BLOG DE ANÁLISIS Y PERIODISMO PROPOSITIVO

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miércoles, 9 de marzo de 2011

FALLECE DOÑA LUCIA TEISSIER: DEJA HUELLA IMBORRABLE

Pilar de la educación, el periodismo y la literatura en Coahuila, la maestra Lucía Teissier de Galindo, falleció ayer a los 93 años de edad.



Saltillo, Coah.  Amigos y personalidades de diversos ámbitos lamentaron el deceso y a lo largo del día dieron el pésame a la familia de quien fue ejemplo de muchas generaciones de alumnos en la Escuela Miguel López, el Ateneo Fuente, la Benemérita Escuela Normal de Coahuila y la Normal Superior.
Pero su huella, reconocida en 2009 por la Presea IMARC al Mérito Cultural, no se limitó a la enseñanza, pues también fue jefa de Trabajo Social y luego directora del Centro de Seguridad Social del IMSS en Saltillo.
Amante del lenguaje, se mantuvo hasta el último día como autora de inteligentes columnas en VANGUARDIA, donde también participó como cuentista por más de 25 años en el “Semanario”.
“La profesora Lucía Teissier es un verdadero ejemplo para las generaciones de estudiantes y profesores que la conocieron, y su memoria y labor, tengan la seguridad que quedará presente en todos los maestros de Coahuila”, dijo Andrés Mendoza Salas, secretario de Educación y Cultura.
La maestra Teissier nació el 29 de agosto de 1917 en una familia de profesores. Fue la mayor de cuatro hijos de Honorato Teissier y Juana Flores Arredondo.
Después de titularse como maestra en 1934 inició su actividad docente, que interrumpió cuando se casó con Alfredo Galindo Ramos.
“Entonces no se acostumbraba que las mujeres casadas trabajaran”, narró en un entrevista, “yo me dediqué a mi casa, a mis hijos y a mi marido durante 19 años”.
“Cuando la menor de mis hijas, que es Diana, entró a sexto grado de Primaria empecé a trabajar...”.
Y no dejó de hacerlo sino hasta el 3 de marzo pasado, cuando se publicó su último texto periodístico, “Publicidad chatarra”, en él que analizó el compromiso oficial de prohibir en México la promoción de productos que causan obesidad en horarios infantiles.
Sus restos fueron velados ayer en las Capillas Renacimiento de Funerales Martínez, y éste miércoles 9 de marzo, se realizará una misa de cenizas en la Congregación de los Hermanos de San Juan en punto de las 11:00 horas.
PIERDE LA CULTURA UNA GRAN MUJER
Así lo expresan periodistas, escritores e historiadores de la localidad que conocieron el trabajo de Lucía Teissier de Galindo, una mujer que puso en alto el papel del periodismo femenino y que fue un baluarte de la educación en Coahuila. Su sapiencia la compartió en VANGUARDIA hasta casi el final de sus días.
Con su columna “Mi Campanario” y con textos editoriales, fundó reflexiones muy personales y lúcidas por años, que VANGUARDIA recogía tanto en sus páginas como en su suplemento cultural Semanario, creado por la propia hija de Teissier, Diana Galindo de Castilla. Con esta labor dio realce a la mujer en el periodismo saltillense. Así lo menciona Claudia Luna Fuentes, poeta y periodista: “Ella marcó una pauta en el periodismo escrito por mujeres en esta ciudad”.
“Es un personaje que ha acompañado el desarrollo cultural de la ciudad. Una mujer que abrió un espacio muy importante para la expresión femenina dentro del periodismo y no solamente eso, tenía una pluma exquisita. Múltiples formas de escribir y creo que es algo de admirarse de ella”, señala lamentando su partida.
Comenta que la fértil creación narrativa de Teissier también era una forma de encontrarse con el espíritu humano: “Me gustaba mucho su narrativa en el Semanario con ‘Mi Campanario’. Historias muy emotivas, muy cercanas, relatos cortos que te arrojaban a un mundo muy íntimo”.
Deja un legado de conocimiento
