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viernes, 4 de marzo de 2011

INVERTIR EN ADOLESCENTES: SOLUCIÓN A LA DESIGUALDAD


Mediante las inversiones en los 1,200 millones de adolescentes de 10 a 19 años de edad en el mundo es posible interrumpir el arraigado ciclo de la pobreza y la disparidad, afirmó UNICEF el 25 de febrero en su informe sobre El Estado mundial de la infancia de 2011, que se publicó bajo el título La adolescencia: una época de oportunidades.
Las inversiones en los niños y niñas menores de 10 años que se realizaron en las dos décadas pasadas han logrado avances enormes en beneficio de ese sector de la población mundial. La reducción en 33% de la tasa mundial de mortalidad de menores de cinco años demuestra que se salva un número cada vez mayor de vidas jóvenes. Además, en la mayoría de las regiones del mundo la asistencia escolar primaria de las niñas está casi a la par de la de los varones, y millones de niños disfrutan de mayor acceso al agua potable y a servicios médicos vitales, como las campañas periódicas de vacunación.
Por otra parte, los avances logrados con relación a ciertos aspectos que afectan profundamente a los adolescentes han sido menores. Más de 70 millones de jóvenes en edad de cursar los primeros años de educación secundaria no asisten a clases, y en el plano mundial, las niñas aún están rezagadas con respecto a los varones en materia de educación secundaria. Si los adolescentes no reciben educación no pueden adquirir los conocimientos y las aptitudes que necesitan para eludir los peligros de la explotación, el abuso y la violencia a los que están expuestos, especialmente en la segunda década de sus vidas.
En Brasil, por ejemplo, entre 1998 y 2008 se salvaron las vidas de 26,000 niños y niñas menores de un año, lo que determinó una notable reducción de la mortalidad infantil. Pero en ese mismo decenio murieron asesinados 81,000 adolescentes brasileños de 15 a 19 años de edad.
“La adolescencia es un período crucial en el que tenemos la posibilidad de consolidar los avances que hayamos logrado en la primera infancia, pero también es una época en la que se corre peligro de perder todo el terreno conquistado”, afirmó Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF. “A partir de ahora, debemos dedicar más atención a los adolescentes, y en especial a las niñas adolescentes, invirtiendo en su educación y su salud y adoptando otras medidas que les permitan incorporarse en el proceso de mejorar sus propias vidas”.
La adolescencia es una etapa de la vida de importancia capital, ya que es durante esa segunda década de existencia cuando las desigualdades y la pobreza se manifiestan de manera más crítica. Los adolescentes que viven en situación de pobreza o marginalidad tienen menos probabilidades de pasar de la educación primaria a la secundaria y corren mayor peligro de ser objeto de explotación, abuso y violencia, especialmente si se trata de niñas. Este es el caso de las niñas explotadas como empleadas domésticas o que contraen matrimonio cuando aún son demasiado jóvenes.
En el mundo en desarrollo, con la excepción de China, las adolescentes más pobres tienen tres veces más probabilidades de contraer matrimonio antes de cumplir 18 años que las niñas de su misma edad del quintil más rico de la población. Las niñas que contraen matrimonio cuando aún son demasiado jóvenes corren mayor peligro de quedar atrapadas en el ciclo negativo de la maternidad prematura y las altas tasas de mortalidad materna y de desnutrición infantil. Como promedio, las niñas también son víctimas con más frecuencia que los varones de la violencia sexual y doméstica, así como más susceptibles a infectarse con el VIH.
La abrumadora mayoría de los adolescentes del mundo (el 88%) vive en países en desarrollo. Muchos de ellos confrontan una serie de desafíos sin precedentes. Aunque en términos generales los adolescentes del mundo son hoy más saludables que en el pasado, aún están amenazados por muchos factores, como las lesiones y heridas, los desórdenes alimentarios, el uso indebido de sustancias químicas y drogas y los problemas de salud mental. Se calcula que uno de cada cinco adolescentes padece algún problema de salud mental o de comportamiento.
