BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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viernes, 8 de julio de 2011

LECCIONES POLÍTICAS DE MEDIA DÉCADA: 2012 ¿IRREVERSIBLE?

Jorge Luis Díaz Palacios / ADN Sureste



Los resultados de las últimas jornadas electorales celebradas en Coahuila, Nayarit y el Estado de México, -principalmente en éste último- han culminado casi con nota perfecta, una lección que pareciera quedar muy clara a la gran mayoría de la población mexicana desde hace 5 años, pero no a los partidos y políticos opositores al PRI, lo que, de continuar así, sin duda alguna se reflejará en la mayor derrota de éstos: el 2012.
Este hecho nos ha llevado a varias preguntas que como analistas debemos responder: ¿qué es lo que está haciendo bien el PRI?, ¿en qué falló el PRD y el PAN?, ¿por qué pareciera que la tendencia rumbo al 2012 es casi irreversible?, ¿qué mensaje nos está lanzado la población? Y en general ¿qué hemos aprendido de todo ello?
En el año 2000, tras la derrota del PRI en la elección presidencial, todo parecía indicar que por muchos años más –y me refiero a varias décadas– se prolongaría la debacle de este partido. Esa percepción incluso se reafirmó, con la posible llegada a Los Pinos, en el 2006, del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador y con el ascenso de su partido a la segunda fuerza en el Congreso de la Unión, para dejar caer al PRI hasta la tercera posición.
No obstante, las cosas cambiaron, el Revolucionario comenzó a recuperar espacios, percepciones positivas y posiciones mientras preparaba el camino para su regreso al Ejecutivo Federal. Contrariamente, la mayor enseñanza que no quedó clara para el PAN en estos años, mucho menos al PRD, fue entender que el año 2000 había sido el inicio de una alternancia -no culminada- que necesitaría de estrategias y visión a futuro para llegar a lo que en esencia, estaría asegurando la permanencia del PAN en el 2012: la transición.
2007 fue el año en que comenzó el renacimiento del PRI. Se realizaron elecciones al Congreso Local, presidencias municipales y algunas gubernaturas en 14 estados de la república; Yucatán, Durango, Chihuahua, Zacatecas, Aguascalientes, Baja California, Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Michoacán y Puebla. En 10 de esas entidades, el PRI se convirtió en la primera fuerza política, recuperando de tres estados con comicios a la Gubernatura, Yucatán, que se encontraba gobernado por el PAN. En el 2008, de seis gubernaturas en juego, el Revolucionario Institucional ganó 5: Coahuila, Guerrero, Hidalgo, Nayarit y Quintana Roo, quedándose una vez más el PRD con Baja California Sur.
Para 2009 esa vieja maquinaria estaba repuesta, el PAN y el PRD dejaron ir lo que sólo supieron conservar por tres años, el Congreso de la Unión pasaba una vez más a ser del PRI con el 39% de votos en la cámara baja, que le resultarían en 245 diputaciones, quedando 142 al PAN y 76 al PRD que regresaría a la tercera posición. A su vez, ese mismo año el PRI se llevaría cinco de cinco gubernaturas: Campeche, Colima, Querétaro, Nuevo León y San Luis Potosí.
En el año 2010, nueve de doce estados en los que nuevamente se realizaron elecciones para elegir diputados locales, presidentes municipales y gobernadores, serían ganados por el PRI, obteniendo el ejecutivo estatal en Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Veracruz, Tlaxcala, Aguascalientes y Zacatecas; y perdiendo las gubernaturas de Oaxaca, Sinaloa y Puebla por candidatos de coaliciones conformadas por el PAN, PRD, PT y Convergencia, y Nueva Alianza en el caso poblano.
Llegó así  el 2011, logrando la corona de Coahuila, Nayarit y el Estado de México con una votación histórica a favor de Eruviel Ávila, de 65.1%. Ahora bien, este último estado podría esbozar la enseñanza de estos cinco años de éxitos para el PRI. La candidatura de Eruviel Ávila, más allá de las inconsistencias o supuestas violaciones electorales que en las instancias correspondientes presentarán sus opositores, se ganó por varios factores que se proyectan como continuaciones hacia el 2012.
Su triunfo se debió, inicialmente, a la popularidad heredada por parte del Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien hasta el momento se ha aventajado con 33.9% de la preferencia del voto sobre López Obrador, quien es su más cercano competidor, pero con tan sólo un 11.6% (Mitofsky, mayo; 2011). Así, la intención del electorado en el estado, muestra una confirmación de lo que se ha venido documentando desde muchos años atrás, sin embargo, tanto para el PRD como para el PAN, no ha sido suficientemente creíble.
Otro de los aciertos, fue la realización de propuestas en cada municipio recorrido por el candidato priista; estrategia fundamental para que se consolidara su triunfo. Esto refleja una necesidad de políticas públicas particularizadas por parte de la población. No es casualidad que en cuanto al nivel de aprobación de los mexiquenses del gobierno y políticas públicas de Enrique Peña Nieto, el 69% lo apruebe (DEFOE/CIDAC, julio; 2011). Vale mencionar que en el contexto nacional Felipe Calderón goza de un 49.3% de desaprobación de su gobierno y un 48.5 de aprobación.
Por otra lado, algo que no ha quedado claro para el PAN y el PRD es la fuerza que adquieren en alianzas. La derrota del PRI en el 2006 como las más recientes en 2010, con las gubernaturas de Puebla, Oaxaca y Sinaloa fue gracias a la unión de sus partidos. Hay que recordar las palabras de Jesús Ortega hace un año “nos funcionó la estrategia… de acabar con cacicazgos priistas y lo logramos” (El Universal, julio; 2010). No obstante, la soberbia de Alejandro Encinas, pero sobre todo, la cerrazón de López Obrador, fue lo que no permitió la consecución de éstas en los tres estados recientemente perdidos.