Su pérdida deja una huella, pero también un vacío, dice la historiadora y columnista Esperanza Dávila Sota: “Creo que deja una huella muy profunda y un vacío también en la cultura de Coahuila. Recuerdo muy bien sus cuentos semanales, desde allí ejerció una forma de cultura para los lectores”.
Por su parte, el historiador y periodista Javier Villarreal Lozano enaltece su sabiduría: “Yo creo que fue siempre la suya una opinión inteligente, clara y entendible. Hablaba con una claridad los problemas, principalmente de la ciudad. Tuve también el honor de compartir páginas con ella en el antiguo Semanario de VANGUARDIA”.
“La suya era una visión universal pero siempre arraigada a su suelo natal. Creo que su corazón estuvo siempre donde nació, Saltillo, la mayor parte de su vida. Una pérdida que todos lamentamos. Un hueco muy difícil de llenar ahora que se escribe a veces tan descuidadamente el castellano. Ella tenía pulcritud y conocimiento”.
Amiga que amaba las palabras
Para Celia Berchelman, “era una señora en toda la palabra”. Amiga de Teissier, explica conmovida que “nos dejó un legado muy importante, no sólo en la cultura de la palabra, con todas las enseñanzas que nos dio con sus columnas, sino también, para mí, con todas las conversaciones preciosas que tuve con ella”.
“La admirábamos en todos los sentidos, en lo profesional, en lo personal”, dice la periodista María Concepción Recio Dávila, quien conoció su obra y a la misma Teissier. “Escribía con una pulcritud, un amor por el idioma español”.
Javier Villarreal aplaude esta pasión: “Yo siempre sentí afecto por sus conocimientos del español, por sus textos que son verdaderos ejemplos de buen castellano”.
Esperanza Dávila insiste en que distintas aristas culturales pierden a una voz imprescindible: “Deja una huella muy honda en la vida cultural, en la vida magisterial de Saltillo. Ella fue formadora de muchas generaciones y además de ser una verdadera maestra, siguió también formándonos con su ejercicio periodístico que ejerció prácticamente hasta el día de su partida. Esa es una lección importante que nos deja”.
“Yo creo que fue siempre una editorialista muy incisiva y muy eficaz. Abordó temas de toda naturaleza, desde los pequeños temas referentes al hogar y a la mujer, hasta los grandes temas de la literatura universal, de la problemática política muchas veces; fue una persona culta, por eso insisto en que deja un vacío”.
Maestra irrepetible
Fue una maestra ejemplar. Lo dice el escritor saltillense Jesús de León, quien fue su alumno. Él dice que este lamentable suceso le hizo recordar “la mística del magisterio”. “Pienso que esa mística la representan todas esas maestras que ya han desaparecido, que ya están muy grandes o de las cuales estamos sufriendo sus pérdidas con el paso del tiempo”.
Destaca que debe haber una conexión ininterrumpida entre el aula y la vida, como lo hizo Teissier. “Esos maestros eran destacados aún después de dejar el aula. Cultura y educación pueden perfectamente juntarse, como cosas que no tienen que ser diferentes”.
Y a propósito de esta idea recuerda una anécdota con Teissier que, señala, significó para él una enseñanza que lo marcó. Una que incluso incluirá en un libro. Siendo alumno de ella en la Normal del Estado, en la década de los 70, “en el aula (Teissier) reprendió a una alumna —era una maestra estricta—, y la reprendió con una metáfora muy elocuente sobre el tema, precisamente, de la educación y la cultura. La maestra le recordó lo que era la educación. Y nunca he podido olvidar sus palabras, que son, a la letra, las siguientes: ‘La educación es como el papel de china: aparentemente el papel de china no sirve para nada pero evita que la porcelana se rompa’”.
Hoy, con el paso del tiempo, la impresión de tal sentencia le dio pie a De León a reflexionar: “Analizando esa frase, me doy cuenta que para la maestra, la educación, en principio, parecería algo frágil e inútil como el papel de china (algo que podemos pensar todos), hasta que descubrimos que sirve para preservar cosas muy valiosas. A estas alturas, yo retomo la imagen y podría concluir que así como la educación es el papel de china, la cultura entonces es la porcelana valiosa. ¿Qué ocurre cuando las separa? La cultura no se preserva”.
