El payaso del pelo azul se llama Trompetilla. Y el otro, Bombón Dulcito. Aunque en realidad se trata de Alejandro Khaon y Tomás Lumbreras, respectivamente, policías de San Nicolás de los Garza, un municipio a las afueras de Monterrey, en la actualidad una de las ciudades más violentas del muy violento Estado de Nuevo León. El caso es que Trompetilla y Bombón Dulcito se dedican a ir por las escuelas advirtiendo a los chavales del peligro del pandillerismo, las drogas y el crimen organizado. Pero, el pasado martes, seguramente a la hora del recreo, los agentes Alejandro y Tomás sorprendieron a la pareja de la fotografía metiendo sus manos en bolsillo ajeno y, sin desmaquillarse ni quitarse las pelucas, les echaron el guante. Fíjense en el estupendo retrato de la agencia Reuters. La tristeza de los malandros. La alegría de los policías. En este México que se despierta cada mañana con una tremenda resaca de sangre –más de 15.000 muertos en 2010, más de 500 en lo que va de 2011-, la imagen puede ser el mejor reclamo turístico de un país que pese a todo no pierde ni la alegría ni la esperanza de que algún día no demasiado lejano las guerras sólo sean de pasteles.
Y, para no perder el tono optimista –que ya vendrá la realidad con las rebajas-, una recomendación musical. Aunque últimamente el tableteo de los fusiles de alto poder apenas permite escuchar otra cosa, el grupo estadounidense Beirut supo atrapar en su álbum March of the Zapotec toda la tradición musical de Oaxaca. Grabaron el disco en el sur de México, con intérpretes locales. Este vídeo –con la versión de La Llorona- es solo una pequeña joya de un cofre muy completo. Que lo disfruten.
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