En un mundo donde en 2009 había 81 millones de jóvenes desempleados, la falta de trabajo de ese sector de la población sigue siendo motivo de preocupación en casi todos los países. Un mercado laboral cada vez más tecnificado demanda conocimientos y aptitudes con los que muchos jóvenes no cuentan. Debido a ello, no sólo se derrocha el talento de los jóvenes sino que las comunidades donde viven pierden valiosas oportunidades. En muchos países, la numerosa población adolescente constituye una riqueza demográfica que se suele pasar por alto. Invirtiendo en la educación y la capacitación de los adolescentes, esos países pueden generar una fuerza laboral nutrida y productiva que contribuirá de manera significativa al crecimiento de sus respectivas economías.
En México, las proyecciones de población y vivienda 2005-2050 del Consejo Nacional de Población (Conapo) indican que la población adolescente entre 10 y 19 años de edad llega a unos 21 millones de personas. En este sector de la población México, al igual que el resto del mundo presenta avances, pero también enfrenta desafíos.
Uno de los retos para el país es lograr la permanencia de los adolescentes y jóvenes en la educación media superior, donde los índices de deserción son de 15.13%. El acceso de los adolescentes a la educación es un medio para romper el ciclo generacional de pobreza; sin embargo, el panorama resulta poco alentador cuando se observan cifras como la arrojada por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, 2008, en el sentido de que 56.8% del total de adolescentes en todo el país viven en situación de pobreza patrimonial, es decir, no disponen de recursos suficientes para satisfacer sus necesidades de alimentación básica, salud, vestido, vivienda, educación y transporte.
No obstante, México tiene la ventaja de contar con la generación de adolescentes más numerosa de su historia; una situación que ubica a este sector de la población en el llamado bono demográfico y que representa una oportunidad siempre que se inviertan más recursos en él. Los jóvenes deben tener garantizados sus derechos humanos, contar con oportunidades, concluir sus estudios, encontrar un empleo digno, tener acceso a servicios de salud de calidad y a información.
Los adolescentes confrontan un gran número de desafíos mundiales tanto presentes como futuros. Entre ellos, la actual inestabilidad económica, el cambio climático y la degradación ambiental, el vertiginoso proceso de urbanización y migración, el envejecimiento de algunas sociedades, el aumento constante del costo de la atención de la salud y las crisis humanitarias cada vez más numerosas y profundas.
A fin de capacitar a los adolescentes para que puedan superar esos desafíos, es necesario realizar inversiones en las siguientes esferas principales:
1. El mejoramiento de los mecanismos de obtención de datos, a fin de lograr una mejor comprensión de la situación de los adolescentes y avanzar hacia la vigencia de sus derechos.
2. La educación y capacitación de los adolescentes para que cuenten con los medios necesarios para superar la pobreza y hacer aportaciones valiosas a las economías de sus países.
3. Los mecanismos que brinden a los jóvenes más oportunidades de participar y manifestar sus opiniones. Por ejemplo, asistiendo a congresos nacionales de la juventud y a foros juveniles, o tomando parte en iniciativas de servicio comunitario y de activismo en línea, así como en otras actividades que les permitan hacer oír sus voces.
4. El fomento de las leyes, las políticas y los programas que protejan los derechos de los adolescentes y que les potencien para que puedan superar las barreras que les impiden el acceso a los servicios esenciales.
5. La profundización de la lucha contra la pobreza y la desigualdad mediante programas que tengan en cuenta las necesidades de los niños, a fin de prevenir que los adolescentes tengan que iniciar una vida de adultos de manera prematura.
“Millones de jóvenes en todo el mundo esperan que hagamos más por ellos”, destacó el director ejecutivo de UNICEF. “Si les facilitamos las herramientas que necesitan para mejorar sus vidas posibilitaremos la aparición de una generación de ciudadanos económicamente independientes que participen activamente en la vida cívica y que colaboren de manera positiva con sus comunidades”. (UNICEF)

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