Si dos enemigos se unen... sospecha |
Columna: "Buitres en la Ciudad"
Bastó que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, revelara que Felipe Calderón se siente “frustrado” por los efectos del narcotráfico en el país, para que más de 700 medios de comunicación nacionales signaran un acuerdo para, palabras más palabras menos, silenciar la información sobre el crimen organizado en sus ediciones, salvo aquellas que vayan de común acuerdo con la Presidencia de la República.
“Lo que no se ve, no existe”, versa la justificación del neurótico apóstol Mateo, tratándose de un país donde si algo ha de hacer falta para combatir los efectos devastadores de la violencia social, es la información pertinente, puntual y verídica. Y si acaso se ha de evitar aquella que, como apuntan los próceres de las buenas conciencias mediáticas, haga juego de propaganda a cárteles u otros grupos –si es que acaso pretenden decir que existen quienes sí lo hacen, en todo caso, haciendo juego a otra propaganda devenida no del narco sino de la oficina de comunicación social presidencial -, deben saber los firmantes que si algo ha salvado la vida a miles de inocentes en México en medio del fuego cruzado entre policías, militares y capos, es el acceso a datos de primera mano que revelen las conductas, juicios y actividades que no son prudentes realizar con el fin primero de no ser otro “efecto colateral”.
Además, la información que difunden tanto revistas, periódicos, televisión y radio –salvando los sesgos políticos y financieros que coartan su albedrío editorial- ayuda a entender el flujo de la escalada violenta mexicana, no solamente para entender el rumbo que toma el país en términos de la frustrada “guerra contra la delincuencia organizada”, sino para prevenir lo que pasa en el mismo barrio, la calle, la escuela, el municipio o la vecindad, que no se salvan de los efectos del narcotráfico y frente a lo cual es emergente saber qué demonios sucede.
Sí, hay que proteger a las víctimas; sí, se necesita una reedición de los criterios de cobertura informativa, pero mienten al pretender que el “Acuerdo para la cobertura informativa de la Violencia” es una herramienta para “garantizar la libertad de información en un entorno de criminalidad y violencia que golpea al país”. Hipócritas. Los firmantes deberían ser capaces primero de exigirle cuentas al Gobierno por la impunidad en el asesinato de sus reporteros y garantizarles bienestar laboral a los que permanecen vivos. Twitter: @albertobuitre
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