Lo anterior no sólo refleja la poca capacidad de interlocución de los líderes de iure en el PRD, si no que para beneficio del PRI, proyecta un escenario que convendría a sus intereses en el 2012, un Andrés Manuel obstinado, obsesionado por ir a la Presidencia de la República, pese a que ello significara dividir los votos entre Convergencia, el partido que lo abanderaría, y el PRD que iría con Marcelo Ebrard.
Otro factor que resalta en el análisis de la elección en el Estado de México y que resume más enseñanzas no aprendidas de esta media década, es la negación por parte del PRD y del PAN a aceptar los sondeos de opinión y las encuestas electorales.
Una semana antes del inicio de las campañas electorales, las encuestas arrojaban que Eruviel Ávila se aventajaba sobre Alejandro Encinas, con 54% de la preferencia electoral, mientras que el perredista llegaba al 25% y Luis Felipe Bravo Mena al 21% (El Universal, mayo; 2011). Esta tendencia nunca se revirtió, a menos de una semana de concluir las campañas electorales, la empresa Gabinete de Comunicación Estratégica, publicó una encuesta en la que Ávila aventajaba por más de 25 puntos a Encinas y Bravo Mena, sin embargo, la negación por parte de éstos últimos siempre existió.
El contexto de la elección nacional del 2009, ya citada, guardó las mismas características, todos los candidatos ganadores del PRI en los cinco estados, llevaban ventaja, antes y al final de la culminación de las elecciones, incluso los candidatos triunfadores y opositores al PRI en 2010.
El trasfondo de todo esto, ha sido la concreción desde el año 2000, de una oposición al PRI con fuertes arraigos a la descalificación. Esa cultura política mexicana que en su momento atribuyeron al viejo modelo del siglo XX, al mismo que propusieron terminar y que hoy, contradictoriamente, alimentan y reviven. Vale recordar la descalificación por parte de Vicente Fox, hacia los resultados –aun no emitidos- que daría el IFE en vísperas del cierre de la jornada electoral, pero que, sin embargo, después alabó al darle el gane ese Instituto al filo de la media noche. Otro ejemplo fueron las descalificaciones que hacía López Obrador de las instituciones tras su derrota en el año 2006. Hoy Alejandro Encinas, comete el mismo error.
Lo cierto es que el PAN y el PRD no han aprendido que las democracias no sólo se construyen con instituciones sólidas -reglas claras en su estricto sentido-, ciudadanos participativos y elecciones competitivas, si no que también se construyen con oposiciones responsables y conscientes de su contribución a la consolidación de ellas.
La fórmula de las encuestas, que seguirán jugando un papel importante, es muy simple respecto a las tendencias hacia el 2012. Si en el 2006 en Oaxaca, el PRI perdió nueve de las 11 diputaciones federales –algo nunca visto- gracias al factor Andrés Manuel, cuando su aceptación era de rededor del 50% de la población; la lógica sería que hoy en día, cuando su popularidad ha decaído ampliamente, su presencia no beneficiaría a Alejandro Encinas en el Estado de México, como no benefició en 2009 a los estados ganados por el PRI. Sin embargo, los políticos no aprenden de la historia, aprenden de lo que a ellos conviene.
Muchos se preguntan si existe salida, ¿si lo que observamos y analizamos del Estado de México, es definitorio rumbo al 2012?, la respuesta radica en todo lo que se ha mencionado anteriormente. El cambio de la tendencia a favor del PRI y de su principal abanderado Enrique Peña Nieto, no se logrará  mediante el discurso que hasta ahora, PRD y PAN, han insistido en seguir vendiendo a la gente.
El escenario más probable cambiará a sólo probable en la medida en que: 1) El PRD inicie un real ejercicio de reconciliación interna, con sus bases. 2) Cuando entiendan que de no postular a un solo candidato con la fuerza conjunta de López Obrador y Marcelo Ebrard, el algoritmo perfecto del PRI, divide y vencerás, resultará exitoso. 3) La reconciliación ideológica y de propuestas con actores empresariales clave, como Carlos Slim, podrán hacer contrapeso a los que ya apoyan a Enrique Peña Nieto –el monopolio televisivo-. 4) La alianza con actores fácticos poderosos de este país, como Elba Esther Gordillo, será necesaria guste o no guste rumbo al 2012.  El mapeo de actores debe jugar un papel importante, y si analizamos los dos últimos puntos, Andrés Manuel tiene desventaja en dichas variables. 5) Cuando, tanto PRD como PAN, entiendan que las encuestas les servirán como instrumentos para revertir la tendencia, por un todo o nada, cambiando radicalmente la estrategia electoral en el momento oportuno, innovando en el discurso, el debate, la imagen, la postulación de candidatos, las propuestas, el contacto con la gente a través de medios tecnológicos como el internet; si no queda claro, revisemos de nuevo el Estado de México, -reitero, fuera de vicios electorales o sesgos partidistas-.
Finalmente, debo mencionar que las preferencias rumbo al 2012, aventajarán a cualquier candidato que entienda que este país ya lleva un buen paso en el camino de la democracia  -de esa real, no de discurso ni de textos-, a quien suba de nivel la contienda y empiece a pedir perdón, a reconocer errores, a hablar de prosperidad, de amor, de felicidad como visión futura; el 2012 se revertirá por aquel político que en suma, entienda que ese modelo mexicano enjuiciado y criticado del siglo XX, ya ni siquiera sus creadores lo contemplan en sus victorias.
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