“La una no puede funcionar sin la otra”, sentencia.
Mujer como ninguna
“No pudo haber un día mejor, el día de la mujer. En que una mujer como ella pueda recordarnos la importancia que la mujer tiene en el mundo”, dice el escritor Javier Treviño Castro.
Su opinión la comparte Concepción Recio: “Hoy (ayer) se celebra el Día de la Mujer y parece que hubiera elegido el día porque hacía honor al género”. El tiempo devora la vida, pero no la memoria. Al menos no en estos personajes que la recuerdan. “Descanse en paz Lucía Teissier”, pronuncia Jesús de León.
Lucía Teissier
Mi Campanario
Uno de los signos de la civilización es la creación de objetos que principian por ser útiles, luego se vuelven indispensables y más tarde se convierten en los árbitros de la existencia del hombre.
Cuanto más desarrollada se encuentra una cultura, es mayor el número de objetos que las personas que a ella pertenecen consideran necesarios para vivir.
De este modo nos vamos complicando la vida, en aspectos tan disímbolos como el uso de diferentes sustancias limpiadoras para cada uso hogareño o personal, la utilización de diversos aposentos para cada actividad diaria o la necesidad de vehículos distintos para resolver diferentes problemas de transportación.
Llega así el momento en que la persona se convierte en esclavo de sus posesiones, en vez de servirse de ellas.
La afirmación anterior puede ilustrarse de diversas maneras: desde el caso de la mujer que jamás puede tomarse unas vacaciones porque no puede descuidar sus plantas o sus animales consentidos, hasta el de quienes sacrifican posibilidades de comodidad, tranquilidad y alegría de sus familias por tener un automóvil que muestre a los demás “su categoría”.
En este caso, como en todos los aspectos que atañen al bien vivir —considerado éste como la manera de hacer transcurrir nuestros días que más provechosa sea a nuestro ser íntimo— el acierto está en el justo medio. Debemos rodearnos, sí, de aquellos objetos que sean necesarios para nuestro bienestar físico y nuestro contento espiritual. Y si su existencia junto a nosotros ha de ser satisfactoria, hemos de hacer que sirvan al propósito que ahí los llevó.
Cuando esos objetos empiezan a causarnos problemas por cualquier motivo, que puede ser el tener que limpiarlos constantemente o el pensar cuál será su destino cuando ya no estemos, entre mil más, entonces lo mejor es deshacernos de ellos. Y hacerlo alegremente, sin pena y sin remordimiento, lo cual conseguiremos si vemos que vayan a parar a manos de alguien que en verdad los necesita o los pueda amar.
El ser humano pierde su más valiosa libertad, su libertad interior, cuando se vuelve esclavo de las cosas.
Ésta es una de las primeras colaboraciones de Teissier para VANGUARDIA, publicada en el suplemento Semanario el domingo 23 de noviembre de 1980 en la emblemática columna de su autoría “Mi Campanario”.
Lucía Teissier
Educadora, escritora.
 Nació en Saltillo el 29 de agosto de 1917.
 Sus padres fueron el maestro Honorato C. Teissier y la profesora Juanita Flores de Teissier.
 Editorialista y colaboradora de VANGUARDIA.
 Autora de la columna “Mi Campanario”.
 Profesora en las escuelas Normal, Normal Superior y Ateneo Fuente.
 Directora del Centro de Seguridad Social del IMSS en Saltillo.
 Autora del libro conmemorativo del centenario de la BENC y de las biografías de los profesores Andrés Osuna y Ramón Garza de la Rosa.
 Se casó con Alfredo Galindo Ramos, con quien procreó a sus hijos Alfredo (†), Rosa Lucía y Diana María. (Con información de Vanguardia)

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