lunes, 28 de noviembre de 2011
EL (VERDADERO) PARAÍSO DE LA DROGA
¿En Estados Unidos, el mercado de enervantes más codiciado de la Tierra, no hay narcos destacados, cuyos nombres deben ya formar parte de la leyenda criminal de su país?
¿Usted conoce el nombre de un solo capo norteamericano de nuestros tiempos?
Por supuesto no me refiero a los famosos "gangsters" de los años de la prohibición alcohólica en Estados Unidos como sin duda los fueron Capone, Dillinger y Frank Nitti entre otros tantos personajes del bajo mundo que encontraron en nuestros vecinos del norte el caldo de cultivo necesario para desarrollarse hasta alcanzar "prestigio" internacional...
Nosotros conocíamos a García Abrego, a Caro Quintero, al Güero Palma, al Señor de los Cielos, a los hermanos Arellano, entre otros líderes de nuestro hampa tercermundista.
Pero, insisto, ¿y en EU, el mercado de enervantes más codiciado de la Tierra, no hay narcos destacados, cuyos nombres deben ya formar parte, a mucha honra, de la leyenda criminal de su país pues trafican con drogas con un valor superior a los 500 mil millones de dólares?
¿Ningún apellido destaca por su eficiencia y popularidad o simplemente porque ya no hay narcotraficantes para vergüenza de la larga tradición criminal norteamericana?
¡Ya sé! En Estados Unidos las drogas se trafican "solitas".
Los enervantes son dejados en las fronteras norteamericanas por "camellos" mexicanos o latinos y llegan "solitos", como por arte de magia, a las manos de los consumidores.
Del total de la mariguana que se consume en dicho país, por ejemplo, 35% es producido en Texas, Arizona y California sin que jamás se localice un sembradío, se incineren los enervantes de cara al público, se recluya a los responsables en una prisión federal y se rematen y adjudiquen sus propiedades al mejor postor.
Sucede que la mariguana se siembra solita, se corta solita, se distribuye solita y el dinero obtenido se lava solito...
¿No es una verdadera maravilla?
Nunca escuchamos que se aseste un rudo golpe al narcotráfico en EU tal y como se asesta, sin duda, en México, en forma por demás recurrente.
Nunca vemos fotografías de capos norteamericanos arrestados y enfundados en sus chamarras azules del FBI con las manos y pies esposados, chalecos y cascos antibala, además de una numerosa escolta policiaca para evitar cualquier atentado en contra de su vida que impidiera la delación de la identidad de sus socios y movimientos...
En México, la captura de los "famosos" capos ocupa las primeras planas de los diarios de la República, además de generosos espacios radiofónicos y televisivos.
Es evidente el esfuerzo mexicano por ganar esta batalla en contra de la producción y venta de enervantes.
Sólo que la batalla difícilmente la ganaremos si en Estados Unidos se venden impunemente 500 mil millones de dólares de narcóticos en las calles sin que nadie vea ni sepa ni oiga nada, absolutamente nada, puesto que nuestros vecinos "puritanos" nunca atrapan a un capo ni se publica por ende su captura en la prensa ni se queman depósitos incautados de estupefacientes ni mueren soldados ni agentes judiciales ni jueces ni procuradores ni se rematan propiedades ni se revelan los nombres de las autoridades implicadas en el narcotráfico.
Nada, no se sabe nada...
¿Por qué no se sabe? Muy sencillo: porque una parte insospechable de autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales federales y estatales norteamericanas está en la nómina de los capos.
Si nada se hace y nada se sabe es porque desde secretarios de Estado para abajo (sálvese el que pueda), gobernadores, legisladores, senadores especialmente jueces, periodistas, policías de toda índole, agentes del FBI y de la DEA y hasta la famosa y no menos temida Patrulla Fronteriza, todos podrían estar profundamente involucrados con los narcotraficantes realizando jugosos negocios tal y como lo hicieron ya en los años de la prohibición.
No hay nada nuevo bajo el sol.
Menos lo va a haber ahora cuando un grupo de maleantes goza de más poder que el Estado mismo. Nunca en la historia de la humanidad una pandilla de delincuentes había tenido tanto dinero como para poder comprar autoridades, periodistas y países enteros si así lo decidieran.
Todo ello gracias a que EU pone los dólares para que esto sea posible.
¿Qué prefieren los capos a cambio de la heroína: mexican pesos or american dollars? Está clarísimo, ¿no? ¿Cuál soberanía de un Estado cuando a un capo no se le puede juzgar en su país de origen porque puede desestabilizarlo con consecuencias funestas para millones y más millones de personas?
¿No estamos frente a un novedosísimo fenómeno de poder en manos de un solo individuo?
¿Dónde están los capos norteamericanos?
¿Por qué no se inicia la persecución en EU de los grandes narcotraficantes?
Yo, yo sé, yo: porque ni los consumidores ni las autoridades ni los narcos ni la prensa quieren que se sepa quiénes son.
A todos les conviene el negocio. Todos están coludidos.
Mejor, mucho mejor, culpar a México de todos sus males...
