BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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martes, 8 de noviembre de 2011

LOS CISNES NEGROS


Luis Gutiérrez Poucel
legutierrez@gmail.com

Por muchos siglos se consideró que todos los cisnes eran blancos. Era una ley universal: Si es un cisne es por lo tanto blanco y punto. Sin embargo, cisnes negros fueron vistos por primera vez en Australia a fines del siglo XVII por exploradores holandeses. ¡Qué sorpresa! A reescribir la historia: No solamente hay cisnes blancos, también los hay negros.

Dos siglos más tarde, a fines del siglo XIX, Tchaikovski incluye el concepto del cisne negro en su ballet El Lago de los Cisnes, representando el mal frente al bien y encarnado por la misma bailarina del cisne blanco. Esta doble caracterización de la princesa Odette en la película El Cisne Negro es lo que la hace memorable y misteriosa, la sorpresa de lo desconocido: El Cisne Negro que todos llevamos dentro.

El concepto ha sido ahora usado por el escritor americano de origen libanés Nassim Nicholas Taleb en su libro El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. El CN en la teoría de Taleb se refiere a la incertidumbre de eventos impredecibles que cambian la dirección del devenir humano.

El libro es provocador y divertido. Taleb logra su propósito: hacernos pensar.

El autor desarrolla una teoría sobre la influencia del azar en la historia y nuestra incapacidad de ver los eventos impredecibles que nos han cambiado de manera radical, que han alterado nuestra forma de pensar y actuar. Continuamos con una obsesión por construir elegantes modelos que simplifican la realidad para intentar pronosticarla, y manifestamos nuestra incapacidad para predecir grandes acontecimientos cuyos impactos cambian el futuro, el rumbo del presente.

Este esquema del cisne negro se ve definido por tres características: 1) el evento es una rareza, 2) de consecuencias importantes y 3) la naturaleza humana busca explicarla después de que se manifestó, para que se vuelva previsible. O sea que resulta imposible calcular su probabilidad, tiene una repercusión desproporcionada y es imaginable en forma retroactiva hasta que sucede.

Son “cisnes negros” el éxito de Google y You Tube, al igual que el derrumbe de la Unión Soviética, el ataque del 11 de septiembre del 2001, las actuales revoluciones en los países árabes, el terremoto y el tsunami que devastó a Japón. Estos catastróficos eventos nos sugieren con fuerza lógica que nos debe interesar más lo que no sabemos que lo que pensamos que sabemos. Desgraciadamente, aunque sabemos dentro de nosotros que somos incapaces de predecir el curso de la historia, seguimos actuando como si los hechos imprevisibles no fueran significativos.

¿Por qué no podemos ver esos cisnes negros? Bueno, el cerebro humano intenta poner orden donde no lo hay, lo que nos impide pensar correctamente en un mundo complejo. Esto en nada ayuda a la hora de predecir, digamos, una drástica caída de la bolsa de valores. Tendemos a enfocarnos a los conceptos claros y definidos, que resultan más fáciles de recordar que los difusos y menos tratables. Así, caemos en la trampa de pasar por alto las anomalías a fin de encuadrar la realidad en un enfoque simplista.

¿Cuál es el mensaje principal? Simplemente que, al centrarnos en lo que tiene sentido, no desarrollamos la imaginación necesaria para entender nuestro entorno físico. La tesis se basa en la incertidumbre de lo aleatorio, de tal forma que para tomar una decisión debemos concentrarnos en las consecuencias (se pueden conocer), más que dedicar tanto tiempo y esfuerzo a calcular sus probabilidades. Como en el caso de los terremotos, hay que estar preparados ante la brusca aparición de un cisne negro.

El planteamiento es polémico, con elementos que vale la pena conocer y valorar. Cada persona, nos dice el autor, “tendrá más control de su vida si decide por sí misma… según su criterio”. Y añade que la intención es “… provocar a la gente que se toma demasiado en serio… a aquellos que no tienen las agallas para decir a veces no sé”.

Taleb es un irreverente, un francotirador que no se cansa de destacar lo descerebrados que somos los economistas, a lo que habría que añadirle: lo cerrados que son los académicos, lo vanidoso que pueden ser los empresarios y los periodistas, y lo peligroso que pueden ser los políticos.

Hay que ser más humildes y menos arrogantes y prepararnos para lo que pensamos que no puede ocurrir… por si llegara a ocurrir.

¿En dónde está el cisne negro para México? Es difícil predecirlo, pero si podríamos empezar a pensar cómo evitarlo o minimizar sus desastrosas consecuencias.

Un cisne negro que a todos nos preocupa es el creado por nuestra propia mano. México continúa siendo un país de diferencias y profundamente injusto. El contraste más insultante es entre los que tienen mucho y los que están en la miseria. La acción política más necesaria para dinamizar la economía y distribuir el ingreso son las reformas estructurales para alinear al país con los tiempos y desafíos actuales: la política, la fiscal, la laboral, la energética y la educativa.

La injusticia continúa por un sistema político más preocupado por alcanzar el poder que por hacer que México progrese. ¿Cómo es que no se promueven las reformas para crecer más y mejor? ¿Dónde están los políticos, gobernantes, legisladores y jueces patriotas que combaten la corrupción, buscan la eficiencia y ambicionan un mejor México, un México más justo y más seguro, un México que brinde oportunidades a todos sus hijos de alcanzar su potencial como seres humanos?

Por ahí nos puede venir un terrible cisne negro que va a enfrentar mexicanos contra mexicanos. Y desgraciadamente ya lo estamos viendo con los miles de muertos por la delincuencia en San Fernando, Michoacán, Ciudad Juárez, Monterrey, Veracruz, etcétera.

¿Podemos evitar ese cisne negro? Sí, creo que sí se puede evitar. Es una acción colectiva, en particular de nuestros políticos, autoridades y gobernantes que requieren valor y capacidad de sacrificio para trabajar por algo intangible, el bienestar de la gente, para evitar un evento que consideran poco probable: El rompimiento del orden social…, el Estado fallido. El macabro fin del líder libio, Muamar Gadafi, debería ser una llamada de atención a nuestros políticos y autoridades.

Ojala y que despertaran ante la realidad de un cisne negro que nos está tocando la puerta por su corrupción, falta de patriotismo, pésima gestión y abuso de poder.

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