BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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viernes, 11 de febrero de 2011

Lo que Westphal quiso decir...


Joseph Westphal, izquierda, en Afganistán

Ana María Salazar
En los últimos días, los comentarios sobre la situación de seguridad (o inseguridad) en México, realizados por funcionarios estadounidenses, están enloqueciendo al gobierno mexicano. Pero ante las contradicciones de las expresiones públicas de la administración Obama, parecería que los esquizofrénicos son los estadounidenses, quienes parecerían dedicados a enloquecer al presidente Calderón y a su equipo de seguridad.
Los comentarios del subsecretario del ejército, Joseph Westphal, manifestados en un ámbito académico en la Universidad de Utah, donde externó su preocupación por una narcoinsurgencia que no sólo se podría apoderar del gobierno, sino también podría resultar en que soldados estadounidenses tendrían que combatirlos inclusive de este lado de la frontera. Horas más tarde, el gobierno de EU publicó una retractación de este funcionario. Hillary Clinton usó esta misma expresión de “insurgencia” en septiembre pasado en otro foro académico, el Council on Foreign Relations. Pero en su reciente viaje a México en enero, la palabra “insurgencia” nunca surgió, al contrario, la secretaria Clinton salió a defender la estrategia del presidente Calderón en una forma contundente, podríamos decir que con más ahínco aun que los mismos panistas.
¿Qué onda? ¿What is going on? ¿Por qué tantas contradicciones en la posición de EU?
La respuesta es sencilla. No hay consenso.
En primer lugar, para entender cuál es el verdadero sentir de los funcionarios estadounidenses, les sugiero que sigan con cuidado los comentarios que hacen ante las audiencias en el Congreso y en el Senado de EU. Esta semana testificaron Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interior, y James Clapper, director de Inteligencia, y ambos subrayaron su preocupación no sólo por lo que sucede hoy en México, sino lo que podría suceder hacia el futuro. Debemos tomar en cuenta que todos los funcionarios testifican bajo juramento, además de que se requiere una cierta preparación tanto de los funcionarios como de los legisladores cuando llevan a cabo estas audiencias, esto garantiza que sus comentarios reflejen más la verdadera posición y preocupación del gobierno de EU. Uno puede deducir de sus comentarios que sí están preocupados. Pero la pregunta es: ¿hay alguien que no esté preocupado por lo que está sucediendo y lo que pudiera suceder en México en los siguientes años?
Pero cuando uno ve otros factores que definirían el sentir de los estadounidenses, la verdad es que los estadounidenses siguen teniendo fe en México. A pesar de haber publicado 14 alertas en 2010 por el Departamento de Estado pidiendo a sus connacionales no viajar a 12 estados en México, alrededor de 19 millones de estadounidenses visitaron este país el año pasado, además de continuar invirtiendo en México entre 17 y 19 mil millones de dólares. De hecho, cada año miles de estadounidenses hacen la decisión de retirarse a ciudades como Ajijic, Vallarta, Los Cabos y San Miguel Allende. Estos datos nos señalan que los estadounidenses no han abandonado México.
La reacción del gobierno de México, tampoco ha sido la mejor por estridente e ineficaz. ¿El secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, de veras cree que México es más seguro que Miami o Detroit, como lo comentó en Nueva York esta semana? En realidad no lo creo. Me imagino que el alcalde de Miami, el cubano-estadounidense Tomás Regalado va a exigir una retractación de ese comentario por parte del gobierno mexicano.
Algunos funcionarios buscan defenderse ante lo que ellos consideran un ataque, argumentando que Estados Unidos debería de preocuparse por prevenir el tráfico de armas y reducir el consumo de drogas, en vez de criticar lo que está pasando en el país. Esto tampoco es la mejor respuesta, ya que jugar el juego de la recriminación no nos acerca a las respuestas y soluciones que necesitamos, mientras que la situación de inseguridad continúa deteriorándose.
¿Por qué tantas incongruencias de parte de los funcionarios norteamericanos? El problema fundamental que tiene la administración Obama son las presiones de parte de diferentes grupos de interés para que pongan sobre la mesa sus preocupaciones por lo que está pasando, así como por lo que pudiera suceder en México. Pero al criticar o señalar lo que está pasando en el país se corre el riesgo de debilitar la lucha del presidente Felipe Calderón y la relación binacional, lo que dificultaría aún más la capacidad del Estado de enfrentar a estos grupos del crimen organizado, que se consideran entre los más peligrosos del mundo.
¿Denunciar o callar? A veces, mejor confundir.
www.anamariasalazar.comTwitter: @amsalazar
Analista política

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