicanos desestabilizan a altos mandos de seguridad de EUA.
* 12 millones de personas viven en uno y otro lado de los 3 mil 169 kilómetros de frontera.
* 300 millones de cruces legales al año.
* Atlantis puede explotar en cualquier momento, afirman documentos en manos del Congreso estadunidense.


El nuevo enemigo de Washington en la frontera con México mide poco menos de un metro, no pertenece a una banda de polleros, ni a los cárteles de la droga pero ha desestabilizado a los altos mandos de seguridad de Estados Unidos tanto que ahora quieren exterminarlo a toda costa mediante la fuerza mortal extrema.
Esos temibles adversarios nada menos que son los niños mexicanos que juegan frecuentemente cerca del Río Bravo y que arrojan piedras o sencillamente se burlan de la prepotente y letal Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
Ocurre que en esa frontera ya no hay solamente una inmensa cascada de problemas, sino una explosiva crisis que en la práctica constituye una potente bomba de tiempo. La inmensa y siempre intranquila frontera internacional entre México y Estados Unidos abarca un total de 3 mil 169 kilómetros desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México. Pero en realidad el área fronteriza es otra cosa distinta porque es una zona que irremediablemente encadena y ancla con fuerza a los ciudadanos de ambos países en una vasta y compleja red de comercio, relaciones culturales, sociales e institucionales.
Más de 12 millones de personas de un lado y otro viven en las ciudades fronterizas y por mucho que se ha tratado de que esta convivencia sea amigable, lo cierto es que hoy es todo lo contrario. De acuerdo con la Embajada estadunidense en México, más de 300 millones de personas cruzan legalmente la frontera cada año y otro número indeterminado lo hace irregularmente por lo que puede ser considerada la demarcación internacional más transitada y polémica del planeta.
La actual frontera es el penoso resultado de una guerra de saqueo y rapiña expansionista desarrollada sin justificación válida por Estados Unidos entre 1846 y 1848. Ese conflicto bélico cambió radicalmente la geografía de ambos países y despertó del lado anglosajón un fuerte odio racial que aún hoy perdura e impacta con fuerza en la historia común entre estas naciones que por su cercanía debían ser hermanas. La construcción de vallas y muros son símbolos de las profundas divergencias que aún existen a uno y otro lado de los horizontes de esta demarcación. Pero en la práctica estos obstáculos hechos por la mano del hombre o por la naturaleza no han logrado disuadir a los más empobrecidos que sin pertenecer a una sola bandera emigran al norte muchas veces solamente abrazados a sus sueños de lograr allí una mejor vida.
El genocidio de mexicanos por parte de las autoridades estadunidenses ha sido sistemático y abusivo y deja expuesta en carne viva la actual tensión existente entre ambas naciones.
El asesinato de un inocente menor dentro de territorio mexicano por parte de la “gatillo alegre” Patrulla Fronteriza provocó que aparezca “una grave situación que por momentos se torna muy intensa”, señala la vocero del FBI Andrea Simmons.
El pequeño Sergio Adrián Hernández Huereka, murió de varios disparos realizados a sangre fría y sin ninguna consideración humana por un guardia fronterizo estadunidense entre Ciudad Juárez, en México, y la ciudad de El Paso, en Texas.
Poco antes de la muerte del niño, un padre de familia, Anastasio Hernández, de 42 años fue asesinado por una descarga de alto voltaje de un arma de un patrullero fronterizo estadunidense en el cruce de San Diego y Tijuana.
La combinación de la megalomanía y del racismo extremo fue letal cuando el robo arbitrario de una parte del territorio mexicano por Estados Unidos en 1846 y lo sigue siendo ahora. La megalomanía es un estado psicopatológico caracterizado por los delirios de grandeza, poder, riqueza y a menudo el término se asocia con una obsesión compulsiva por tener siempre el control total.
A veces es un síntoma de serios desórdenes psicológicos como el complejo de superioridad o la compulsión eufórica donde el sujeto aquejado tiende a ver situaciones que no existen o a imaginarlas de una forma que sólo él termina creyéndoselas.
Su causa más frecuente, según Sigmund Freud en su obra La interpretación de los sueños, postula esta conducta como un mecanismo de defensa a infancias con graves abusos físicos o sexuales. En el verano de 1964 activistas pro derechos civiles efectuaron una serie de marchas de protestas en las principales ciudades de Estados Unidos que cambiaron para siempre el curso de la historia de aquella gran nación. Es cierto que la Arizona del siglo XXI no es el Mississippi de 1964, sin embargo las similitudes son palpables y están a flor de piel.
Hoy nuevos manifestantes se comunican mediante mensajes de textos a sus computadoras blackberries y aunque los tiempos no sean los mismos planean hacer temblar el pavimento en varias urbes durante el verano de este año.
El abuso de poder de las autoridades policiales y migratorias es insostenible a ambos lados de la artificial línea divisoria. Los activistas esperan cambiar los lemas de movilización utilizados durante las luchas de los derechos civiles y adaptarlos ahora a la defensa de los derechos humanos de todos los inmigrantes en Estados Unidos.
Las veneradas figuras de los más prestigiosos dirigentes de aquella agitada época de rebeldía como el chicano Cesar Chávez y el afro-estadunidense Martin Luther King Jr. volverán a estar presentes en las unitarias marchas de ahora, dijo el líder negro Jesse Jackson. México ha resistido muchas arrogancias imperiales y ahora sufre también el tremendo impacto ecológico del derrame petrolero en el Golfo que lleva su nombre.
La revista Rolling Stone publicó que el derrame de la hundida plataforma Deepwater Horizon es insignificante al lado del que pudiera producir otra nombrada Atlantis también de la British Petroleum que produce 200 mil barriles diarios y que está al doble de profundidad que la anterior. La Atlantis, ubicada muy cerca de la costa de Luisiana, según documentos del Congreso estadunidense, no tiene certificados de seguridad del 90 por ciento de sus componentes estructurales y puede explotar en cualquier momento. El pasado 19 de mayo, 26 legisladores aterrados le solicitaron al secretario del Interior que la clausurara de inmediato a partir de la catástrofe internacional que podría provocar un segundo vertimiento de gran magnitud en esas aguas compartidas por varios países, tema altamente perentorio que el presidente Barack Obama desgraciadamente no ha acometido con la urgencia que merece. La Atlantis puede ser para el Golfo la última frontera. Tanto el problema de aprobar una nueva ley migratoria justa y abarcadora, así como el de los geysers de sucios carburantes que no se logran tapar son de la responsabilidad de la actual Presidencia.
Eso lo sabe perfectamente el mandatario del país más poderoso del mundo para algunas cosas, pero el más impotente para otras. 

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