NEGOCIO REDONDO
Estados Unidos no solamente es el mayor consumidor de drogas en el mundo sino también se ha convertido en uno de los mayores productores de marihuana al alcanzar las 10 000 toneladas métricas anuales y cuyas utilidades son mayores que la de alimentos como el maíz y la soya.
La mayoría de esta droga es sembrada en los parques nacionales como el bosque californiano de Secuoyas donde según Brent Word, supervisor de la Oficina de Narcóticos del Departamento de Justicia de ese Estado, traficantes mexicanos y estadounidenses emplean guardias armados y tendidos de cables que detectan cualquier intruso para proteger parcelas con miles de plantas, capaces de producir hasta 30 toneladas al año.
El Bosque Nacional de Secuoyas en el centro de California contiene un mosaico de plantaciones escondidas a lo largo de arroyos y cañadas, lejos de los senderos de excursionistas. Lo mismo ocurre en otros parques, entre ellos el Yosemite y en Apalachia, colindante con los Estados de Kentucky, Tennessee y West Virginia.
Además de estos sembrados en parques federales lejanos, también se incrementó la producción de marihuana en casas ubicadas en las ciudades. En estos centros, la hierba se cultiva bajo extremas medidas dentro de varios locales completamente cerrados.
Allí, el personal encargado de su cuidado permanece las 24 horas pues a las plantas no les puede faltar luz artificial, abono y agua. Las casas, hermetizadas para que las luces no se vean desde el exterior, son custodiadas permanentemente por los narcotraficantes.
Este negocio se ha incrementado en los Estados de La Florida y California. El cultivo es permanente y cada cosecha se evalúa en miles de dólares.
Esta droga ha sido objeto de cruces y mutaciones genéticas que han dado lugar a la marihuana transgénica y la sintética, las cuales cuentan con un 20 % de concentración de tetrahidrocannabinol (THC), que causa el doble de daño al sistema nervioso central, en comparación con la marihuana regular.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) divulgado en 2008 informó que Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas del mundo. Solo en cocaína, los norteamericanos consumen un tercio de la producción mundial.
Las cifras son significativas pues señala que 72 millones de estadounidenses mayores de 12 años, han consumido drogas alguna vez. Asimismo, lo han hecho el 41 % de los jóvenes que asisten a las escuelas secundarias y el 47 % de los preuniversitarios. El documento explica que el 62 % de los estudiantes de secundaria asiste a centros donde se trafica con drogas.
La comercialización reporta “beneficios” en Estados Unidos por más de 100 000 millones de dólares anuales que también ayudan a mover la economía en una sociedad donde el consumo es la base del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
Las autoridades apenas confiscan el 1 %. A causa del consumo de drogas, 20 000 norteamericanos mueren cada año; decenas de miles van a parar a las cárceles.
El ex presidente William Clinton reconoció durante una audiencia congresional en 2007, que en Estados Unidos se consume el 50 % de las drogas producidas en el mundo, mientras su población es solo el 5 % del orbe.
Pese a que Washington acusa constantemente a otros países (en la mayoría en forma injustificada) de tener relaciones con el narcotráfico, muchos de sus funcionarios han reconocido que el problema fundamental se halla en su propio país.
En declaraciones recogidas por la agencia mexicana Notimex, en fecha tan lejana como diciembre de 1997, el ex director de la DEA, Thomas A. Constantine, reconoció que sin grupos de distribución en Estados Unidos los cárteles no podrían operar. Explicó que ellos necesitan (y tienen) en Norteamérica una red de administradores de alto nivel, transportistas, contadores, expertos en comunicaciones y personal de almacenamiento.
La canciller mexicana, Patricia Espinosa, afirmó recientemente que la violencia del narcotráfico en localidades de su país cercana con la frontera del vecino del norte, deriva de la falta de reducción del consumo de drogas en Estados Unidos.
Razón suficiente tiene Espinosa pues se conoce que más de 300 000 organizaciones y bandas, en el gigante del norte, participan en el control de la droga.
Con la actual crisis económica mundial, los precios de los estupefacientes se han incrementado abruptamente. Organizaciones No Gubernamentales norteamericanas que protegen a víctimas de ese flagelo, aseguran que el precio de un kilo de cocaína cuesta 2 500 dólares en Colombia, 4 000 en Panamá, 6 000 en Guatemala, 12 000 en México, 16 000 en la frontera norte del país azteca y 139 000 en Estados Unidos, o sea, 200 dólares el gramo en las calles.
En la sangrienta ruta desde Sudamérica hasta el principal mercado consumidor de la droga, su valor aumenta enormemente.
Son numerosos los informes que relacionan a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con el tráfico de drogas para emplear el dinero en desestabilizar gobiernos o crear campañas adversas contra naciones que no se pliegan a sus exigencias.
Un estudio del Departamento de Estado reconoce que pese a la intervención militar norteamericana en Colombia, ese país sigue siendo el líder mundial en producción de cocaína con el 70 % del total de distribución mundial y el 90 % de procesamiento.
Por tanto, cada día son más incongruentes los informes emitidos en Washington sobre actividades de drogas pues el centro del negocio se encuentra concentrado en sus naciones aliadas y en su propio territorio.
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