Pedro Pantoja Arreola es un sacerdote aguerrido. Formado en la enseñanza de la teología de la liberación, en los últimos 45 años hizo suya la lucha de los grupos más vulnerables, que en este país, paulatinamente, se convierten en mayoría. Su primera batalla la libró en los campos de uva de California, Estados Unidos, cuando en 1965 organizó la exigencia de salarios justos para los pizcadores, todos ellos mexicanos; y logró que se incrementaran las remuneraciones por jornal.
De regresó a México, en Coahuila, se unió a los movimientos obreros que exigían trato digno y se eliminaran las prácticas de explotación, batalla que derivó en la huelga que los obreros de las empresas Cinsa y Cifunsa protagonizaron por primera vez en la historia de Saltillo –terruño de cacicazgos patronales miembros de la extrema derecha en el país–. En represalia, Pantoja fue enviado a Ciudad Acuña, la última frontera en la entidad.
Su estancia en aquel municipio, estratégico en el cruce hacia Estados Unidos, fue determinante para la labor que desempeñaría los siguientes 40 años, misma que hoy tiene a este sacerdote en la mira. En Acuña fundó la primera Casa del Migrante; a su regreso a Saltillo se encontró con las oleadas migratorias que dejaron los devastadores huracanes de 1998 en Centroamérica.
Para brindarles alimentación, vestido, alojamiento y asesoría jurídica y sicológica en su peregrinar hacia Estados Unidos, creó la asociación civil Frontera con Justicia, que opera a nivel nacional, y fundó en Saltillo el albergue Belén, Posada del Migrante.
Miles los desaparecidos
Como verdaderamente alarmante fue calificado por el sacerdote Pedro Pantoja Arreola, el número de migrantes secuestrados en 2010, que la Comisión Nacional de Derechos Humanos estima en 10 mil, pero que Amnistía Internacional asegura que fueron 20 mil.
“En este momento podemos clasificar dos puntos de migrantes, lo que son propiamente secuestrados y los que son desparecidos, y no precisamente por secuestro, sino por otros motivos de agresión y existen dos cantidades, dos estadísticas, que a lo mejor no son iguales, pero ambas son valiosas, porque la CNDH nos da un balance de 10 mil secuestrados, pero Amnistia Internacional nos habla de 20 mil”.
Y en ese aspecto señala que “Amnistía Internacional no puede hablar sin fondo, sin fundamento, lo cual nos da una visión del detrimento en contra de la existencia del migrante en nuestro país, donde sigue siendo desaparecido y lo siguen agrediendo, como agreden su vida y su tránsito en nuestro territorio, por lo que creo que hemos llegado a un punto muerto de la migración centroamericana, como también lo hemos llegado en toda al agresión que tenemos para los connacionales, para los que hay un vación político, económico y cultural en todas las fronteras del noroeste, cuando son deportados de EU”.
Al ser cuestionado sobre si las matanzas, secuestros y desapariciones han generado una disminución en el flujo de migrantes que cruza por nuestro pais en busca de la frontera norte y del llamado ‘Sueño Americano’, Pantoja Arreola, expuso : “hay dos aspectos muy fuertes, el flujo migratorio sufre una agresiòn tremenda que no lo disminuye porque no haya gente que quiera cruzar, sino por el dolor que sufrieron y todo el daño que les ocasionó la matanza de los 72 migrantes, perpetrada el pasado 24 de agosto en Tamaulipas, que vino a significar un parteaguas, porque eso marcó un quiebre, más no la disminución de ese flujo”.
“La política migratoria de México quedó ridiculizada y quedó por los suelos, sobre todo cuando niega los hechos tan evidentes, de que hubiera habido una agresión a los migrantes en el llamado ‘Triangulo de la Muerte’, denunció.
Un nuevo evangelio
Pedro Pantoja predica un nuevo precepto evangélico: “No criminalizarás ni penalizarás la persona del migrante extranjero”. Pero la política del gobierno actual se intensifica en sentido contrario. El pasado 6 de octubre, cuando arreciaban las agresiones al personal de Belén, diputados locales “del grupo parlamentario de Felipe Calderón” presentaron un punto de acuerdo (promovido por el legislador panista Carlos Ulises Orta) para que el Congreso de la Unión controle y limite las funciones de las 47 casas del migrante que operan en el país.“En el punto de acuerdo, los diputados acusan a las casas del migrante de violar la ley y se descalifica el trabajo a favor de los derechos de los migrantes, también se recalcan los artículos de la ley que impone sanciones a quienes protegen a losmigrantes. La actitud de los legisladores abona a la criminalización de los migrantes, y es parte del acoso institucional”, denuncia Pantoja.
Gabriel Pérez, de la organización Sin Fronteras, explica que el proyecto de gobierno de controlar las casas del migrante ha ido acompañado de una campaña de xenofobia y discriminación.
La criminalización de la población indocumentada se ha hecho extensiva a quienes defienden sus derechos, resume Alberto Brunori, representante en México del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, después de su visita a Belén el pasado 9 de noviembre.
Raúl Vera, obispo de Saltillo, dice que el riesgo no ha cesado, azuzado por las propuestas de los legisladores locales que califica como xenofóbicas. Por ello, responsabiliza a los legisladores “de lo que pueda sucederle al padre Pantoja y a sus colaboradores”.
Pese al acoso, Pantoja no se detiene, actualmente asesora nuevos proyectos en beneficio de migrantes en Torreón, Agua Prieta, Altar, Coatzacoalcos y Tierra Blanca, y en el Senado de la República promueve reformas a la ley para descriminalizar al migrante. En su lucha, Pedro Pantoja inscribe un nuevo mandamiento: “No violarás el derecho del forastero”. (Con información de Contralínea, Vanguardia y Red Voltaire).
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