La Iglesia alerta al Gobierno de que retirar crucifijos es “dejar indefenso al pueblo”
Juan Ruiz Sierra (El Periódico)
Los obispos afirman que la supresión de símbolos supone “cerrar las fuentes básicas de la ética” a los ciudadanos
Ante la futura aprobación de la ley de libertad religiosa, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha emitido esta mañana un comunicado en el que asegura que openerse a la exhibición de estos emblemas supone “dejar indefenso al pueblo” y “cerrarle las fuentes básicas de la ética”.
La discusión parlamentaria estaba anunciada para este mes pero el Gobierno decidió aparcarla hace unas semanas para centrarse en la gestión de la crisis, y cuando se espera la resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la exposición de símbolos religiosos en las aulas.
Inquietos por una ley que regulará la presencia de crucifijos en los espacios públicos -escuelas, ministerios, ayuntamientos u hospitales-, y por un fallo judicial que se prevé contrario a sus tesis, -la corte de Estrasburgo ya dijo que la cruz en las aulas era “una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones” y “una violación de la libertad religiosa de los alumnos”-, los obispos aseguran en el documento aprobado hoy por su comisión permanente que “la presencia de símbolos religiosos cristianos en los ámbitos públicos, en particular la presencia de la cruz, refleja el sentimiento religioso de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie. Al contrario, es expresión de una tradición a la que todos reconocen un gran valor y un gran papel catalizador en el diálogo entre personas de buena voluntad y como sostén para los que sufren y los necesitados, sin distinción de fe, raza o nación”.
“En consecuencia -continúa el escrito episcopal-, las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos. En particular, en los lugares en los que se educa a los niños. De lo contrario, estas sociedades difícilmente podrán llegar a transmitir a las generaciones futuras su propia identidad y sus valores. Se convertirían en sociedades contradictorias que rechazan la herencia espiritual y cultural en la que hunden sus raíces y se cierran el camino del futuro. Ponerse en contra de los símbolos de los valores que modelan la historia y la cultura de un pueblo es dejarle indefenso ante otras ofertas culturales, no siempre benéficas, y cegar las fuentes básicas de la ética y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento, la promoción y la tutela de la dignidad de la persona”.
Estado ateo o agnóstico
“Si se impone la extinción de los símbolos de nuestra tradición cultural -ha dicho en rueda de prensa el portavoz del episcopado, Juan Antonio Martínez Camino-, ese vacío tenderá a ser llenado por otros símbolos. El ser humano es un ser simbólico. ¿Por cuáles van a ser sustituidos? Pueden ser muchos: emblemas de otras tradiciones religiosas, del ateísmo, del agnosticismo… Eliminar símbolos es segar la hierba bajo los pies de nuestros propios valores. Se corre el riesgo de concebir la religión como algo privado. Eso es contrario a una visión justa de la laicidad. El Estado no puede profesar ninguna fe. ¡Tampoco el ateísmo o el agnosticismo! No se puede pasar de una laicidad sana a la promoción del agnosticismo o del ateísmo”.
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